Los días de Alina

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Desde que Alina llegó al Pequeño Palacio, se sintió más como una impostora que como la Invocadora del Sol

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Desde que Alina llegó al Pequeño Palacio, se sintió más como una impostora que como la Invocadora del Sol. Entre los comentarios de los otros Grisha, la actitud competitiva de Zoya, la frialdad del general del Segundo Ejército y el entrenamiento inexistente de Baghra, aquello era un desastre.

Pocas cosas la salvaban. Entre ellos su reciente amistad con Genya y la extraña atracción que sentía con Irina Mikhaylova. Se sentía como una niña que haría de todo para impresionarla. El único problema era que todavía no podía convocar a placer.

Enviaba cartas a Mal casi cada día, pero pronto se dio cuenta de que no había respuesta de su mejor amigo. Se tocaba cada día la cicatriz de su mano, recordando su tiempo en Kerazmin. Solo se tenían el uno al otro, ahora ya no tenía a nadie. Le gustaba Genya, pero ella esperaba cosas de Alina, como el resto del mundo. Irina no, ella tan solo era amable y la daba su tiempo para acomodarse y entrenar.

Con todo el tiempo que había pasado allí, comenzó a enterarse más sobre esta mujer.

-¿Ella y el general son...? -se detuvo al pensar que era demasiado directa.

Sus dos primeras amigas, Marie y Nadia, estuvieron encantadas de darla respuestas.

-Eso es lo que se rumorea. Aunque casi todos aquí piensan que sí que están juntos, hasta que duermen juntos -afirmó la Inferni.

Nadia susurró:

-Dicen que hubo una vez, hace varios años, una pelea entre el general e Irina. Estuvieron discutiendo por horas y nadie se atrevió a acercarse a la Sala de Guerra. Luego salió Irina y se fue a unas habitaciones que nunca usaba. Poco después, Kirigan fue al norte e Irina al sur. Fue en aquella época dónde se dice que el general mantuvo a Zoya como su amante.

Alina se sintió casi insultada. De lo poco que conocía a Kirigan, ya sabía que no le caía bien. Según lo que le dijo Genya, él quería que la regalaran a la reina de Ravka. Irina intervino para preguntarle si eso era lo que quería. La Genya de once años se negó, por lo que terminó enseñando a otra Grisha de mayor edad para ser la Confeccionadora de la reina.

Cuando se dio cuenta de lo mal que lo pasaba la otra Sastre, comprendió que Genya se alegrara de no haber sufrido aquel destino.

-¿Qué pasó con Irina?

Marie se sonrojo, pero Nadia solo soltó una risita.

-Dicen que se enamoró de un Agitamareas y lo tomó como amante.

La boca de Alina se abrió.

-¿De verdad? -Marie asintió con fervor-. ¿Y qué pasó con él?

Las expresiones de ambas Grisha cambiaron por una más triste y oscura.

-No se sabe. Un día simplemente desapareció -murmuró Nadia.

-Dicen que el general se puso celoso y lo mató.

-Pero él también tenía un amante -replicó la medio Shu.

-Pero el general no ama a Zoya. Según lo que dicen, Irina se enamoró del Agitamareas -susurró Marie-. Después de su desaparición pasaron un par de años hasta que el general e Irina hicieran las paces. Desde entonces han seguido juntos.

Alina asintió guardando esa información para sí misma.

X

Las cosas eran complicadas y cada vez iban añadiéndose más y más. Podía evitar al general, pero si quería hablar con Irina, lo más probable era que ambos estuvieran juntos. Por lo que tenía que conformarse con Nadia y Marie, que tampoco eran las mejores. Muchas veces escuchaba como criticaban al resto. Se preguntaba qué decían de ella cuándo no estaba presente.

-¿Por qué no vienes con el resto de Etherealki al lago? -preguntaban siempre que podían.

Había descubierto en sus primeros días que a los Invocadores les gustaba practicar en la orilla del lago que se encontraba cerca del Pequeño Palacio. Ellos siempre entrenaban en parejas: los Inferni iban de dos en dos y los Vendavales solían colaborar con los Agitamareas.

Alina entrenaba siempre sola, donde nadie podía ver sus fracasos.

La sensación de ser una impostora aumentaba ya que ella no podía ni invocar, por lo que siempre terminaba declinando y poniendo por excusa que tenía mucho que aprender.

-No te envidio. Yo ya pasé por eso hace muchos años -le dijo Genya un buen día.

Zoya era un caso aparte. Al principio no comprendía la razón por la que era así con ella. Lo consideró porque había coqueteado con Mal en Kribirsk, pero una vez más Nadia y Marie ofrecieron la verdadera respuesta.

-Zoya se cree que es la amante oficial del general Kirigan. Alguien que calienta su cama cuando él e Irina están peleados -comentó Marie.

-Se piensa que vas a quitarle ese puesto -añadió Nadia.

Lo que pasó con Botkin fue el lo que colmó el vaso. Odiaba levantarse con dolor en las costillas por el golpe que la dio y pensar que tendría que volver a enfrentarla.

Fue una sorpresa ver que en el desayuno ella no estaba.

-Al parecer, Irina y Kirigan tuvieron una discusión que fue escuchada por los sirvientes. Ella dijo que merecía un castigo ejemplar pero el general se negó. Más tarde, al parecer la llamó a la Sala de Guerra y Zoya salió llorando -informó Nadia con los ojos brillando con diversión.

-Sí. Ya dijimos que el general e Irina están juntos. Esto lo prueba. Nadie más nunca ha logrado nunca que cambie de opinión.

No volvió a ver a Zoya por el Pequeño Palacio mientras seguía su entrenamiento.

Un problema menos, pero tuvo que añadir a la lista de problemas el hecho que el Apparat, el asesor espiritual del rey, la estaba acosando. Simplemente maravilloso.

Por último, las clases con Baghra. Le habían dicho que era muy dura y no se equivocaban. Aún no podía convocar la luz sin recurrir al general, que era un amplificador humano. Aquello la carcomía y la hacía trabajar más duro. Pero nada funcionaba.

Aquel día, Baghra la había hecho beber un té que la llevó de vuelta a Kerazmin, cuando la hicieron la prueba. Ella se infligió dolor para quedarse con Mal, para huir con él. Baghra había plantado la duda en su mente: ¿acaso Mal quería huir con ella?

Las cartas sin contestar y el hecho de que no la había contestado decían que Alina estaba más sola de lo que pensaba. No podía dormir, tocaba su cicatriz sin parar, sintiendo que ardía.

Salió de su habitación en plena noche, perdiéndose por los pasillos. De alguna forma acabó frente al lago donde todos los Etherealki practicaban juntos. Ella no era parte de ellos. Si su sitio no estaba junto a Mal, ni tampoco con los cartógrafos y era una Grisha inútil, ¿quién era ella? ¿para qué servía un poder que era incapaz de utilizar?

Todo su cuerpo, temblaba. Se sentía tan débil. Sus rodillas cedieron y acabó en el suelo, sollozando mientras se abrazaba a sí misma.

Entonces, lo oyó.

-¿Alina?

Total Eclipse of the Heart [Shadow and Bone]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora