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—¿Algo rudo? Dime si soy demasiado ruda. ¿Entiendes?

—Sí —digo en voz baja, y se estrella contra mí, tirando de mí hacia ella , al mismo tiempo que empuja el plug hacia delante, más profundo…

—¡Mierda! —grito.

Ella no contesta, su respiración es más dura y mis jadeos la acompañan.

Trato de asimilar todas las sensaciones: la plenitud, la sensación deliciosamente seductora de estar haciendo algo prohibido, el placer erótico brotando hacia afuera desde muy dentro de mí. Ella tira suavemente del plug.

Oh, por Dios... gimo y oigo su aguda respiración, un jadeo de placer puro, sin adulterar. Mi sangre se calienta ¿Alguna vez he sentido tan desenfrenada… tan…

—¿Otra vez? —susurra.

—Sí.

—Quédate quieta —ordena, saliendo fácilmente de mi y golpeando dentro de mí otra vez.

Oh, yo quería esto.

—Sí —siseo.

Y coge ritmo. Su respiración es más dificultosa, junto con la mía, mientras se clava dentro de mí.

—¡Oh, Moni! —jadea.

Mueve una de sus manos de mi cadera y gira el plug de nuevo, tirando poco a poco, tirando de él y empujándolo de nuevo dentro.

La sensación es indescriptible, y creo que me voy a desmayar sobre la mesa. Ella nunca pierde el ritmo cuando me lleva una y otra vez, moviéndose fuerte y duro dentro de mi.

Mi interior se aprieta y tiembla

—Oh mierda —gruño.

Esto me va a destrozar.

—Sí, cariño —susurra.

—Por favor —le suplico y yo no sé que… para, no para, gira el plug de nuevo.

Mis entrañas se aprietan alrededor de el arnés y del tapón.

—Está bien —respira.

Me golpea duro en mi nalga derecha, y me corro una
y otra vez, cayendo y cayendo, dando vueltas, vueltas y más vueltas palpitantes, y entonces vane  tira suavemente del plug.

—¡Mierda! —grito y vanesa agarra mis caderas y culmina en voz alta, todavía sosteniéndome.

La mujer aun sigue cantando. Vanesa siempre pone las canciones para
que se repitan aquí. Extraño.

Estoy acurrucada en sus brazos sobre su regazo, nuestras piernas enredadas juntas, con mi cabeza descansando en su pecho. Estamos en el suelo del salón de juegos junto a la mesa.

—Bienvenida de vuelta —dice, quitándome la venda de los ojos.

Parpadeo mientras mis ojos se acostumbran a la tenue luz. Jalando mi barbilla hacia atrás, ella planta un suave beso en mis labios, sus ojos centrados y
ansiosos buscando los míos. Alcanzo su cara para acariciarla. Ella sonríe.

—Bueno, ¿cumplí las instrucciones? – pregunta, divertida.

Frunzo el ceño.

—¿Instrucciones?

—Tú querías sexo  rudo —dice gentilmente.

Sonrío, porque no puedo evitarlo.

—Si. Creo que lo hiciste…

levanta sus cejas y me sonríe.

—Estoy muy encantada de escucharlo, Carrillo. Te ves completamente
bien cogida y hermosa en este momento.

LIBERADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora