Cuarenta y cinco.
De acuerdo, los últimos meses han sido una completa locura. Mi bebé va a cumplir un añito pronto y es la niña más hermosa del mundo. Estoy completamente enamorada, me tiene bajo sus pies y ella lo sabe. Porque si E dice que yo soy caprichosa y mimada, ella lo es el cuádruple.
A lo largo de los días aprendí a convivir con Máximo, quisiera o no, tenía que hacerlo. Y aunque me negué el mayor tiempo posible en que conociera a Tindara, al final, tuve que aceptar que son familia. Y terminé estando presente todas las veces que él pedía verla.
Ahora, él ama a mi princesa, y no es que yo esté encantada con la idea, pero eso me asegura su seguridad y esa es mi mayor prioridad. Nunca los he dejado a solas, pero eso a él ni siquiera le importa, al contrario, se burla de mi cuando me enojo por todos los caprichos que le cumple. Literalmente cuando la bebé descubrió que su animal favorito eran los elefantes ─le gusta una caricatura donde la protagonista es una bebé elefante, y es lo único que la mantiene tranquila cuando no estamos ni E ni yo cerca─, llevó uno a la hacienda como regalo. ¿Quién demonios hace eso?, es decir, era una cría, pero aun así, enorme comparado a mi hija.
Y ella es una bebé de once meses, no va a recordar que el demente de su tío le obsequió un elefante a nada de cumplir el año.
En fin, el hijo de perra que me secuestró y se encargó de hacerme infeliz ahora se muere de amor por mi hija. Y yo he aprendido a fingir demencia cuando de temas bizarros se trata porque soy yo quien va a parar en loca. Ignoro cualquier pensamiento coherente que desencadene una tortura mental, porque si me pongo a pensar: «oye, el delincuente que me secuestró es tío de mi hija y la adora, y lo trato a pesar de todo el daño que me ha hecho, ¿yo en serio debería permitir eso?» sé que fácilmente cuestionándome lo que hago me voy a volver loca. Así que me hago la ciega con cualquiera de esos temas. Dejé que las cosas sucedieran con la única condición de que mi hija este a salvo, y como no ha estado expuesta a ningún daño, pues que sigan sucediendo.
Así ha pasado con mi relación con el mafioso. Lo trato, obligatoriamente, pero lo hago. No somos amigos, no me cae bien, sin embargo, debo hacerlo. Él los últimos meses se ha comportado, digamos que tolerable. Aunque ha tenido muchos problemas con E por involucrarme demás en sus negocios ilícitos, ha afirmado lo inteligente y astuta que soy en múltiples ocasiones, y no es que eso me haga perdonarlo o amarlo, no obstante, que me haga cumplidos me sube un poco el ego.
Mi supuesto trabajo con Máximo consiste en aparecer de acompañante en reuniones, ser traductora con personas que hablan idiomas que él no maneja y administrar un par de cuentas falsas con el fin de lucro monetario. En realidad nada del otro mundo, pero sí es peligroso cuando se trata con tantas personas de tan mala reputación y antecedentes no muy intachables.
A mi chico oscuro en múltiples ocasiones casi le da un infarto, quiso incluso caerle a balazos a un tipo que quiso obligarme a desnudarme en una reunión donde estaban haciendo show de stripper. Según el cuarentón, iba a pagarme una buena suma, lo que él no sabía es que su rostro iba a terminar golpeado y su cuerpo casi baleado.
En conclusión, E me sobreprotege demasiado. Me confesó una vez, que nunca iba a dejar de sentirse culpable por todo el peso que su familia puso en mis hombros.
Ahora, solo me queda vivir esta extraña rutina, donde a veces lloro al recordar a mis padres, donde amo a mi hija cada día más y más, donde hago de cuentas que es normal tratar y trabajar para Máximo, y donde me enamoré del sobrino de mi secuestrador con quien estoy compartiendo mi vida.
Sí, a veces no sé si en realidad estoy loca o carezco solo un poco de cordura.
—Se hará tarde —la voz de E me saca de mis pensamientos.
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Derecho a sanar ©
Mystery / Thriller«El brillo puede apagarse, la esperanza y la fe pueden acabarse, y aún así el espíritu y el alma se unen aferrándose a la vida, rugiendo con ferocidad para no quebrantarse, luchando con monstruos internos que a simple vista no se ven, sobreviviendo...