47. Verdadero rostro.

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Liam Connor. 

Zambrano Company es una empresa industrial, caracterizada por ser una de las más importantes del país por su extracción y transformación de materias primas. A esta llegué cuando tenía diecinueve años y gracias a una de las hermanas Zambrano logré tener lo que tengo ahora. Kendra Zambrano fue quien me sacó de las calles, fui su protegido, y sí, terminé en la cama con ella muchos años después, pero era algo que ella quería antes de terminar con su abrumadora vida.

Además, lo hice por decisión propia, jamás me obligaron a nada. No niego que era divertido experimentar cosas y nadie me podría juzgar por aquello. Tenía una vida libre después de todo.

Siempre me dio igual mi vida, hice las cosas porque sí, creo que todos hemos sido así alguna vez.

Salgo de mi auto y me ajusto las mangas de mi camisa blanca antes de ponerme unas gafas negras y caminar hacia el edificio. Tan pronto como entro, varias miradas caen sobre mí. No he estado en este lugar desde hace mucho tiempo y por eso mi presencia es extraña.

—¿Sr. Connor? —indaga la recepcionista algo sorprendida.

—Efectivamente. ¿Está la Sra. Zambrano?

—Sí señor, está en una reunión.

—¿Y Alfred?

—El Sr. Alfred también está en la reunión.

—Cuando termine la reunión, dígales que necesito hablar con ellos. Estaré en mi antigua oficina. —comento y ella asiente.

Tomo el ascensor y aprieto el botón del cuarto piso, en cuanto se abren las puertas no dudo en buscar mi antigua oficina. Esta luce abandonada, aparentemente nadie la ha usado desde que fui. Me siento en la silla del escritorio y analizo ni entorno con la mirada. ¿Cómo terminé así? Es algo que todavía no puedo entender.

~hay cosas que no se pueden explicar~

~como nuestra presencia~

~estamos aquí para ti, Ian~

~solo para ti~

Cierro los ojos y trato de mantener la calma ante las voces.

—¡Liam Connor! —a los minutos llega Megan Zambrano o prácticamente golpea la puerta para abrirla—. Parece que vuelves a mostrar tu rostro.

—¿Tú crees? —espeto con una expresión neutra y poca empatía.

—¿Y puedo saber a qué se debe el honor? Nunca traes nada bueno, solo eres un aprovechado lleno de codicia. Buscaste la fortuna de mi hermana y después de un tiempo te fuiste y abandonaste todo lo que ella mantuvo.

Me río con ironía.

—¿Aprovechado?, ¿Yo? —hablo vacilante—. Si mal no recuerdo, nunca pedí ni luché por esa herencia. Nunca les pedí nada, ustedes fueron las que me ofrecieron dinero.

—¿Por qué siempre pelean por el pasado? —Alfred entra a la oficina con los brazos cruzados— Si todos ya conocemos esa historia. Tú, Megan, pagándole para confirmar tus sospechas de que el género masculino no te atrae, y tú, Liam, aceptando negocios con esas dos locas.

—Gracias por el apoyo Alfred —dice Megan con irritación—. Pero me refiero a que dejó la empresa tirada.

—No la dejé tirada, la manejé desde la distancia.

—Ignórala, está nerviosa y estresada por su compromiso —dice Alfred, mirándome; para luego, volverse a mirar a Megan—. Y tú relájate, sé que piensas que es un vividor, pero ha mantenido bien la empresa. Mejor deja los problemas del pasado en el pasado.

IAN - [Todos tienen su lado oscuro] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora