XXXIX. Bastones de caramelo y nieve de algodón

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🎅Sugerencias: Si quieren, para ambientarse escuchen música navideña ya que todo el capítulo es en relación (Yo escuché Kiss me babe it's christmas time de Owl City y algunas de Michael Bublé mientras lo escribía) 


Era exactamente 24 de diciembre y todo era una absoluta locura, la gente estaba situada por todas partes, haciendo enormes filas para comprar, cada tienda en el interior era un caos.

-Demasiado desorden -pensó Shinichi cuando ingresaron al supermercado.

Supo de inmediato que algunos de los víveres los había encargado su madre, pero ¿Y el resto? Para su mala fortuna, Kaito le había pedido que no hiciera demasiadas preguntas si es que quería obtener respuestas. A lo que por supuesto no se negó, necesitaba saber con lujo de detalles lo que el chico había averiguado.

La salida no estuvo del todo mal, él aprovechó para comprar un obsequio para sus padres.

Ahora lo que quería era descansar los pies, y aunque en un principio descartó la idea de Kaito de sentarse dentro del carrito, terminó por ceder y hacerse un espacio entre la cantidad exagerada de dulces que el mago estaba llevando.

En todo lo que hicieron perdieron casi tres horas. Optaron por sentarse en una banca cercana a un parque, con la distancia suficiente para que ningún intruso los oyera y para beber las bebidas calientes que acaban de comprar.

-¿Por qué tú tienes chispas de colores? -le envidió Kaito mirando las estrellas coloridas que adornaban la crema del vaso del pequeño.

-¡Porque yo soy un niño! -sonrió para molestarlo aún más.

El clima no estaba especialmente helado, pero comenzaba a correr un ligero viento fresco, de esos que luego de un rato hace doler y poner roja la nariz.

Como tenía consciente de que se estaba recuperando recién de la gripe, Kaito lo ayudó a cubrirse bien el cuello.

-Colócate bien esa bufanda –protectoramente se la acomodó y Shinichi rebatió internamente, él no tenía frío -No me interesa si no tienes frío -le leyó la mente –No quiero que vuelvas a enfermar.

-¿Y entonces? -se atrevió a preguntar el pequeño Kudō luego de permanecer un rato en silencio.

El mago, que ya había terminado su bebida y jugaba con la pajilla revolviendo los restos que quedaron pegados por los alrededores del vaso, intentó sutilmente no arrugar tanto la frente. Gesto que no pasó desapercibido por el observador detective que, gracias a esa expresión, sabía que algo no andaba del todo bien.

Kaito no dejaba de sentirse responsable por lo que estaba pasando.

-Conozco tus capacidades, detective -dejó el vaso de lado y comenzó a jugar con un trozo de papel que había hecho aparecer –Y sé que no es sencillo de aceptar, pero hay veces en que las cosas están más allá de nuestro control.

-Kaito ¿Qué está sucediendo?

-Cuando le expliqué la situación y que venía de parte de Hakuba, accedió a ayudarme de inmediato. Esto fue una pista importante –se sacó del bolsillo interno de la camisa la bala que lo había atravesado hace un tiempo atrás.

-¡Oye! ¡Eso lo tenía bien guardado! -alegó quitándosela de las manos.

Se atrevió a enseñarle una sonrisa de ganador.

-Les han estado siguiendo el rastro desde hace un par de años. Ha sido una tediosa investigación y la información que obtienen cae como goteras y no siempre es verídica.

Oh! Rival (Kaishin-Shinkai) -YaoiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora