—Bueno, eso cuenta como mal comportamiento —dice casualmente y bajo mi velocidad.
Miro por el espejo retrovisor. No hay señal del Audi, sólo un solitario coche oscuro con cristales polarizados detrás de nosotras. Imagino que los de seguridad se pusieron nerviosos, frenéticos para ponerse al día y por alguna razón esto me hace estremecer. Pero no quiero darle a mi Vanesa un infarto , decido comportarme y conducir constantemente con creciente
confianza hacia algún lado.Repentinamente, vanesa jura y forcejea para sacar su móvil del
bolsillo de sus jeans—¿Qué? —chasquea airadamente a quién sea que esté en el otro extremo de la línea—. No —dice ella y mira detrás de nosotras—. Sí, ella está conduciendo.
Compruebo brevemente el espejo retrovisor, pero no veo nada extraño, sólo unos pocos coches detrás de nosotras. El SUV está cerca de cuatro coches
atrás y todos estamos avanzando al mismo ritmo.—Ya veo. —vane suspira largo y duro, y toca su frente con sus dedos, la tensión irradia de ella.
Algo está mal.
—Sí… no lo sé. —Me mira y baja el teléfono de su oreja—. Estamos bien. Sigue adelante —dice calmadamente, sonriéndome, pero la sonrisa no toca sus ojos.
¡Mierda! La adrenalina pincha a través de mi sistema. toma el
teléfono nuevamente.—De acuerdo en el 520. Tan pronto como lo alcancemos… Sí… lo haré.
Vane encaja el teléfono en la horquilla del altavoz, poniéndolo en manos libres.
—¿Qué está mal vane?
—Simplemente ve a dónde vas nena —dice suavemente.
Estoy dirigiéndome a la rampa del 520 en dirección a Madrid . Cuando miro a Vane , ella está mirando fijamente hacia adelante.
—No quiero que entres en pánico —dice calmadamente—. Pero tan pronto como estemos propiamente en el 520, quiero que pises el acelerador. nos están persiguiendo.
¡Seguidas! Santa mierda. Mi corazón da bandazos en mi boca, pulsando,
mi cuero cabelludo pica y mi garganta se contrae con pánico.¿Seguidas por quién? Mis ojos se lanzan al espejo retrovisor y efectivamente, el coche
oscuro que vi más temprano todavía está detrás de nosotras. ¡Joder!¿Es ese? Entrecierro los ojos a través del parabrisas tintado para ver quién está conduciendo, pero no veo nada.
—Mantén tus ojos en la carretera, nena —dice vane gentilmente, no
en el truculento tono que usa normalmente cuando se trata de mi
conducción.¡Contrólate! Mentalmente me abofeteo a mí misma para someter el pavor que amenaza con hundirme. ¿Se supone que quién sea que nos sigue está armado? ¡Armado y detrás de Vanesa! ¡Mierda! Soy golpeada por una ola
de náuseas.—¿Cómo sabemos que estamos siendo seguidas? —Mi voz es un susurro
chirriante entrecortado.—El coche detrás de nosotras lleva matrículas falsas.
¿Cómo sabe eso?
Señalo mientras nos aproximamos al 520 desde la vía de acceso.
Es el final de la tarde y aunque la lluvia ha cesado, la carretera está mojada. Afortunadamente el tráfico es razonablemente ligero.
La voz de Jesús resuena en mi cabeza de una de sus muchas clases de autodefensa. “Es el pánico lo que te va a matar o conseguirte quedar seriamente herida, Moni”.
Tomo un profundo aliento, tratando de traer mi respiración bajo control.
Quién sea que nos está siguiendo está detrás de Vanesa . Mientras tomo otro profundo aliento estabilizador, mi mente empieza a aclararse y mi estomago se calma. Tengo que mantener a Vane a salvo.
Quería conducir este coche y quería conducirlo rápido. Bueno, aquí está mi oportunidad. Agarro el volante y tomo un último vistazo en mi espejo retrovisor. El Dodge está acercándose. Ralentizo más, ignorando el repentino vistazo que me da Vanesa y programo mi entrada en el 520 para que así el Dodge tenga que frenar y detenerse para esperar una brecha en el tráfico.
Suelto la marcha y lo piso.
El R8 se dispara hacia adelante, golpeándonos a ambas en las espaldas de nuestros asientos. El velocímetro se levanta hasta ciento veinte k/h.—Tranquila nena —dice Vanesa calmadamente, aunque estoy segura de que ella está todo menos calmada.
Zigzagueo entre dos líneas de tráfico como una ficha negra en un juego de damas, saltando efectivamente los coches y camiones. Estamos tan cerca
del lago en este puente, es como si estuviéramos conduciendo en el agua.Vane aprieta sus manos juntas en su regazo, manteniéndose tan
tranquila como sea posible y a pesar de mis enfebrecidos pensamientos, me pregunto vagamente si ella está haciéndolo para así no distraerme.—Buena chica —respira en ánimo.
Echa un vistazo detrás de ella
—. No puedo ver el Dodge.
—Estamos justo detrás Vanesa . —La voz de los de seguridad viene a través del manos libres—. Está tratando de alcanzarlas . Vamos a
intentar alcanzarla y pasarlo a un lado, poniéndonos entre su coche y el Dodge.¿Qué significa eso?
—Bien. Carrillo, lo estas haciendo bien. A este ritmo, siempre y cuando el trafico permanezca ligero, y desde lo que puedo ver lo está, estaremos fuera del puente en pocos minutos.
—Martín .
Parpadeamos pasando la torre de control del puente y sé que estamos a medio camino atravesando el lago . Cuando reviso mi
velocidad, sigo a ciento veinte.—Lo estás haciendo realmente bien —murmura vane otra vez
mientras mira fijamente hacia la parte posterior del R8.Por un momento fugaz, su tono me recuerda a nuestro primer encuentro en su sala de juegos cuando ella pacientemente me alentó a través de nuestra primera escena.
El pensamiento me distrae y lo despido inmediatamente.
—¿A dónde me dirijo? —pregunto, moderadamente más calmada.
Tengo el control del coche ahora. Es una alegría conducirlo, tan silencioso y fácil de
manejar que es difícil de creer cuán rápido estamos yendo.Conducir a esta velocidad en este coche es fácil.
—Moni, diríjase por la I-5 y después al sur. Queremos ver si el Dodge los sigue todo el camino —dice el de seguridad en el manos libres.
Los semáforos
en el puente están verdes, gracias al cielo, y corro hacia adelante.Miro nerviosamente a Vane y ella me sonríe tranquilizadoramente.
Luego su rostro cae.—¡Mierda! —jura suavemente.
Hay una línea de tráfico delante mientras salimos del puente, tengo que frenar. Mirando ansiosamente en el espejo una vez más, creo que diviso al Dodge.
—¿Más o menos 10 coches atrás?
—Sí, lo veo —dice vane, asomándose a través de la estrecha ventana
trasera—. Me pregunto ¿quién coño es?—Yo también. ¿Sabemos si conduce un hombre? —suelto hacia la
horquilla del móvil .—No Sra. Martín, Puede ser un hombre o una mujer. La tintura es
demasiado oscura.—¿Una mujer? —dice Vanesa .
Me encojo de hombros.
—¿Tu Sra. Robinson? —sugiero, sin quitar mis ojos de la carretera.
Vanesa se tensa y levanta el móvil de su horquilla.
—Ella no es mi
Sra. Robinson —gruñe—. No he hablado con ella desde mi cumpleaños. Y Elena no haría esto. No es su estilo.
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LIBERADA
Teen FictionAhora, Mónica y Vanesa lo tienen todo: amor, pasión y un mundo de infinitas posibilidades por delante. Pero Mónica sabe que amar a su Cincuenta Sombras, como ella le llama, no es tarea fácil, y que estar juntas plantea un desafío que ninguno de los...