LX. Todos huyen o todos mienten

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Volvió a dar un paso hacia ellos y vio como el sujeto se despojaba del último rastro de humanidad que le quedaba. Con una sonrisa retorcida puso su dedo directo en el gatillo sin dejar de apuntar directamente a la cien del niño.

Fue justo en ese momento en que Kaito no se permitió temblar, apuntó al sujeto con el dedo listo en el disparador. En cosa de segundos el hombre cambió de dirección apuntándolo a él, pero el mago fue más rápido y disparó el arma a la altura del corazón justo antes de que el otro le disparara a él.

Vio como Shinichi caía al suelo junto al cuerpo de su atacante. La policía llegó en ese instante subiendo las escaleras de golpe, mientras un charco de sangre comenzaba a teñir de rojo el suelo.

Al estar en el suelo, el detective comenzó a mancharse la ropa, horrorizado dirigió su vista hacia el mago, quien permanecía inmóvil y con una expresión vacía en su rostro.

-¡¿Qué fue lo que hiciste?! -le gritó consternado.

-Oye –se acercó lentamente llamando al hombre tumbado inmóvil en el suelo -Levántate -le dijo con voz desconectada y notando que la sangre seguía escurriendo a montones. Abrió mucho los ojos y sintió como se le desencajaba la cara –L-lo siento, y-yo te ayudo...levántate, por favor...perdóname -pidió afligido y comenzó a temblar.

Soltó de inmediato el arma y miró a Shinichi, él le devolvía una mirada llena de tormento por lo que acababa de suceder. Dando pasos temblorosos se acercó al cuerpo, el hombre seguía con los ojos abiertos por lo que creyó que seguía con vida e intentó frenar la hemorragia, pero el inspector Nakamori hizo su aparición.

-Kid... -exclamó mirándolo a él y al cadáver sin creerse lo que veía. Su escuadrón se sumó quedando igual de sorprendidos.

El miedo y el desbarajuste del momento lo hizo dar unos pasos atrás, miró al inspector, luego a sus manos cubiertas de sangre, al cuerpo sin vida y finalmente le dedicó una última mirada perdida a Shinichi para abandonar corriendo el lugar.

Lo último que escuchó antes de salir volando por la azotea fue al detective llamándolo a gritos de vuelta. Voló lo más rápido que pudo dejando a los helicópteros atrás, sintiendo que avanzaba ciegamente sin quitarse de la cabeza la espantosa imagen del crimen que acababa de cometer. 

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Aterrizó en su casa sintiendo que el suelo temblaba bajo sus pies y encontrándose con la sorpresa de que la luz del interior estaba encendida, abrió la puerta tambaleándose hasta dentro, notando un olor peculiar a repostería que fue de a poco inundando su nariz.

Creyó que Aoko estaría dentro y sin ser capaz de tomarle el peso a aquello dio pasos torpes hacia la sala, pero sorpresivamente se encontró a Haibara. La miró y ella hizo lo mismo, soltando de inmediato, debido a la impresión, la revista que estaba leyendo y provocando que se deslizara hasta el suelo.

-¿Dónde está Kudō-kun? -preguntó con ojos tensos al verle la ropa y los guantes manchados de sangre dándose cuenta de que no era suya -¡Kuroba-kun! -volvió a gritarle al ver que el joven la ignoraba y subía por las escaleras intentando no tropezar.

Al llegar arriba, Kaito abrió la puerta del baño y se miró al espejo. Su vista estaba borrosa y el reflejo mostraba una figura doble con el traje blanco entintado en rojo oscuro. Se desplomó en el suelo y se quitó los guantes para llevarse las manos a la cara. Haibara llegó tras él y volvió a exigirle respuestas, Kuroba pegó un grito ensordecedor en respuesta e intentó quitarse las lágrimas de los ojos, pero la sangre de quién había asesinado le ensuciaron toda la cara.

Oh! Rival (Kaishin-Shinkai) -YaoiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora