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—¿Qué?

—china. La Sra. López solía llamarme china

Frunzo el ceño.

—¿Eso tiene sentido?

—La nota —dice mirándome—. La nota de rescate que dejó ese maldito.
Decía algo como “¿Sabes quién soy? Porque yo sé quién eres, china”.

Eso no tenía nada de sentido para mí.

—¿Se lo dirás a la policía?

—Sí. Lo haré. Dios sabe que hará Clark con esa información. —vane
sacude la cabeza como tratando de aclarar sus pensamientos—. De
cualquier manera, gracias por esta tarde.

Wow. Cambio de velocidad.

—¿Por qué?

—Ofrecerles comida a mi familia en un momento inesperado.

—No me lo agradezcas a mi, agradécele a Mia y a la Sra. Jones. Ella mantiene bien abastecidas las despensas.

Ella sacude su cabeza con exasperación. ¿A mí? ¿Por qué?

—¿Cómo se está sintiendo, Sra. Martín?

—Bien. ¿Cómo se está sintiendo usted?

—Estoy bien. —Frunce el ceño... sin entender mi preocupación.

Oh... en ese caso. Arrastro mis dedos hacia abajo por su estómago hacia su sendero feliz.

Ella se ríe y agarra mi mano.

—Oh, no. No tengas ideas tontas.

Hago un puchero y ella suspira.

—moni , moni , moni ¿qué voy a hacer contigo? —Besa mi cabello.

—Tengo algunas ideas. —Me retuerzo a su lado y me estremezco cuando el dolor irradia a través de la parte superior de mi cuerpo desde mis costillas
magulladas.

—Nena, has pasado por demasiado. Además, tengo una historia para ti.

¿Oh?

—Tú querías saber... —ella se calma, cierra sus ojos y traga.

Todo el pelo de mi cuerpo se eriza. Mierda.

Comienza con voz suave.

—Imagínate esto: una adolescente buscando ganar un poco de dinero
adicional para poder continuar con su hábito secreto de beber. —Se mueve sobre su lado para estar acostadas una frente a otra mientras mira fijamente a mis ojos. —Entonces estaba en el patio trasero de la casa de los lincoln limpiando algunos escombros y basura de la ampliación ya que acababan de hacer a su casa.

Mierda... está hablando.

Apenas puedo respirar. ¿Quiero oír esto?

Vane cierra sus ojos y
exhala. Cuando los abre otra vez, están brillantes pero diferentes,
llenos de recuerdos inquietantes.

—Era un caluroso día de verano. Estaba trabajando duro. —Resopla y sacude su cabeza, repentinamente divertida—. Era un trabajo agotador recogiendo escombros. Estaba por mi cuenta, y Ele… la Sra. Lincoln apareció de la nada y me trajo algo de limonada. Intercambiamos algunas
palabras, e hice alguna observación sarcástica… y ella me abofeteó. Me
abofeteó muy fuerte.

Inconcientemente su mano se movió a su rostro y acarició su mejilla, sus ojos nublándose ante el recuerdo. ¡Santa mierda!

—Pero entonces me besó. Y cuando terminó, me abofeteó otra vez. —
Parpadeó, pareciendo aún confundida incluso después de todo este
tiempo—. Nunca había besado antes o había sido golpeada así.

Oh. Ella se abalanzó. Sobre una niña.

—¿Quieres oír esto? —pregunta Vanesa.

Sí… No…

—Solo si quieres contármelo. —Mi voz es pequeña mientras estoy
recostada de cara a ella, mi mente confundida.

—Estaba tratando de darte algo de contexto.

Asiento en lo que espero sea una forma alentadora. Pero sospecho que
podría lucir como una estatua, congelada y con los ojos abiertos en shock.

Frunce el ceño, sus ojos buscando los míos, tratando de evaluar mi
reacción. Entonces se gira sobre su espalda y mira hacia arriba al techo.

—Bien, naturalmente, estaba confundida y enfadada y caliente como el infierno. Quiero decir, una caliente mujer mayor viene sobre ti de esa forma… —sacude su cabeza como si aún no pudiera creerlo.

¿Caliente? Me siento mareada.

LIBERADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora