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Ella suena relajada y controlada, la preocupación por el pirómano olvidada.

Por otro lado, yo no parezco ser capaz de agitar mi estado de ánimo. Escojo en mi comida. Vanesa dijo que estaba gorda ayer.

¡Ella estaba bromeando!

Mi subconsciente me fulmina con la mirada otra vez. Francis
accidentalmente golpea su copa en la terraza, asustando a todo el mundo, y hay una repentina ráfaga de actividad para limpiarla.

—Voy a llevarte al cobertizo de botes y finalmente darte unas nalgadas ahí si no sales de este estado de ánimo —susurra Vanesa hacia mí.

Jadeo con el shock, giro y la miro boquiabierta.

¿Qué? ¿Se está burlando de mí?

—¡No te atreverías! —gruño hacia ella y desde lo más profundo de mí ser, siento una emoción familiar bienvenida.

Ella enarca una ceja hacia mí. Por supuesto que lo haría. Miro rápidamente a patri a través de la mesa.

Ella está mirándonos con interés. Giro de vuelta a vane, estrechando mis ojos hacia ella.

—Tendrías que atraparme primero… y estoy usando zapatillas —siseo.

—Sería divertido intentarlo —susurra con una sonrisa licenciosa y creo que está bromeando. Me ruborizo. Confusamente, me siento mejor.

Mientras terminamos nuestro postre de fresas con crema, los cielos se abren e inesperadamente nos empapan. Todos saltamos para recoger los platos y copas de la mesa, depositándolos en la cocina.

—Es bueno que el clima se mantuvo hasta que terminamos —dice toñi
satisfecha, mientras derivamos dentro de la habitación de estar trasera.

Vane se sienta en el brillante piano vertical negro, presiona
suavemente el pedal y comienza a tocar una melodía que no puedo ubicar inmediatamente.

Toñi me pregunta mis impresiones de Saint Paul de Vence. Ella y paco
fueron hace años, durante su luna de miel y se me ocurre que eso es un buen presagio, viendo cuán felices están juntos ahora.

Patri y Francis están
acurrucándose en uno de los grandes sillones mullidos, mientras Ethan,
Mia y paco están en una profunda conversación acerca de la psicología, creo.

Repentinamente, como uno, todos los Martín dejan de hablar y miran
boquiabiertos a vanesa .

¿Qué?

Vanesa está cantando suavemente en el piano.

El silencio desciende sobre todos nosotros mientras agudizamos el oído para escuchar su voz suave. Yo la he escuchado cantar antes ¿ellos no?

Vane se detiene, repentinamente consciente del silencio sepulcral que ha caído sobre la habitación. Patri me mira de manera inquisidora y me encojo de hombros.

Vanesa gira el banquillo y frunce el ceño, avergonzada al darse cuenta que se ha convertido en el centro de atención.

—Continúa —urge toñi suavemente—. Nunca te he escuchado cantar, vane. Jamás. —Ella la mira maravillada.

Vane  sentada en el taburete del
piano, mirando distraídamente hacia ella, y después de un latido, se
encoge de hombros. Sus ojos parpadean nerviosamente hacia mí, luego sobre las ventanas francesas. El resto de la habitación estalla
repentinamente en un parloteo cocheconsciente y yo me quedo observando a mi chica.

Toñi me distrae, agarrando mis manos luego repentinamente
envolviéndome en sus brazos.

—¡Oh querida niña! Gracias, gracias —susurra ella, de modo que sólo yo puedo escucharla.

LIBERADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora