44. Regreso.

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Liam Connor.

El sonido de mi celular me impide ir a ver si Alison está bien y al revisar quién es, noto que es Benjamín. Me imagino que solo llama para molestar, siempre es lo mismo.

—¿Qué pasó? —inquiero después de contestar la llamada.

—Un nuevo equipo de hombres llegará a la casa en unos momentos y como todavía estoy en la ciudad, necesito que los recibas, ya te envío los datos que debes recabar de ellos. —cometa con simpleza.

—¿Más hombres?, ¿No tienes suficientes aquí? Con esa cantidad podemos crear un burdel.

—Aparentemente te fascina el camino de la prostitución —espeta—. Por cierto, no confíes en esos hombres, dales mano dura, ellos deben entender quién manda aquí.

—Como si yo fuera amigable con los extraños. Bueno, ya hago eso. —cuelgo la llamada cuando veo dos camiones acercándose a la casa.

Antes de salir, busco un arma en los cajones y me decido por una Beretta 92 FS, que guardo entre mis pantalones y mis caderas. Hoy no quiero más sorpresas, no quiero más mierdas. Mantendré mi característica actitud hermosa porque no dejaré que las debilidades gobiernen mi vida.

Al salir, noto que los hombres del primer camión tienen la cara cubierta con sus uniformes negros que traen cascos y lentes que cubren completamente sus ojos mientras los del otro camión vienen vestidos de civil.

El mensaje de Benjamín me informa que los hombres con uniforme ya han sido verificados, solo faltan los de civil. La mayoría de ellos están de paso, pero otros se quedan por otro asunto secreto de Benjamín.

—Los de civil hacen fila y sacan las identificaciones que les hizo su jefe y dejan a simple vista el símbolo —exclamo, siguiendo la orden de Benjamín —. El resto comienza con sus asuntos.

Los aproximadamente quince hombres uniformados pasan junto a mí. El penúltimo de los hombres, gira la cabeza para mirarme fijamente y tropieza casi cayéndose al suelo.

—¿Qué le sucede? —discuto—. ¿Le gusté o qué demonios? —el hombre niega todavía con el casco puesto.

—Es nuevo señor. —habla el último hombre.

—¿Y a mi que me importa? Si se metió en esta mierda, por lo menos debería hacer bien su trabajo y estar atento.

—Lo siento, señor. Esto no volverá a suceder. —el sujeto distraído me habla y su compañero lo empuja para que ambos caminen con los demás hacia la parte trasera de la casa.

Ignorando ese acto de poco profesionalismo, me centro en los hombres que ya están formandos, mostrando sus identificaciones (las cuales supongo mandó a hacer el jefe de todos) y sus tatuajes en los brazos en forma de llama de fuego o ¿humo? Negro.

Reviso uno a uno y confirmo que todo está en su lugar, por lo tanto, les doy autorización para seguir al otro lado de la casa con el equipo uniformado y estos obedecen.

Al dejarlos hablando con los otros hombres de Benjamín que ya estaban de guardia, decido entrar a la casa, no sin mirar a todos por las ventanas. Muchos de estos hombres me provocan desconfianza, sobre todo algunos que muestran un gran nerviosismo y actúan sin saber qué hacer. También mantengo mi atención fija en uno de los hombres con uniforme, al que observo analizando mucho la casa y el perímetro. Quizás estoy siendo un poco paranoico, pero confiar no es una salida para mí.

Un rato después, veo llegar la camioneta de Benjamín. De esta salen: Eliot, Benjamín y Angélica, esta última tiene a la hija menor de Eliot en sus brazos y a Ivy a su lado.

IAN - [Todos tienen su lado oscuro] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora