LVIII. Metamorfosis letal (R18)

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🌟Advertencias:  contenido del capítulo en el título y no está demás advertir que la última parte puede ser algo fuerte (no me maten, por favor u.u)


Para Shinichi era angustioso ver a quién tanto amaba en ese estado. Kaito se aferraba a su cuerpo intentando no ahogarse en sus propias lágrimas y temblores involuntarios. Dudaba de si debía dormirlo o no con su dardo anestesiante, pero al final el ladrón decidió por los dos y terminó desmayado debido a toda la presión.

En lugar de moverlo y cargarlo hasta la cama prefirió acomodarlo en suelo para no despertarlo. Buscó almohadas y una manta y lo arropó bien procurando no moverlo demasiado. Por supuesto que para asegurarse de estar presente ante cualquier situación similar se acomodó a su lado para intentar protegerlo.

A la mañana siguiente Haibara llegó a primera hora por petición de Kudō, Kaito se encontraba mucho más calmado, había vuelto a su cama y con ayuda de Shinichi intentaba desayunar lo que Hakuba amablemente le había preparado.

-Soñé contigo -soltó de repente Kaito restregándose lo ojos.

-¿Ah sí? -respondió casual con una pequeña sonrisa y dejó la cuchara a un lado para ponerle más atención -¿Qué fue lo soñaste?

-Fue extraño -arrugó la nariz y miró unos breves segundos al cielo –Estábamos viviendo en otra época, en otro lugar donde la gente creía en brujas y esas cosas. Aoko era mi melliza y tú eras nuestro hermano mayor –lo vio alzar levemente las cejas –También esa niña de la liga juvenil de detectives ¿Ayumi es su nombre? Ella era la menor -cerró los ojos intentando que el recuerdo de las imágenes que soñó no se desvaneciese por completo –Lo último que recuerdo es un gran alboroto y una iglesia en llamas.

-¿Brujas y una iglesia en llamas? -repitió sorprendido.

En ese instante Haibara entró a la habitación viendo al mago sentado en la cama, con ojeras muy marcadas recalcando su estado deplorable, pero intentando sonreír.

Los saludó y se quedó un par de minutos con ellos hasta que Kaito no quiso seguir recibiendo alimento, fue en ese momento en que ella pidió estar con él a solas.

El detective esperó con impaciencia junto a Hakuba por unos largos cuarenta minutos hasta que la niña se reunió con ellos en la sala.

-¿Cómo está? -Hakuba fue el primero en preguntar.

-En comparación con la crisis que dices le dio anoche, está mejor -miró a ambos –Pero no está bien. Le di un calmante para que duerma un poco más, pero si queremos evitar un infortunio no podemos dejarlo solo.

-¿A qué te refieres? -preguntó Shinichi sintiendo que un escalofrío le recorría la espalda.

-Qué si sigue así no sería raro que incluso pueda atentar contra su propia vida -explicó y vio como los dos expandieron sus ojos con temor –Tranquilícense, lo que menos necesita ahora es verlos alterados, solo eviten dejarlo solo. Si tiene que ir al baño a hacer lo que sea, lo acompañan. Para salir o para cualquier cosa, siempre con él, al menos por unos días -le entregó un pequeño frasco con pastillas a Saguru -Qué se tome una de estas antes de dormir, eso evitará que despierte durante la noche. Y, de todas maneras, lo mejor sería que duermas en la misma habitación con él -lo vio abrir la boca, pero no lo dejó interrumpir –Y por ningún motivo dejes eso a su alcance. No queremos que se las beba de golpe.

Lo vio asentir con completo compromiso y se guardó las píldoras en el bolsillo de la camisa.

-¿Y yo cómo puedo ayudar? -Shinichi preguntó impaciente por cooperar.

Oh! Rival (Kaishin-Shinkai) -YaoiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora