2. Criatura de la oscuridad.

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Liam Connor.

Venir a una nueva ciudad implica muchas cosas, pero lo más importante es conocer sus lugares y su gente. Su maldita gente. Y no hay mejor momento que por la noche, ya que por la noche salen ratas, ratas que me encanta cazar. Antes de salir me pongo gorra y guantes, es una costumbre antigua e interesante que tengo.

Mientras camino por las calles analizo a las personas que veo, puedo distinguir sus deseos más oscuros. Al ver a una joven parada en un semáforo esperando su destino, veo lo que realmente quiere. <<quiere matar>>. Matar a todos por las desgracias de su vida. Ella mira a su alrededor de mala gana. Sin embargo, debe cambiar de actitud cuando llega su trabajo, su dinero manchado. En estos asuntos no intervengo; solo veo, veo cómo es la vida para muchos sin decir nada al respecto.

Detallar la ciudad me hace pensar en mis planes futuros; solo tengo que buscar mi motivación, esa maldita motivación que hace que mi lado irracional juegue conmigo.

Pasar por un parque en la madrugada es algo tan extraordinario, pero no por su tranquilidad, sino porque veo lo que quiero.

Ver a una joven ser perseguida por cuatro hombres me da rabia y deseo al mismo tiempo. Camino entre las sombras esperando mi momento, un momento que disfrutaré como nunca antes.

Escuchar sus asquerosas palabras despiertan mis sentidos y sale la criatura de la oscuridad que llevo en mi interior. Cuando veo que se llevan a la chica, los sigo con cautela, notando que uno se queda con ella y los otros tres regresan. Pienso en mis posibilidades. No puedo terminar con el que está con la chica, primero debo terminar con la multitud. Así que me dirijo a la basura, agarro un cable y hago ruido, lo que provoca que los hombres se acerquen a verificar. Al tenerlos en la mira, me coloco a sus espaldas y paso el cable por encima de sus cabezas, apretando y uniendo sus cuellos hasta que se quedan sin aire y sus ojos se ponen en blanco. Al notar que ya están muriendo, los tiro por encima de la basura y con mi llavero en forma de daga corto sus caras, dejando mi huella de justicia.

No miro sus cuerpos, debo concentrarme en el otro hombre, así que regreso al lugar donde estaban los hombres hace un momento y camino lentamente hacía los árboles. Apenas el hombre nota mi presencia me grita, creyendo que soy uno de sus desperdicios. Sutilmente capto su atención, haciéndolo perder su atención en la chica y ella se suelta antes de que esa rata pueda lastimarla. Sin embargo, el hombre la vuelve a tomar bruscamente por lo que decido dejar que vea mi sombra.

Al verme, ata a la chica contra un árbol y yo me retiro lentamente, haciéndolo seguirme, y con esto lo confundo desapareciendo de su vista.

—¡¿Dónde están?! —grita y yo solo lo veo imaginando mil formas de matarlo.

Al no encontrar a nadie, regresa por la chica y la encuentra en el camino, llevándola a la fuerza hasta que cae. Observo con asco como intenta quitarle el vestido, así que salgo de la oscuridad, haciendo que el hombre se concentre en mí y se ponga de pie asustado. Al darse cuenta que está acorralado comienza a correr y yo no voy a dejarlo escapar así que corro tras él y lo hago caer de una manera salvaje.

Pongo mi rodilla en su pecho, saco mi llavero y comienzo a darle una hermosa y lenta muerte. Entierro el llavero en su frente, recorriendo todo su rostro, cuello, hasta llegar a su pecho y presiono la pequeña daga sobre él. La chica se levanta y corre desesperada, no sin antes mirarme y yo simplemente le regalo una grata sonrisa. Una sonrisa sincera, para ella y para mi acto de sangre.

Cuando me quedo solo con el casi cadáver, comienzo mi diversión personal.

—¿Cómo te sientes? —me mira el casi cadáver—. ¡Te hice una pregunta!

IAN - [Todos tienen su lado oscuro] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora