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—Vine a ver qué estaba deteniendo a Moni . —patri nos mira, confundida.

—Sólo estábamos charlando —dice Francis, y la tensión crepita entre ellos.

Todos nos detenemos cuando oímos un coche detenerse afuera. ¡Oh!
Vane está de vuelta. Gracias a Dios. El mecanismo que abre la puerta del garaje zumba fuertemente al ponerse en marcha, sorprendiéndonos a todos, y la puerta lentamente se levanta para revelar a vanesa y a Ethan
descargando unas bolsas. Vane se detiene cuando
nos ve parados en el garaje.

—¿Una banda de garaje? —pregunta sarcásticamente mientras se pasea
dentro, dirigiéndose directamente hacia mí.

Sonrío. Estoy aliviada de verla. Debajo de su chaqueta usa una camiseta de tirantes que se le ve estupenda.

—Hola —dice mirándome curiosamente, ignorando a patri y a Francis.

—Hola. Linda camiseta, se parece a la mía. - dije riendo, sabiendo perfectamente que es mi camiseta.

—una belleza ¿no? Es nueva—Su voz es suave y seductora, para mis oídos nada más, y cuando me mira, su expresión es
ardiente.

Me sonrojo, y esboza una sonrisa enorme, sin restricciones, toda para mí.

—Estás mojada—murmuro.

—Estaba lloviendo. ¿Qué están haciendo en el garaje? —Finalmente
reconoce que no estamos solos.

—Moni vino a buscar un poco de leña. —Francis sonríe. De alguna manera se las arregla para hacer que esa frase suene obscena—. Intenté tentarla para
que diéramos un paseo. —Es el maestro del doble sentido.

El rostro de Vanesa cae, y mi corazón se detiene.

—Dijo que no. Que no te gustaría —dice Francis amablemente y libre de
insinuaciones.

La mirada verde de vane vuelve hacia mí.

—¿Lo hizo? —murmura.

—Escuchen, estoy totalmente a favor de quedarme aquí a discutir qué es lo que Moni hizo después pero, ¿volvemos a entrar? —dice bruscamente patri . Se inclina, arrebata dos leños, y se vuelve sobre los talones, pisando
con fuerza hacia la puerta. Oh, mierda.

Francis suspira y, sin decir una palabra, la sigue. Los miro irse,
pero vane me distrae.

—¿Sabes montar en moto? —pregunta, con su voz mezclada con
incredulidad.

—No muy bien. Ethan me enseñó.

Sus ojos se congelan de inmediato.

—Tomaste la decisión correcta —dice, su voz mucho más fría—. La tierra está muy dura ahora, y la lluvia la ha hecho traicionera y resbaladiza.

Yo solo sonrio al verla. Su cabello está mojado al igual que su ropa.

—¿La estoy divirtiendo, Sra. Mónica?

—Muchísimo. Estás mojada… déjame prepararte un baño.

—Mientras que te unas a mí. —Se inclina y me besa

Lleno la gran bañera y vierto un
poco del costoso aceite de baño, el cual comienza a hacer espuma de
inmediato. El aroma es celestial… jazmín, creo. En el dormitorio, comienzo a colgar El Vestido mientras se llena el baño.

—¿Lo pasaste bien? —pregunta vane mientras entra en la habitación.

Sólo viste una camiseta y pantalones de jeans, los pies descalzos. Cierra
la puerta detrás de ella.

—Sí —murmuro, absorbiéndola. La he extrañado. Ridículo… sólo han sido, ¿qué, unas pocas horas?

Ella inclina la cabeza y me mira.

—¿Qué sucede?

—Estaba pensando cuánto te he echado de menos.

—Suena como si estuviera muy enamorada, Carrillo.

—Lo estoy, Martín, lo estoy.

Se pasea hacia mí hasta que está de pie delante de mí.

—¿Qué compraste? —susurra, y sé que es para cambiar el tema de
conversación.

—Un vestido, algunos zapatos, un collar que terminarás usando tu. Gaste un montón de tu dinero. —
La miro, culpable.

A ella le hace gracia.

—Bien —murmura y lleva un mechón de cabello detrás de mi oreja—. Y
por milmillonésima vez, nuestro dinero. —Tironea de mi barbilla, liberando el labio de mis dientes y desliza su dedo índice por la parte delantera de mi
camiseta, por mi esternón, entre mis pechos, por mi estómago y sobre mi vientre hasta el dobladillo.
—No necesitarás esto en el baño —susurra, y tomando el dobladillo de mi camiseta con ambas manos, lentamente la levanta—. Sube los brazos.

Obedezco, sin apartar mis ojos de los suyos, y ella deja caer mi camiseta al suelo.

—Pensé que sólo íbamos a tomar un baño. —Mi pulso se acelera.

—Quiero ensuciarte primero. Yo también te he echado de menos. —Se inclina y me besa.

—¡Mierda, el agua! —Me esfuerzo por sentarme, toda post-orgásmica y
aturdida.

Vane no me deja ir.

—¡Vanesa , el baño! —La miro desde mi posición postrada sobre su
pecho.

Se ríe.

—Relájate… es un cuarto húmedo. —Se da la vuelta y me besa con
rapidez—. Cerraré el grifo.

Se baja con gracia de la cama y se pasea hacia el baño. Mis ojos la siguen ávidamente todo el camino. Hmm… mi esposa, desnuda y pronto mojada.
Mi diosa interior se lame los labios en forma salaz y me da su sonrisa de bien follada. Me levanto de la cama de un salto.

Nos sentamos en lados opuestos de la bañera, la cual está muy llena; tan llena que cuando sea que nos movemos, el agua rebalsa por los costados y cae al suelo. Es muy decadente. Incluso más decadente es Vanesa pasando sus manos por mis piernas.

—Mmm… —murmuro incoherente.

Ella comienza el masaje una vez más. Oh, esto se siente bien. Cierro los ojos.

—Vi a Gia en la ciudad —murmuro.

—¿En serio? Creo que tiene una casa aquí —dice despectivamente. No está interesada en lo más mínimo.

—Estaba con Francis.

Vanesa detiene su masaje. Eso captó su atención. Cuando abro los ojos
su cabeza está inclinada hacia un lado, como si no entendiera.

Pero si Vanesa estaba en el auto, definitivamente vane no se dió cuenta de esto o quedó estacionada mucho más allá de donde esto ocurrió.

—¿A qué te refieres con Francis? —pregunta, perpleja más que preocupada.

Le explico lo que vi.

—Moni , sólo son amigos. Creo que Francis está bastante entusiasmado con patri. —Hace una pausa y luego añade en voz baja—. De hecho, sé que está bastante entusiasmado con ella. —Y me da su mirada que dice “no tengo idea por qué”.

—patri es bellísima. —Me erizo, en defensa de mi amiga.

Ella resopla.

—Aún me alegra que fueras tú quien cayó en mi oficina. —Besa mi mano y continúa paseando sus dedos por mis piernas.

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Me miro en el espejo de cuerpo completo boquiabierta, sin reconocer a la que me mira. Patri ha jugado a las Barbies conmigo esta noche, arreglando mi cabello y maquillaje. Mi cabello está suelto y liso, mis ojos delineados, mis labios rojo escarlata. Me veo… sexy. Soy toda piernas, especialmente con los Manolo de tacones altos y el vestido
indecentemente corto. Necesito que vane lo apruebe, aunque tengo el
horrible presentimiento de que no le gustará que tanta de mi piel esté expuesta. En vista de que normalmente siempre nos mostramos la ropa, decido que debería preguntarle. Levanto mi móvil .

LIBERADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora