54

1K 52 2
                                    

—Sí, señora. Usted no estaría parada aquí si no lo estuviera, se lo puedo asegurar. —Ryan suena vagamente ofendido.

—¿Cómo consiguió entrar? —pregunto, ignorando su tono.

—A través del ascensor de servicio. Consiguió un buen par, señora.

Miré hacia abajo, a la desplomada figura de Jack. Él está usando un
uniforme de algún tipo… overol, creo.

—¿Cuándo?

—Hace cerca de diez minutos. Lo atrapé en el monitor de seguridad.
Estaba usando guantes… un poco extraño en agosto. Lo reconocí y decidí darle acceso. De esa manera sabía que le tendríamos. Usted no estaba aquí y Gail estaba a salvo, así que me imaginé que era ahora o nunca. — Ryan parecía muy satisfecho consigo mismo una vez más y Ana le frunció el ceño en desaprobación.

¿Guantes? El pensamiento me distrae y miro una vez más a Jack. Sí, está usando guantes de cuero marrón. Escalofriante.

—¿Ahora qué? —Trato de despedir las ramificaciones de mi mente.

—Necesitamos asegurarlo —responde Ryan.

—¿Asegurarle?

—En caso de que despierte. —Ryan mira hacia ana.

—¿Qué necesitas? —pregunta la Sra. Jones dando un paso adelante.

Ella ha recobrado su compostura.

—Algo para atarlo… cordón o soga —responde Ryan.

Esposas . Me ruborizo mientras los recuerdos de la noche anterior
invaden mi mente. Reflexivamente froto mis muñecas y las miro
rápidamente. No, ningún moretón. Bien.

—Tengo algo. Esposas . ¿Lo harán?

Todos los ojos giran hacia mí.

—Sí, señora. Perfecto —dice ana, seria e inexpresiva.

Quiero que el
suelo me trague, pero giro y me dirijo a nuestra habitación. A veces simplemente necesitas no mostrar las cosas. Tal vez es la combinación de miedo y alcohol haciéndome audaz.

Cuando regreso, la Sra. Jones está inspeccionando el desastre en el
vestíbulo y la señorita Prescott se ha unido al equipo de seguridad. Le tiendo las esposas a Blanco , quién lentamente y con innecesario cuidado, ata las manos de Hyde detrás de su espalda. La Sra. Jones desaparece en la cocina y regresa con un kit de primero auxilios. Toma el brazo de Ryan, lo lleva al umbral del gran salón y comienza a ocuparse del
corte encima de su ojo. Él se estremece mientras lo frota con una toallita antiséptica. Luego noto la pistola en el suelo con un silenciador acoplado.

¡Santa mierda! ¿Jack estaba armado? La bilis se eleva en mi garganta y lucho para bajarla.

—No toque Sra. Martin —dice Prescott cuando me doblo para recogerla.

Ana emerge de la oficina de sole con guantes de látex.

—Me ocuparé de eso Sra. Mónica —dice ella.

—¿Es suya? —pregunto.

—Sí, señora —dice Ryan, estremeciéndose una vez más por la ayuda de la Sra. Jones.

Santa mierda. Ryan peleó con un hombre armado en mi casa.

Me estremezco al pensamiento. Ana se dobla y cautelosamente recoge
la Glock.

—¿Deberías estar haciendo eso? —pregunto.

—la señorita Vanesa lo esperaría, señora. —Ana desliza el arma en una bolsa plástica con cierre y luego se agacha para darle palmaditas a Jack.

Hace una pausa y jala parcialmente un rollo de embalaje del bolsillo del hombre. Ana palidece y empuja la cinta de vuelta en el bolsillo de Hyde.

¿Cinta de embalaje? Mi mente registra ociosamente mientras observo el procedimiento con fascinación y extraña indiferencia. Luego la bilis sube a
mi garganta otra vez mientras me doy cuenta de las consecuencias.

Rápidamente, las despido de mi cabeza. ¡No vayas ahí, Moni!

—¿Deberíamos llamar a la policía? —murmuro, tratando de esconder mi
miedo.

Quiero a Hyde fuera de mi casa, más pronto que tarde.

Ryan y Ana se miran el uno al otro.

—Creo que deberíamos llamar a la policía —digo con mucha más fuerza, preguntándome qué está pasando entre Ryan y Ana .

—Sólo he tratado de llamar a sole  y ella no está respondiendo su móvil. Quizás está dormida. —Ana revisa su reloj—

Oh, no.

—¿Has llamado a vanesa? —susurro.

—No, señora.

—¿Estabas llamando a sole por instrucciones?

Ana se ve momentáneamente avergonzada.

—Sí, señora.

Parte de mí se eriza. Este hombre —miro abajo a Hyde otra vez— ha
invadido mi hogar y él necesita ser removido por la policía. Pero mirando a seguridad , a sus ojos ansiosos, decido que debo estar perdiendo algo, así
que decido llamar a vanesa . Mi cuero cabelludo pica. Sé que ella está molesta conmigo, realmente, realmente molesta conmigo, y flaqueo ante el
pensamiento de lo que dirá. Y cuánto se estresará porque no está aquí y no puede estar aquí hasta mañana por la noche. Sé que la he preocupado lo suficiente esta noche. Quizás no debo llamarla. Y entonces se me ocurre. Mierda. ¿Qué si hubiera estado aquí? Palidezco al pensamiento.

Gracias a Dios que estaba fuera. Quizás no estaré en tantos problemas después de todo.

—¿Él está bien? —pregunto, señalando a Jack.

—Tendrá un cráneo adolorido cuando despierte —dice Ryan, mirando
abajo a Jack con desprecio—. Pero necesitamos paramédicos aquí para
asegurarnos.

Alargo la mano dentro de mi bolso y saco mi móvil y antes de que
pueda pensar mucho en la extensión de la ira de vane, marco su
número.

Va directamente al correo de voz. Ella debe haberlo apagado porque está muy enfadada. No puedo pensar en qué decir. Girando, camino por el pasillo un poco, alejándome de todo el mundo.

—Hola. Soy yo. Por favor no te enfades. Hemos tenido un accidente en el apartamento. Pero está todo bajo control, así que no te preocupes. Nadie está herido. Llámame. —Cuelgo.

—Llama a la policía —le digo a Ana .

Ella asiente, saca su teléfono y hace la llamada.

LIBERADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora