CHAPTER SEVEN: THE BITE I

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Part one: The plan is to get more Russian drug. Come on, boys!


Ni Grace ni Steve sabían cómo demonios habían acabado dentro de una especie de jaula de uno de esos coches que usaban los rusos para moverse por su base, pero poco les importaba. Tampoco les importaba que Dustin estuviese tras el volante, que los rusos armados fuesen tras ellos y que sus probabilidades para huir fueran bastante nulas. A decir verdad, a Grace solo le preocupaba bailar al ritmo de la alarma y a Steve no marearse por la rápida conducción de Dustin.

-¡Por Dios, más despacio! -se quejó Steve, dando un pequeño golpe a la reja- Que parece que vaya conduciendo Grace.

-Iríamos más rápido. -comentó la pelirroja mientras movía la cabeza de un lado a otro al ritmo de la alarma.

-Sí. -apoyó Robin con una pequeña risita- ¿Qué es esto? ¿Las quinientas millas de Indianápolis? -preguntó con burla. Steve dejó de mover la cabeza igual que su novia para mirar a su amiga con el ceño fruncido.

-Son trescientas. -aseguró él- Las trescientas millas de Indianápolis.

-No, zoquete, son quinientas millas.

-¡Son trescientas!

-¿Sabéis que una milla son casi dos kilómetros? -preguntó Grace sin parar su bailecito ni por un segundo. Ella tenía tres estados bajo los efectos de las drogas: máxima energía, máximo calentón y máximo sueño. Así que pasaba de no querer parar de moverse, a no despegarse de la boca de alguien y a no despertarse por nada del mundo. Y estaba disfrutando mucho del primer estado. Steve y Robin miraron a Grace y los tres empezaron a carcajear- ¡Estúpidos europeos y su sistema métrico!

-¿Qué narices les pasa? -preguntó Erica al ver como los tres se retorcían de la risa y parecía que no iban a parar pronto.

-No tengo ni idea. -aseguró Dustin. Max les había hablado de las fiestas de los chicos grandes y de como de idiotas se ponían, pero jamás había tratado con tres adolescentes drogados. Lo más cerca que había estado de ellos fue cuando Grace y Billy dieron una fiesta y acompañaron a Max a buscar su almohada y, aun así, se habían quedado a tres casas de distancia. Además, su atención estaba en los barriles a los que se acercaban a toda velocidad y pensando en cuál era el pedal del freno.

-¡Dustin cuidado! -pero el aviso de Erica no sirvió de nada porque se acabaron estrellando contra los barriles. Los tres adolescentes dejaron de reírse para empezar a quejarse muy alto y muy exageradamente.

Dustin y Erica abrieron la parte de atrás y les gritaron para que salieran de ahí. Por alguna extraña razón, el mareo que inundó a Steve cuando se puso de pie le pareció lo más gracioso que le había ocurrido y volvió a reírse. Dustin tuvo que empujar a Steve y Erica a Grace, quien tomó a Robin de la cintura y gritó "¡conga!". Los tres empezaron a hacer el típico baile de conga para entrar en el ascensor y, cuando este empezó a subir y el suelo bajo sus pies se movía tan rápido, sintieron la necesidad de hacer como que practicaban surf.

-¡Esto es como volver a casa! -gritó Grace con emoción, subida junto a Steve sobre una carretilla mientras Robin les empujaba y se reía.

-¡Estoy surfeando! -gritaba Steve entre carcajadas- ¡Soy un surfero buenorro! ¡Whoa!

-Están borrachos. -exclamó Erica sorprendida de que esos tres hubieran tenido tiempo para emborracharse.

-¿Cómo van a estar borrachos? -preguntó Dustin confundido, aunque tenía toda la pinta de ser verdad.

HEART OF GOLD ;; Steve HarringtonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora