Catorce.
Parpadeo lentamente, abriendo los ojos y me acostumbro a mi entorno. Aun me siento pesada y perezosa pero soy más consiente de todo y noto como mi cabeza sube y baja de forma constante. Mi ceño se frunce ligeramente y me levanto solo un poco, porque la pesadez en mis extremidades inferiores no me permite moverme mucho, y no por el sueño, porque alguien me tiene aprisionada.
Lo primero que veo es una camisa negra y arrugada bajo de mi, luego subo encontrándome con un rostro. Un rostro cubierto con un pasamontañas. «E».
Me remuevo, intentando salir de su agarre y me aprieta más contra él. Su brazo esta aprisionando mi cintura y una de sus piernas esta entrelazada contra la mía. ¿Cómo es que durmió conmigo? ¿Se quedó?
Vuelvo a intentar salir de la prisión de sus extremidades y lo logro obteniendo un gruñido somnoliento de su parte. Suspiro estando lejos y me siento en la cama, observándolo.
¿Por qué ha dormido conmigo?
Me restriego los ojos y me levanto, directo al baño. Ya encerrada allí, me encargo de asearme y hacer mis necesidades. Al salir, me encuentro con un E igual de dormido y me pregunto si debería despertarlo. Desisto de la idea y decido ir abajo por agua.
Voy a la cocina y me sirvo, refrescándome. Luego me quedo recostada de la mesa, pensando.
Ya casi se cumple una semana desde que E y yo estamos solos, desde que mi vida no ha sido tan mierda y desde que no veo a mis torturadores. Quisiera saber que será de mí luego de esto y al mismo tiempo me niego a pensar en un futuro y me aferro a los pocos días buenos que obtengo a veces. No quiero mortificarme o agobiarme con pensamientos negativos.
Dejo el vaso arriba de la mesa y me pongo a pensar en qué vamos a desayunar el chico misterioso con el que he compartido vivienda últimamente y yo. ¿Debo hacer el desayuno o...?
—Buenos días —doy un respingo al oír su voz, cuando lo observo lo encuentro sonriendo—. ¿Te he asustado, Bоин?
Noto que su camisa esta desabotonada y que sus ojos lucen un poco hinchados.
—Hola —saludo, rodando los ojos por su último comentario.
— ¿Qué quieres de desayunar? —inquiere, abriendo la nevera y sacando una jarra de agua.
—No lo sé, pero se me antoja jugo de manzana.
—Ayer querías un frapuccino ¿y hoy jugo de manzana?
—Ajam —sonrío recordando algo—. ¡O mejor aun! ¿Podrías comprarme un pie de limón?
Enarca una ceja hacia mi dirección luego de tomarse el vaso de agua y hago un puchero.
—Quiero un pie de limón, ¿por favor?
—Bien.
Es lo único que responde y sonrío ampliamente. E vuelca los ojos y sale de la cocina dejándome sola. Minutos después esta duchado y cambiado y me informa que irá por el desayuno. Yo voy arriba a leer un libro, es algo que ahora hago seguido, también lo hago junto con él, pocas veces lo he convencido de que me lea un poco y cuando lo hace, es una sintonía maravillosa para mis oídos. Su voz es algo que aun no logro superar del todo, me sigue cautivando y sorprendiendo porque es encantadora.
Cuando E vuelve, me entrega el desayuno y una cajita pequeña donde me dice que está el pie de limón. Le doy un beso en la mejilla ─que quisiera no estuviera cubierta de tela─ y sigue como estatua explicándome que compró.
—Voy a salir toda la tarde, por eso también te traje el almuerzo —señala las bolsas alejadas que dejó en el mesón de la cocina—. Guárdalas y cuando vayas a comer caliéntalas en el microondas.
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Derecho a sanar ©
Mystery / Thriller«El brillo puede apagarse, la esperanza y la fe pueden acabarse, y aún así el espíritu y el alma se unen aferrándose a la vida, rugiendo con ferocidad para no quebrantarse, luchando con monstruos internos que a simple vista no se ven, sobreviviendo...