XLVIII. Antología de secretos

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Shinichi dirigió sus ojos hacia Kaito de muy mala gana, como si le estuviese reprochando algo, y a decir verdad, así era.

-¿Por qué me miras así? -preguntó Kaito poniéndose a la defensiva -¡Deberías alegrarte! Gracias a mí acabamos de dar un gran paso –se pavoneó guardándose el teléfono en el bolsillo y se sentó a su lado.

-Podrías haber atendido antes. Llevaba días llamándote –le reprendió.

Le devolvió una sonrisa nerviosa, admitiendo para sus adentros que el detective tenía razón. Se quedaron un rato más esperando al profesor hasta que finalmente llegó.

-¡Shinichi! -lo saludó alegremente el hombre mirando hacia la parte de atrás del vehículo donde estaban sentados los chicos -¿Cómo les fue?

-Profesor –lo nombró sintiéndose completamente insultado–Estoy aquí.

El nombrado miró desde la izquierda hacia la derecha. El detective lo miraba con aire ofendido por haberlo confundido con Kuroba, este último enseñó una sonrisa divertida. Sin embargo, tenía sus razones, ya que, al venir de un vuelo de tantas horas, traían el cabello igual de despeinado.

-T-tienes razón -se excusó de manera incómoda -Solo estaba bromeando.

Shinichi apoyó su codo en la ventana y su rostro sobre su mano, miró de reojo a la niña que venía sentada en el asiento del copiloto.

-¿Y ese milagro que acompañaste al profesor para venir a buscarnos?

Ella se giró de a poco para mirarlo y corresponder a su cálido saludo.

-¿Qué te hace pensar que vine por ese motivo? -respondió y luego miró a Kaito –Kuroba-kun.

-Ai-kun –la saludó asintiendo con una sonrisa.

Luego de realizar los saludos correspondientes, echaron a andar de una vez para volver a casa. El camino estuvo tranquilo, con los chicos respondiendo preguntas acerca del viaje, dedicándose miradas cómplices de vez en cuando que no pasaron desapercibidas.

Al bajar, fueron a dejar sus pertenencias a la puerta de entrada de la morada de Shinichi y regresaron de inmediato a casa del Profesor por petición de Haibara. Primero que todo fueron a lavarse las manos y la cara, y regresaron a la sala para hidratarse y comer algo.

-Kudō -kun –la niña se acercó a Shinichi y le hizo una seña para que la siguiera.

-Con permiso –se levantó del asiento, pero ni Kaito ni el profesor recayeron en él, ambos estaban inmersos en una interesante conversación.

Se dirigieron hacía la habitación de siempre, aquella que Haibara usaba como laboratorio. Al abrir la puerta, Shinichi se percató que estaba algo desordenado y notó que habían estado haciendo experimentos, ya que el interior estaba perfumado con un intenso aroma a químico que les atravesó la nariz.

-¿Qué estabas haciendo? -le preguntó Kudō esperanzado.

-Necesito hacerte un chequeo rápido -ignoró su pregunta y se cruzó de brazos al ver que el otro seguía inmóvil -Quítate la parte de arriba de la ropa.

-¿Tiene que ser ahora? -se incomodó -No me he dado una ducha en horas.

-¡Puaj! -exclamó ella con un chasquido de lengua y una media sonrisa. Creía que estaba utilizando algún tipo de excusa –Descuida. Me ahorraré los comentarios al respecto de las marcas que seguramente Kuroba-kun te dejó por todo el cuerpo.

Oh! Rival (Kaishin-Shinkai) -YaoiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora