30. Lo que somos.

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Alison Campbell.

Cada maldita palabra de mi madre quedó grabada en mi mente <<bastarda>>, <<todo será mío>>, <<te la hubiera entregado para el negocio>>. Traté de mantener la calma durante todo el camino hasta el apartamento, pero tan pronto como entré, todas mis fuerzas se desvanecieron.

No puedo evitar sentir que mi vida es una mierda, que soy una mierda. Sin ánimos, me siento junto a la ventana mirando la fría noche mientras las lágrimas se deslizan por mis mejillas. Saber que mi propia madre me odia y que es una hija de puta sin sentimientos que sería capaz de vender hasta su propia alma por dinero, me destruye y acaba con todo aquello que consideraba correcto.

Y Liam, Liam ya tiene que estar lejos de aquí ya que este departamento está registrado bajo un nombre extraño que eligió Angélica y no me podría encontrar.

Soy consciente de todo lo que mi madre y Murphy están haciendo, así que trato de calmar mis nervios, si me sigo exaltando, me lastimaré aún más.

La infidelidad de mi madre, los paquetes, los engaños, las cosas repugnantes que hacen; cada una de estas cosas no quedarán impunes, de una forma u otra los haré pagar. Ya me tienen harta, ya estoy cansada de los abusos constantes.

Un golpe en la puerta me distrae de mis ideas.

—¿Quién es? —inquiero, caminando hacía la puerta, secándome las mejillas.

—Su pedido ha llegado. —escucho que hablan en voz baja.

¿Pedido? No hice un pedido. Antes de abrir la puerta, agarro un cuchillo de la cocina y lo sostengo detrás de mi espalda con miedo.

Cuando la abro, Liam entra rápidamente, cerrando la puerta a sus espaldas y solo lo miro con sorpresa.

—Buenas noches, Alison. —habla burlonamente mientras analiza el departamento.

—¿Cómo sabías que este era mi departamento? —digo, dejando el cuchillo a un lado.

—Está registrado con el nombre de "Margaret Roux" y ese es el segundo nombre y apellido de Angélica. Por lo que veo, ya hablaste con ella, ¿qué te dijo?

—No me digas que leíste la lista de inquilinos, vaya suerte la mía.

—Por supuesto que lo hice, ahora responde mi pregunta.

—Sí, hablé con ella, ¿feliz? Ahora di lo que quieres y que sea rápido.

Se sienta en el sofá.

—En realidad —mira hacía el pasillo donde están las habitaciones —, necesito dos cosas.

—Rápido. —insisto con los brazos cruzados.

—Necesito quedarme aquí y antes de que discutas te voy a dar dos razones para hacerlo, o bueno, tres en realidad. La primera es que necesito un lugar donde quedarme. La segunda, puedo ayudarte con las ratas, y la tercera es que no sé por qué te pido permiso. Este departamento le pertenece a mi... —guarda silencio.

—A tu madre. —terminó su sermón.

—Veo que ya lo sabes todo.

—Lo básico. Y sobre quedarte aquí, ¿por qué no te quedas en un hotel? ¿Qué estás planeando Liam?

—Nada, nada por el momento —resopla— ¿Si viste a ese hombre que estaba haciendo negocios con Murphy? —me pregunta y yo asiento con la cabeza—. Bueno, es mi tío, un maldito bastardo que vende drogas y tiene esta ciudad a sus órdenes. Si hago una reserva, me encontrará y no pienso volver a su lado, cómo tampoco quiero irme y dejar que continúe con sus "ideas de expansión".

IAN - [Todos tienen su lado oscuro] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora