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La Sombra volvía estar ahí, imponente y peligrosa, al igual que la tienda. Irina se miró a sí misma, notando que llevaba el mismo vestido que aquel fatídico día en el que Aleksander uso la Sombra contra la gente.
El día en el que él murió.
Apretó las manos y decidió que iba a terminar con aquello de una vez por todas. Con paso firme, entró dentro de la tienda. Aleksander ya no estaba esperando oculto entre las sombras, en cambio, estaba frente a una mesa que a su vez era un mapa de las diferentes naciones. También se marcaba la Sombra separando a Ravka.
-Así que... la señorita Starkov ha conseguido un segundo amplificador. ¿Qué fue? ¿El azote marino o el pájaro de fuego? -cuestionó levantando la mirada-. Mis espías no han dicho que estés en Ravka, así que asumiré que estás en el Mar Auténtico, lejos de aquí.
Irina sintió un escalofrío, el vestido no le protegía del frío que hacía.
-Estás muerto. Los volcra te despedazaron. Ya no puedes hacernos nada -murmuró ella, más para sí misma que para esa visión.
Aleksander le regaló una sonrisa cruel, acercándose a ella.
-¿Y qué crees que pasará cuando la Sombra desaparezca? Los Grisha no serán necesarios para Ravka, acabarán con ellos, los entegaran a Fjerda o a Shu Han para mantener la paz entre esos países. Acabarás huyendo por toda la eternidad, ocultando aquello que te hace tan valiosa: tu poder.
Ya estaba frente a ella, observándola con atención. Irina odiaba aquella ropa, odiaba lo que representaba.
-Yo puedo hacer un futuro para nosotros. No volveremos a escondernos, ya no sólo tomaremos el palacio, tomaremos todo Ravka. Crearemos un imperio que se extenderá a otros lugares.
El frío se volvió gélido a su alrededor. Casi podía sentir el hielo formándose en sus brazos.
Tenía que detener aquello de inmediato.
-No.
Aleksander la miró confundido y cauteloso.
-Una vez me dijiste que tu corazón era mío, Irina Mikhaylova. ¿Ahora niegas ese hecho? -preguntó en un tono peligroso.
La Invocadora miró al frente, directamente a sus ojos. Una sensación diferente la invadió al sentir una calidez cubriendo sus hombros, protegiéndola del frío.
Ella no lo había notado, pero Aleksander abrió los ojos al ver cómo su vestido negro había cambiado a uno azul marino, el que había comprado en Ketterdam.
-Sí, entregué mi corazón a Aleksander Morozova, y el Hereje Negro se encargó de romperlo pedazo a pedazo, guardarlo durante siglos y después lanzarme los restos a la cara. Ahora es mi responsabilidad volver a unirlos todos y seguir con mi vida -declaró con seguridad.
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Total Eclipse of the Heart [Shadow and Bone]
FanfictionDesde que el Hereje Negro creó la Sombra, en el Pequeño Palacio siempre han habido dos Invocadores de sombras para liderar a los Grisha. Sin embargo, sin que nadie lo supiera, estos dos tenían una visión muy diferente. Aleksander Morozova deseaba má...