Veintiséis.
El desayuno es maravilloso frente a los grandes ventanales, el sol matutino me da de lleno a pesar de los enormes edificios vecinos, y es que estamos en uno de los más altos.
Han pasado un par de días desde que estoy aquí, y por seguridad no he podido salir. Sin embargo, E me ha traído muchas cosas para distraerme mientras el resuelve un par de cuestiones —como les llamó—. Me ha comprado maquillaje, golosinas y ya pagado Netflix para que pueda ver series o películas, aunque esto último es menos que hago.
He estado aprovechando el tiempo maquillándome, mascando goma de mascar, comiendo helado o galletas, ah y este lugar parece un congelador. Literalmente, hace un frío que te cagas aquí. Son pocas las veces que no llevo puesto un suéter.
E me ha dejado sola, pues ha tenido que salir a resolver unos pendientes. Dijo que regresaría pronto, y que en su ausencia podía disponer de todo este lugar a mi antojo. Así que lo primero que hago después de desayunar es darle un recorrido. A pesar de tener días aquí no me he tomado un tiempo para apreciar este lugar como es debido.
Empiezo por la biblioteca porque es lo único de este piso que no he recorrido, y al entrar me maravillo. Es una estancia muy grande, y el amplio lugar está lleno de estantes, incluso tiene una chimenea. Los libros llegan hasta el techo, sin exagerar y hay una escalera corrediza para alcanzarlos. El lugar está lleno de muebles, inspira tranquilidad.
Al salir, camino despacio por lo que es la sala, pasando por la esquina donde queda el comedor y llegando finalmente a la cocina. Todo está bien diseñado, organizado y decorado. Este lugar es puro lujos porque todo aquí es caro. Hasta el arreglo de la mesa de centro debe costar muchísimo, sé distinguir el lujo desde kilómetros.
Me voy hacia las escaleras que dan a las habitaciones y llego a la principal, aquí no hay una puerta, simplemente subes y esta la gran recamara, con su baño y su closet. Solo que hay una puerta casi imperceptible que queda justo a tu izquierda cuando subes hasta el último escalón, y camino en línea recta para llegar a ella.
Estando al frente, intento abrirla. No cede y mi ceño se frunce. ¿Está cerrada? Intento de nuevo..., nada.
Me doy por vencida, adentrándome en la habitación y recostándome en la cama. Esta habitación ocupa todo un piso, a excepción de esa puerta. ¿Qué hay allí?
Sacudo la cabeza, alejando mi curiosidad. La televisión esta justo frente a mí y busco el mando por todo el lugar, encontrándolo en una de las mesitas decorativas. Lo enciendo, y me sorprendo al descubrir que sintoniza los canales. Tengo tanto tiempo sin ver televisión, y no es que cuando era Bárbara Hauser lo hiciera mucho, en realidad me parecía aburrido y trivial, pero ahora como lo extraño.
Me pongo cómoda, cambiando de canales. Voy pasándolos con rapidez, hasta que uno de ellos me llama la atención. Las noticias.
Le subo el volumen, escuchando atenta. Una mujer bien vestida de unos veinte y algo de edad habla.
—Y como ultimas noticias, aun sigue desaparecida la primogénita y única hija de los importantes señores Hauser —es un canal local, lo que me deja sorprendida. ¿La noticia de mi desaparición ha llegado hasta aquí?—. Bárbara Hauser, mejor conocida como Barbie, desapareció el 20 de febrero de este año, teniendo así casi cuatro meses desaparecida. No se sabe nada de la joven, y la idea de un posible secuestro ha sido desechada.
»Ya que si fuera así, ¿Por qué sus raptores no han hecho contacto alguno con los señores Hauser?, aun hay dudas de la situación. Por otro lado, muchos piensan que puede estar muerta ya que no se ha tenido ni un mínimo indicio de qué pudo suceder con ella. Aun así, sus padres y allegados no pierden la esperanza. Varias campañas solicitando ayuda para la búsqueda de la primogénita Hauser se han creado, siendo exitosas a la hora de colaborar.
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Derecho a sanar ©
Misterio / Suspenso«El brillo puede apagarse, la esperanza y la fe pueden acabarse, y aún así el espíritu y el alma se unen aferrándose a la vida, rugiendo con ferocidad para no quebrantarse, luchando con monstruos internos que a simple vista no se ven, sobreviviendo...