—Deberías mantener estos puestos —susurro.
—Tengo toda la intención, Mónica.
Y se mueve, agarrándome con una mano a la parte de atrás de mi cuello y la otra alrededor de mi espalda. me tira contra ella, entonces su boca está
en la mía, y me está besando como si su vida dependiera de ello.¡Vaya!
Me hace caminar hacia atrás, nuestras lenguas entrelazadas, hasta que siento la cruz de madera detrás de mí. Vane se inclina hacia mí, los contornos de su cuerpo presionando los míos.
—Vamos a deshacernos de este vestido —dice, quitando mi vestido hasta mis muslos, mis caderas, mi vientre... deliciosamente lento, rozando el material sobre mi piel, deslizándose sobre mis pechos.
—Inclínate hacia delante —dice.
Cumplo, y ella saca mi vestido encima de mi cabeza y lo deja en el suelo, dejándome a mí en mis sandalias, bragas, y sujetador. Sus ojos resplandecen mientras agarra mis dos manos y las eleva por encima de mi cabeza. parpadea una vez e inclina la cabeza hacia un lado, y sé que ella está pidiendo mi permiso. ¿Qué me va a hacer? Trago y luego asiento, y
una sonrisa con un rastro de admiración, casi orgullosa, llega a sus labios.
Atrapa mis muñecas en los puños de cuero en la barra de arriba y saca la bufanda una vez más.—Creo que has visto suficiente —murmura.
La envuelve alrededor de mi cabeza, vendándome otra vez, y siento un escalofrío correr por mí, mientras todos mis otros sentidos aumentan, el sonido de su respiración suave y mi respuesta excitada, la sangre circulando en mis oídos, el olor de Vanesa se mezcla con los cítricos en la sala, todos con más
claridad, porque no puedo ver. Su nariz toca la mía.—Voy a volverte loca —susurra.
Sus manos agarran mis caderas, y se mueve hacia abajo, quitando mis
bragas, mientras sus manos se deslizan por mis piernas. Volverme loca...—Levanta tus pies, uno a uno. —lo hago y me quita las bragas primero, y luego cada sandalia a su vez. Suavemente agarrando mi tobillo, tira suavemente mi pierna hacia la derecha.
—Da un paso —dice. Esposa mi tobillo derecho a la cruz luego procede a hacer lo mismo con el izquierdo.
Estoy indefensa, extendida en la cruz. De pie, Vanesa camina hacia mí, y mi cuerpo se baña en su calor una vez más, a pesar de que no me toca. Después de un momento agarra mi barbilla, inclina mi cabeza hacia arriba, y me besa castamente.
—Algo de música y juguetes, creo. Te ves hermosa como así. Puede que tome un momento para admirar la vista. —Su voz es suave.
Todo se aprieta en mi interior.
Después de un momento, tal vez dos, la escucho abrir uno de los cajones. ¿El cajón de traseros? No tengo ni idea. Ella saca algo y lo coloca en la parte superior, seguido por otra cosa. Los altavoces vuelven a la vida, y después de un momento los acordes de un piano sólo tocando una melodía suave, cadenciosa llena la habitación. Es familiar, Bach, creo, pero no sé qué pieza es. Algo acerca de la música me hace aprensiva. Tal vez porque la música es demasiado fría, demasiado alejada. Frunzo el ceño, tratando de comprender por qué me inquieta, pero Vanesa toma mi barbilla, sorprendiéndome, y tira suavemente de modo que puedo liberar mi labio inferior. Sonrío, tratando de tranquilizarme.¿Por qué me siento insegura? ¿Es la música?
Vanesa pasa la mano por mi barbilla, a lo largo de mi garganta, y hacia abajo hasta mi pecho. Usando su dedo pulgar tira de la copa, liberando mi
pecho de la restricción de mi sujetador. Hace un bajo, apreciativo tarareo en su garganta y besa mi cuello. Sus labios siguen el camino de sus dedos
sobre mi pecho, besando y chupando todo el camino. Sus dedos se
mueven a mi pecho izquierdo, liberándolo de mi sujetador. Gimo cuando desliza su pulgar a través de mi pezón izquierdo, y sus labios se cierran alrededor del derecho, tirando con suavidad y provocando hasta que ambos pezones están duros.—Ah.
Ella no se detiene. Con un cuidado exquisito, lentamente aumenta la
intensidad en cada uno. Jalo infructuosamente en contra de mis
limitaciones mientras punzadas agudas de placer van de mis pezones a mi ingle. Trato de retorcerme, pero casi no puedo moverme, y hace que la tortura sea aún más intensa.—Vanesa —imploro.
—Lo sé —murmura con voz ronca—. Esto es lo que me haces sentir.
¿Qué? Gimo, y comienza de nuevo, sometiendo a mis pezones a su dulce y agonizante toque y otra vez, me lleva más cerca.
—Por favor —lloriqueo.
Ella hace un sonido primitivo en su garganta, luego se levanta, y dejándome desprovista, sin aliento, y retorciéndome en contra de mis limitaciones.
Pasa las manos por mis costados, una pausando en mi cadera, mientras que la otra viaja hacia abajo a mi vientre.—Vamos a ver cómo lo estás haciendo —canturrea en voz baja.
Suavemente, ahuecando mi sexo, cepillando su pulgar sobre mi clítoris y haciéndome gritar. Poco a poco, inserta uno, luego dos dedos dentro de mí.
Gimo y empujó las caderas hacia adelante, deseosa de encontrar sus dedos y la palma de su mano.—Oh, Mónica , estas tan lista —dice.
Gira sus dedos dentro de mí, dando vueltas y vueltas, mientras que su pulgar me acaricia el clítoris, de ida y vuelta, una vez más. Es el único punto en mi cuerpo en el que me está tocando, y toda la tensión, toda la ansiedad del día, se concentra en esta parte de mi anatomía.
Vanesa se remueve, su mano todavía se mueve contra mí, y oigo un
zumbido.—¿Qué? —jadeo.
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LIBERADA
Teen FictionAhora, Mónica y Vanesa lo tienen todo: amor, pasión y un mundo de infinitas posibilidades por delante. Pero Mónica sabe que amar a su Cincuenta Sombras, como ella le llama, no es tarea fácil, y que estar juntas plantea un desafío que ninguno de los...