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—Hey —susurra, inclinando mi barbilla hacia atrás y mirándome con tranquila preocupación—. ¿Por qué lloras? ¿Te hice daño?

—No —murmuro tranquilizadora.

Alisa mi cabello fuera de mi cara, limpia una lagrima solitaria con el pulgar y besa tiernamente mis labios.

Todavía estoy sobre ella. Se mueve, y me estremezco.

—¿Qué pasa, Moni ? Cuéntame.

Sorbo por la nariz.

—Es que… es que a veces me siento abrumada por cuanto te amo —
susurro.

Ella parpadea hacia mí. Luego sonríe con su sonrisa tímida especial, reservada para mí, creo

—. Tienes el mismo efecto en mí —susurra, y me besa una vez más.

Le sonrío, y dentro de mí se despliega una alegría y se
estira perezosamente.

—¿Lo hago?

Sonríe.

—Sabes que lo haces.

—A veces lo sé. No todo el tiempo.

—De vuelta a usted, Sra. Martin—susurra.

Sonrió y suavemente planto ligeros besos sobre su pecho. Vanesa acaricia mi cabello y pasa una mano por mi espalda. Desabrocha mi sujetador y tira de la correa hacia abajo con un brazo. Me muevo, y tira de la correa del otro brazo hacia abajo y deja caer
mi sujetador al piso.

—Hmmm. Piel sobre piel —murmura apreciativamente y me pliega en sus brazos.

Besa mi hombro y pasa su nariz hacia mi oreja.

—Huele como el cielo.

—Igual tú . —La olisqueo e inhalo su olor, que ahora esta mezclada con el embriagador aroma a sexo.

Podría quedarme enredada en sus brazos de esta manera, saciada y feliz, para siempre. Es
justo lo que necesito después de un día de volver-a-trabajar, discusiones, y bofetadas de perras. Aquí es donde quiero estar, y a pesar de su obsesión
por el control, su megalomanía, aquí es donde pertenezco.

Vanesa entierra su nariz en mi cabello e inhala profundamente. Dejo ir un suspiro contenido, y siento su sonrisa. Y nos sentamos, brazos envueltos alrededor
de la otra, diciendo nada.

Eventualmente la realidad se interpone.

—Es tarde —Vanesa dice, sus dedos acariciando mi espalda
metódicamente.

—Tu cabello aun necesita un corte.

Ella se ríe.

—Eso si. ¿Tienes la energía para terminar lo que empezaste?

—Por usted, cualquier cosa. —Beso su pecho una vez más y me
levanto a regañadientes.

—No te vayas. —Agarrando mis caderas, me da la vuelta.

Se incorpora y luego deshace mi falda, dejándola caer al suelo.

Extiende su mano hacia
mí. La tomo y doy un paso fuera de mi falda. Ahora estoy vestida
únicamente con medias y liguero.

—Usted es un buen e imponente espectáculo, Sra. Martín . —Se sienta de nuevo en la silla y cruza sus brazos, dándome una valoración completa y
franca.

Extiendo mis manos y giro para ella.

—Dios, soy una suertuda —dice con admiración.

—Si, lo eres.

Sonríe.

—en la habitación está mi camisa, pontela, puedes cortar mi cabello. Así, me distraerás, y
nunca llegaremos a la cama.

Doy una sonrisa de respuesta. Sabiendo que esta mirando todos mis movimientos, desfilo hacia la habitación.

Inclinándome lentamente, recojo su camisa, la huelo, hmmm, luego me
encojo de hombros dentro de ella.
Vanesa me parpadea. Mientras acomoda sus braguitas.

—Esa es una demostración de piso.

—¿Tenemos tijeras? —le pregunto inocentemente, sacudiendo mis
pestañas.

—Mi estudio —gruñe.

—Iré a buscar. —Dejándola, dentro en nuestra habitación y agarro el peine de la mesa de vestir antes de ir a su estudio.

Cuando entro en el corredor
principal, me doy cuenta que la puerta de la oficina de sole esta abierta.

La Sra. Jones esta de pie detrás de la puerta. Me detengo, clavada en el suelo.

Sole esta pasando sus dedos por su cara y sonriéndole dulcemente.
Luego se inclina y la besa.

¡Santa mierda! ¿Sole y la Sra. Jones? Jadeo en asombro, quiero decir, pensé… bueno, como que sospeche. ¡Pero obviamente están juntas! Me sonrojo, sintiéndome como una voyeur, y logrando que mis pies se muevan. Corro a través del salón y entro al estudio de Vanesa .

Encendiendo la luz, camino a su escritorio. Sole y la Sra. Jones… ¡Wow!

Me estoy tambaleando. Siempre pensé que la Sra. Jones era mayor que
Sole . Oh, tengo que mantener mi cabeza alrededor de esto. Abro el cajón superior y me distraigo de inmediato cuando encuentro un arma.

¡Vanesa tiene un arma!

Un revolver. ¡Santa mierda! No tenia ni idea de que Vanesa poseía un arma. La saco, saco el disparador y compruebo el cilindro.

Esta cargada, pero ligera… demasiado ligera. Debe ser de fibra de carbono. ¿Qué quiere
Vanesa con un arma? Mierda , espero que sepa usarla. Las perpetuas
advertencias de Jesús  acerca de armas de fuego corren rápidamente por mi mente.

Su entrenamiento militar nunca se perdió.“Estas te mataran, Moni .
Necesitas saber que hacer cuando manejas un arma de fuego." Devuelvo el arma y encuentro las tijeras.

Recuperándolas rápidamente, me cierno sobre Vanesa de nuevo, mi cabeza zumbando. Sole y la Sra. Jones… el revolver…

A la entrada de la gran sala, me encuentro con sole.

—Sra. Martín , discúlpeme. —Su rostro se enrojece cuando rápidamente toma nota de mi atuendo.

—Um, sole , hola… um. ¡Estoy cortando el cabello de vane! —espeto, avergonzada.

Sole esta tan mortificado como yo. Abre su boca para decir
algo y luego la cierra rápidamente y se mantiene al margen.

—Después de usted, señora —dice formalmente.

Creo que estoy del color
de mi viejo Audi, el especial de sumisas. Jesús. ¿Podría esto ser más embarazoso?

—Gracias —murmuro y corro por el pasillo.

¡Mierda! ¿Nunca me
acostumbrare al hecho de que no estoy sola? Corro dentro del baño, sin aliento.

—¿Qué sucede? —vane esta de pie frente al espejo, sosteniendo mis
zapatos.

Todas mis ropas dispersas están ahora cuidadosamente apiladas
junto al fregadero.

—Me encontré con sole .

—Oh. —vane frunce el ceño—. Vestida así.

¡Oh Mierda!

—No es culpa de sole .

El ceño fruncido de vane se profundiza.

—No. Pero aun así.

—Estoy vestida.

—Apenas.

—No sé quién estaba más avergonzado, ella o yo. —Trato con mi técnica distractora—. ¿Sabias que ella y Gail están… bueno, juntas?

Vanesa se ríe.

—Si, por supuesto que sabía.

—¿Y nunca me dijiste?

—Pensé que sabias también

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