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me mira fijamente. Revolotean la duda y posiblemente el dolor en su rostro.

—Malo, creo. —Sus palabras son apenas audibles.

¡Mierda!

—Pensé que te había gustado.

—Me gustó. En ese momento.

—¿Ahora no?

Ella me mira, con los ojos muy abiertos, luego, lentamente, niega con la cabeza.

Oh Dios...

—Oh, vane . —Me siento abrumada por los sentimientos que me
inundan. Mi niña perdida . Me lanzo hacia ella y beso su rostro, su garganta, su pecho, sus pequeñas cicatrices redondas. Gime, me empuja contra ella , y me besa apasionadamente. Y muy despacio, con ternura y a su ritmo,
me hace el amor una vez más.

—Mónica Carrillo . ¡Te superaste a ti misma!

Ethan aplaude cuando me dirijo a la cocina por el desayuno. Está sentado con Mia y patri en la barra del desayuno, mientras que la Sra. Bentley cocina unos panqueques.

Vanesa no está por ningún lado.

—Buenos días, Sra. Martín. —La Sra. Bentley sonríe—. ¿Qué te gustaría
para el desayuno?

—Buenos días. Lo que sea que estés haciendo, gracias. ¿Dónde está
Vanesa ?

—Afuera. —patri señala con la cabeza hacia el patio trasero. Me acerco a la ventana que da hacia el patio y las montañas más allá.

Se trata de un claro día  azul pálido y mi hermosa chica está alrededor de veinte metros de distancia en una discusión profunda con algún sujeto.

—Ese con quien está hablando, es el Sr. Bentley —grita Mia desde la barra del desayuno. Me vuelvo a mirarla, distraída por su tono malhumorado.

Ella mira maliciosamente a Ethan. Oh, querido. Me pregunto una vez más lo que está pasando entre ellos. Frunciendo el ceño, dirijo mi atención de vuelta a mi chica y el Sr. Bentley.

El esposo de la Sra. Bentley es rubio, de ojos oscuros, delgado y fuerte, vestido con pantalones de trabajo y una camisa del Departamento de Bomberos de Aspen. Vane viste un vestido negro, largo, y botas con tacon . Mientras los dos deambulan por el césped hacia la casa perdidos en su conversación, vane casualmente se inclina para recoger lo que parece ser una caña de bambú que debe de haber sido derribada o descartada en el cantero. Deteniéndose, Vanesa distraídamente sostiene la caña en alto con el brazo extendido como si lo considerara con cuidado y la desliza por el aire, sólo una vez.

Oh...

El Sr. Bentley parece no ver nada extraño en su comportamiento. Ellos continúan su discusión, más cerca de la casa esta vez, después se detienen una vez más y vanesa repite el gesto. La punta de la caña cae al suelo. Levantando la mirada, Vanesa me ve junto a la ventana. De repente me siento como si la estuviera espiando. Se detiene. Le doy un saludo avergonzado y luego giro y camino de regreso a la barra del
desayuno.

—¿Qué estabas haciendo? —pregunta patri.

—Sólo viendo a vanesa.

—Te ha dado fuerte. —Ella resopla.-pero te entiendo, esta guapa la jodía -

—¿Y a ti no, oh-futura-cuñada? —respondo, con una sonrisa y tratando de enterrar las inquietantes imágenes de Vanesa empuñando una caña. Me
sorprendo cuando patri salta y me abraza.

—¡Hermana! —exclama, y es difícil no ser arrastrada por su alegría.

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—Hola, dormilona. —vane me despierta—. Estamos a punto de
aterrizar. Ponte el cinturón de seguridad.

Busco a tientas, medio dormida, mi cinturón de seguridad, pero Vanesa lo sujeta por mí. Me besa en la frente antes de volver a su asiento. Inclino mi cabeza en su hombro de nuevo y cierro los ojos.
Una caminata increíblemente larga y un almuerzo campestre en la cima de una montaña espectacular me han agotado. El resto de nuestro grupo permanece tranquilo, demasiado… incluso Mia. Ella se ve abatida, así como ha estado todo el día. Me pregunto cómo está yendo su campaña con Ethan. Ni siquiera sé dónde durmieron anoche. Mis ojos atrapan a los de ella y le doy una pequeña sonrisa de “estás bien”.
Ella me da una breve sonrisa triste de vuelta y vuelve a su libro.

Miro hacia arriba a Vane  a través de mis pestañas. Ella está trabajando en un contrato o algo así, leyendo  y anotando en los márgenes.
Sin embargo, parece relajada. Francis está roncando suavemente junto a patri.

Todavía tengo que acorralar a Francis y preguntarle sobre Gia, pero ha sido imposible arrinconarlo lejos de patri . Vanesa no está lo suficiente
interesada como para preguntar, lo cual es irritante, pero no la he
presionado. Hemos estado disfrutando demasiado juntas.

Francis apoya su mano posesivamente sobre la rodilla de patri . Ella se ve radiante,
y pensar que sólo ayer por la tarde estaba tan insegura de él. De repente, Francis abre los ojos y mira directamente hacia mí. Me sonrojo, siendo sorprendida mirándolo.

Él sonríe.

—Me encanta tu rubor, Moni —bromea, estirándose. Patri me da su sonrisa satisfecha de “el gato se comió al canario”

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—¿Cómo estuvo su fin de semana, Carrillo ? —pregunta vane  una
vez que estamos en el Audi de regreso a Escala. Sole y Ana van al frente.

—Bien, gracias. —Sonrío, sintiéndome tímida de repente.

—Podemos ir en cualquier momento. Llevar a quien desees.

—Deberíamos llevar a Jesús . Le gustaría la pesca.

—Esa es una buena idea.

—¿Cómo estuvo para ti? —pregunto.

—Bien —dice después de un momento, creo que sorprendida por mi
pregunta—. Realmente bien.

—Pareció que te relajabas.

Ella se encoge de hombros.

—Sabía que estabas segura.

Frunzo el ceño.

—vane, estoy segura la mayor parte del tiempo. Te lo he dicho antes,
colapsarás a los cuarenta si sigues con este nivel de ansiedad. Y quiero envejecer contigo. —Extiendo la mano y tomo la suya. Ella me mira como si
no pudiera comprender lo que estoy diciendo. Tomando mi mano
suavemente, besa mis nudillos y cambia de tema.

—¿Cómo está tu mano?

—Mejor, gracias

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