Me meto en la ducha, bloqueándola con éxito. Oh, está tibio. El agua
curativa cae como una cascada sobre mí, limpiando el agotamiento de la
noche de mi piel. Oh Dios. Se siente tan bien. Por un momento, un
momento corto, puedo pretender que todo está bien. Lavo mi cabello y
para cuando he terminado, me siento mejor, más fuerte, lista para
enfrentarme al tren sin control que es Vanesa Martín.Envuelvo mi cabello
en una toalla, enérgicamente me seco con otra, y la envuelvo alrededor de mí.Abro la cerradura y la puerta para encontrar a vanesa apoyada contra la pared opuesta, las manos detrás de la espalda. Su expresión es cautelosa, la de una depredadora de caza. Paso a grandes zancadas frente a ella y hacia
nuestro guardarropa.-¿Me estás ignorando? -pregunta Vanesa sin poder creerlo a la vez que se para en la puerta del guardarropa.
-¿Perceptivo, verdad? -murmuro distraídamente mientras busco algo
que ponerme. Ah, sí; mi vestido color ciruela. Lo saco de la percha, elijo mis botas negras de taco aguja, y me dirijo hacia la habitación.Hago una pausa para que Vanesa salga de mi camino, lo cual hace,
Eventualmente; sus buenos modales intrínsecos apoderándose de ella.Siento sus ojos penetrándome mientras camino hacia mi cómoda, y la espío por el espejo, de pie inmóvil en la puerta, observándome.
En un acto digno de una ganadora del Oscar, dejo caer la toalla al suelo y pretendo que soy inconsciente de mi cuerpo desnudo. Oigo su jadeo ahogado y la
ignoro.-¿Por qué estás haciendo esto? -pregunta. Su voz es baja.
-¿Por qué crees? -Mi voz es suave como el terciopelo mientras saco un
bonito par de bragas negras de encaje de La Perla.-moni ... -se detiene mientras me las pongo.
-Ve y pregúntale a tu Sra. Robinson. Estoy segura de que ella tendrá una explicación para ti -murmuro mientras busco el sujetador que hace juego.
-moni , te lo he dicho antes, ella no es mi...
-No quiero oírlo, Vanesa -hago un gesto desdeñoso con la mano-. El
momento para hablar fue ayer, pero en su lugar decidiste fisgonear y
emborracharte con la mujer que abusó de ti durante años. Llámala. Estoy segura de que estará más que deseosa de escucharte ahora. -Encuentro el sujetador que hace juego y lentamente me lo pongo .Vanesa entra más en la habitación y pone las manos en sus caderas.
-¿Por qué estuviste fisgoneando? -dice.
A pesar de mi decisión me ruborizo.
-Ese no es el punto, Vanesa -estallo-. El hecho es que las cosas se ponen difíciles, y tú corres a ella.
Su boca forma una línea sombría.
-No fue así.
-No estoy interesada. -Tomando un par de medias negras hasta el muslo
con encaje en la parte superior, retrocedo hacia la cama.Me siento, enderezo el pie, y suavemente deslizo la tela de gasa por mi muslo.
-¿Dónde estabas? -pregunta, sus ojos siguiendo mis manos por mis
piernas, pero continúo ignorándola mientras hago rodar la otra media.Poniéndome de pie, me inclino para secar mi cabello con la toalla. Por
entre mis muslos separados, puedo ver sus pies desnudos, y siento su
intensa mirada. Cuando he terminado, me pongo de pie y retrocedo hacia la cómoda de donde tomo mi secador de cabello.-Respóndeme. -La voz de Vanesa es baja y ronca.
Enciendo el secador de cabello para no poder oírla más y la observo por
entre mis pestañas en el espejo mientras seco mi cabello con los dedos. Ella me da una mirada feroz, los ojos entrecerrados y fríos, helados incluso.Alejo la mirada, concentrándome en la tarea que estoy haciendo e
intentando reprimir el escalofrío que corre a través de mí. Trago con fuerza y me concentro en secar mi cabello. Todavía está enfadada.
Sale con esa maldita mujer, ¿y está enfadado conmigo? ¡Cómo se atreve!
Cuando mi cabello luce salvaje e indomable, me detengo. Sí... me gusta.Apago el secador.
-¿Dónde estabas? -susurra, su tono ártico.
-¿Qué te importa?
-moni , detente. Ahora.
Me encojo de hombros, y vanesa se mueve rápidamente a través de la
habitación hacia mí. Me vuelvo enseguida, alejándome cuando ella extiende sus manos.-No me toques -siseo y ella se congela.
-¿Dónde estabas? -demanda. Sus manos forman puños a los lados.
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LIBERADA
Teen FictionAhora, Mónica y Vanesa lo tienen todo: amor, pasión y un mundo de infinitas posibilidades por delante. Pero Mónica sabe que amar a su Cincuenta Sombras, como ella le llama, no es tarea fácil, y que estar juntas plantea un desafío que ninguno de los...