LXI. El último as bajo la manga (parte 2)

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-¿Dónde está? -volvió a insistir al ver que el menor solo se limitaba a mirarla con desconcierto -¿Él está bien? Necesito verlo...por favor –le suplicó sin ocultar su preocupación.

No era padre, ni mucho menos madre y tampoco podía imaginarse lo que era vivir algo así siendo progenitor de alguien, pero lo que si sabía era que no podía engañarla, no a ella, ya que lo único que quería era comprobar el estado de su hijo.

-Y-yo yo no... -titubeó sintiendo una gran culpa sobre sus hombros. Se había comprometido a cuidarlo y no lo hizo como correspondía -Está...bien. Está arriba, pero... -no encontraba las palabras adecuadas para explicarle que Kaito no estaba bien y que físicamente tenía varios años menos.

-No me importa en qué estado se encuentre –se explicó creyendo que estaba mal herido. Y realmente si le importaba, pero la desesperación por verlo con sus propios ojos era tanta que se conformaba con su simple presencia.

-Deme un momento– le dijo Shinichi abandonando la sala para dirigirse al segundo piso e ir a buscar a Kaito.

A diferencia de cómo había bajado las escaleras esta vez subió con aires de funeral.

-¿Ya se fue? -preguntó Kaito esperanzado y en la misma posición que el detective lo había dejado.

-Kaito... -suspiró su nombre y por la manera en que lo hizo alteró un poco al ladrón -Tu madre está abajo. Luce realmente preocupada, quiere verte.

Separó los labios dejando escapar todo el aire de sus pulmones y expandió los ojos, no esperaba que ella se apareciera tan rápido por esos lados. No sabía si quería o no verla y no por el regaño que se llevaría, sino porque sentía tanta deshonra de sí mismo por lo que había hecho que creía no merecer estar en presencia de nadie, mucho menos de alguien que era tan importante para él.

-Se va a desmayar cuando me vea así -apuntó la vista en su pecho.

Shinichi torció la boca coincidiendo con él, pero esa no era una excusa para no darle la cara.

-Solo es un detalle -tragó saliva intentando creerse aquello –Lo que le importa es comprobar que estás vivo.

-N-no no puedo Shinichi -admitió siendo atacado por el miedo.

El detective caminó hacia él y buscó entre las desordenadas sábanas la parte de arriba del pijama, la encontró hecha una bola a los pies de la cama y la sacudió para ayudar a colocársela, Kaito estiró los brazos hacia arriba para hacerle la tarea más fácil.

-Estaré junto a ti -y en un gesto para transmitirle todo su apoyo tomó su mano y le besó los nudillos –Pase lo que pase.

Asintió lo poco convencido que podía estar en ese momento y bajaron juntos las escaleras. Al asomarse a la sala la vio sentada mirando a un punto fijo en la alfombra.

-¿Mamá? -la llamó Kaito sintiendo como los ojos se le llenaban de lágrimas al ver la expresión derrumbada que tenía.

Esperó unos segundos en los que hicieron contacto visual hasta que no aguantó más y corrió hacia ella como sintiendo que habían pasado siglos desde la última vez que la había visto y no pudo evitar conmocionarse.

-¡Mamá! ¡Mamá!

La llamó hasta que sintió como la distancia ya no existía. Intentó no llorar cuando sintió los brazos de su madre rodearlo con fuerza, enterró el rostro en su regazo y se aferró con fuerza a la ropa de su espalda como si no quisiera dejarla ir.

Oh! Rival (Kaishin-Shinkai) -YaoiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora