Desde que el Hereje Negro creó la Sombra, en el Pequeño Palacio siempre han habido dos Invocadores de sombras para liderar a los Grisha. Sin embargo, sin que nadie lo supiera, estos dos tenían una visión muy diferente.
Aleksander Morozova deseaba má...
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Un Invocador solar. Irina no pudo ocultar su emoción, al igual que el resto de Grisha. Aleksander era otro cantar.
-Que traigan aquí a ese Invocador. Tenemos que asegurarnos de que sea cierto -habló con vehemencia. Sus oprichniki asistieron antes de dirigirse al esquife dañado.
A pesar de su expresión tan seria, Irina pudo reconocer las pequeñas señales que lo delataban. Sus ojos negros chispeaban. Estaba encantando con las noticias. Intentó ocultarlo apoyándose en la mesa, revisando los mapas y las consecuencias de aquel viaje fallido.
Dos oprichniki trajeron a una joven de herencia Shu. Tenía suciedad en el rostro y cuerpo. La Sanadora que había estado cuidandola se había colocado tras ella. Aún no había terminado con ella.
Irina la observó con un semblante neutral, colocando sus manos detrás de ella. Notaba su miedo y tensión. Aleksander no mejoró su estado.
-Acercadla más -ordenó.
La empujaron dejándola en el centro de la tienda. Solo entonces, el general se dio la vuelta, lentamente. Irina casi soltó un bufido. A veces era demasiado dramático.
-Más cerca. -La chica mestiza dio un paso, el miedo aflorando en su piel-. ¿Y bien? -cuestionó.
-¿Y bien qué, señor? -añadió el título para no ofender al hombre más poderoso del Segundo Ejército.
-¿Qué eres?
La muchacha se extrañó por la pregunta.
-Alina Starkov, ayudante cartógrafa, Cuerpo Real de Topografos. -Se detuvo tras presentarse, dándose cuenta de lo que había pasado-. Han muerto todos. Es culpa mía. Por eso estoy aquí, ¿no?
Aleksander levantó la mano deteniendo su ditrabia.
-Responde. ¿Qué eres?
Otra vez esa mirada extrañada en su rostro.
-Soy cartógrafa, señor.
La risa de los Grisha llenó la carpa, tan solo acallada por la orden del Oscuro.
-Silencio.
Alina, la Invocadora, se la veía a punto de llegar a su límite y parecía que decía la verdad al no saber de qué hablaban. Decidió ayudarla a salir de su miseria.
-¿Quién vio lo que pasó en realidad? -preguntó Irina mirando a los Grisha de su alrededor. Su mirada se detuvo en la Vendaval de aspecto igual de sucio que Alina-. ¿Zoya? Tú estabas en la vela mayor.
La mujer se puso firme para informar.
-Nos atacaron tras el segundo marcador. Alguien encendió un farol.
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