Luego de unas cuantas horas, escucho la suave voz de Ana.
Qué bien estar con Ana, es con la que mejor trato tengo y mi seguridad favorita, luego de Vanesa, claro está.—moni—la voz de Ana me despierta—. Estamos en las instalaciones del hospital. Sólo tengo que encontrar la sala de emergencias.
—Sé dónde está. —Mi mente revolotea a mi última visita cuando,
en mi segundo día, me caí de una escalera de mano en Clayton’s,
torciéndome mi tobillo. Recuerdo a Paul Clayton cerniéndose sobre mí y me estremezco al recordarlo.Ana se detiene en el punto de bajada y salta fuera para abrir mi puerta.
—Iré a estacionar, Moni , y vendré a encontrarla. Deje su maletín, yo lo llevaré.
—Gracias, anita.
Asiente, y camino enérgicamente en la bulliciosa área de recepción de la sala de emergencias. La recepcionista en el escritorio me da una sonrisa amable, y en unos minutos, ha ubicado a Jesús y me envía a la sala de emergencias quirúrgica en el
tercer piso.¡Mierda!
—Gracias —murmuro, tratando de concentrarme en sus instrucciones
hacia los ascensores. Mi estómago se tambalea mientras casi corro hacia ellos.Que esté bien. Por favor que esté bien.
El ascensor es desesperadamente lento, deteniéndose en cada piso.
Vamos… ¡Vamos! Quiero que se mueva más rápido, con el ceño fruncido
hacia las personas paseando dentro y fuera y evitando que llegue a papá.Finalmente, las puertas se abren en el tercer piso, y me apresuro hacia otra área de recepción, ésta atendida por enfermeras en uniformes de marina.
—¿Puedo ayudarle? —pregunta una oficiosa enfermada con una mirada
miope.—Mi padre, Jesús Carrillo . Ha sido ingresado. Está en el OR-4, creo.—
Incluso mientras decía las palabras, estoy queriendo que no sean verdad.—Déjeme comprobar, Señorita Carrillo.
Asiento, sin molestarme en corregirla mientras ella mira atentamente la pantalla de su ordenador.
—Sí. Ha estado un par de horas. Si prefiere esperar, les haré saber que usted está aquí. La sala de espera está allí. —Apunta hacia una gran puerta blanca útilmente etiquetada SALA DE ESPERA en fuerte letra azul.
—¿Él está bien? —pregunto, tratando de mantener mi voz estable.
—Tendrá que esperar a uno de los médicos que lo atiende la informe, señorita.
—Gracias —murmuro, pero por dentro estoy gritando, ¡Quiero saber ahora!
Abro la puerta para revelar una funcional y austera sala de espera dónde el Sr. Rodríguez y José están sentados.
—¡Moni! —exclama el Sr. Rodríguez. Su brazo está enyesado, y su mejilla magullada en un lado. Está en una silla de ruedas con una de sus piernas enyesada también. Cautelosamente envuelvo mis brazos alrededor de él.
—Oh, Sr. Rodríguez —sollozo.
—Moni , cariño. —Da palmaditas en mi espalda con su brazo sano—. Lo
siento tanto —murmura, su voz ronca agrietándose.Oh no.
—No, papá —dice José suavemente en advertencia mientras se cierne
detrás de mí. Cuando me giro, me tira a sus brazos y me abraza.—José —murmuro. Y estoy perdida, lágrimas cayendo mientras toda la
tensión, el miedo y la angustia de las últimas tres horas emergen.—Oye, Moni , no llores. —José gentilmente acaricia mi cabello.
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LIBERADA
Novela JuvenilAhora, Mónica y Vanesa lo tienen todo: amor, pasión y un mundo de infinitas posibilidades por delante. Pero Mónica sabe que amar a su Cincuenta Sombras, como ella le llama, no es tarea fácil, y que estar juntas plantea un desafío que ninguno de los...