-Otkazat'sya: abandonados, aquellos que no son Grisha.
Desde que Nikolai tenía memoria, siempre había estado enamorado de Irina Mikhaylova. Era una verdad que sabía que no cambiaría, como que el sol salía cada mañana, como que el Mar Auténtico está lleno de agua.
Y es por ello que apenas podía pensar en otra cosa mientras dirigían sus tropas a Zvedya. Desde que habían compartido ese momento íntimo en la capilla, todo su semblante había cambiado. De un aura oscura y pesimista, había cambiado a uno alegre y lleno de energía. Y eso quería decir que nadie estaba por la labor de aguantar al príncipe.
-¡Vamos! ¡Ya queda poco! -gritó desde la parte delantera de la marcha, manteniendo un buen ritmo.
El resto de soldados, tanto del Primer como del Segundo Ejército, apenas se mantenían en pie.
-¿Por qué está tan alegre? -se quejó Nadia con un gruñido. Tamar, que estaba a su lado, no tardó en apretar su mano para darle ánimos-. ¿Siempre es así?
-A veces es exasperante, pero tampoco debería serlo tanto -observó Tamar mirando a quien ella siempre consideraría como su capitán-. Algo debe haber pasado...
Fue entonces cuando Nikolai volvió a darse la vuelta, lanzando una sonrisa enorme con un guiño. Tamar notó al instante el corazón que comenzó a latir con más fuerza de lo que debería.
La chica medio shu se giró de golpe a mirar a Irina, apenas un par de metros más adelante que ellas. Estaba saludando con disimulo al quien sería el rey de Ravka.
-Tú -acusó de la nada-. ¿Qué demonios ha pasado entre vosotros?
Toda la atención del grupo se centró en ella. Irina se vio como una adolescente que acababa de ser descubierta haciendo algo malo.
-Yo... ¡nada! ¿Por qué piensas que...?
-Tu corazón está latiendo demasiado deprisa.
Las mejillas de la Invocadora se tornaron rojas, hasta que giró la cabeza por la vergüenza. Tamar iba a volver a hablar cuando Nadia la detuvo con una risa.
-Venga, déjala en paz.
-Pero...
-No. Ella y el príncipe tienen lo suyo. Nosotras dos tenemos lo nuestro. Déjalos en paz.
Al final, Tamar desistió, pero no sin darle una última mirada a Irina. Cuando no volvió a hablar, esta última respiró tranquila.
-Me alegro mucho por ti -habló una voz a su lado. Al girarse, notó que Fedyor se había acercado a ella. Tenía una suave sonrisa en su rostro-. Te mereces ser feliz.
Irina le devolvió la sonrisa.
-Tú también te lo mereces, Fedyor. Seguro que encuentras algo o alguien que te haga feliz.
Este soltó una suave risa.
-Cuando todo termine, pienso irme bien lejos de Ravka.
-Esa es una buena idea -comentó Irina, viendo cómo Nikolai volvía a girarse para verla, una sonrisa brillante en el rostro.
Ella sonrió.
X
Llegaron a Zvedya, un área protegida por el Primer Ejército, y ya estaban esperándolos.
-¡Llega el rey Nikolai! -anunció el oficial a cargo. Se le veía joven, de la misma edad que Nikolai. Este sonrió al verlo.
-Dominik Vertov, cuánto tiempo -saludó dándole un abrazo.
-Ya puedo respirar. Me preocupaba no recuperar mis cien monedas -bromeó antes de ponerse serio una vez más-. Vengaremos a tu hermano y al rey.
-¿El rey que pagó para que recibieras tú mis palizas? -juzgó sin sentirse a gusto con esa afirmación, pero su amigo no iba a retractarse.
-El rey que me metió en un cuarto con un esmirriado tímido que acabó siendo mi mejor amigo.
Al final, Nikolai tuvo que sonreír ante las palabras de Dominik, recordando él mismo su tiempo juntos. Pero había cosas que hacer.
-Podemos ir a la base de Kirigan. Tenemos a dos Grisha huidos -comentó mostrando a David y Genya. Ambos vistiendo ropa de civiles-. Aparte tenemos a la mejor Invocadora de sombras de nuestro lado -dijo mientras Irina daba un paso al frente, dándole la mano a Dominik.
-Un honor conocerte. Nos llegó la noticia de que salvaste a Santa Alina del general Kirigan y a Nikolai de la Sombra. Aparte de proteger a todos los que pudiste en la Hiladera.
Irina negó con la cabeza.
-No pude salvar a todos lo que quería. Estos son los soldados que nos quedan -comentó mirando detrás de ella.
-Les dije que venían Grisha -comentó Dominik algo nervioso-. Les aseguré...
Nikolai le detuvo.
-Yo haré lo mismo.
Sí, algo tenía que hacer porque los soldados del Primer Ejército les miraban con recelo, habiendo combatido contra los Grishas del Oscuro. Nikolai no quería que sus súbditos estuvieran tan enemistados.
-Nos unimos como iguales para luchar
contra Kirigan y su ejército de sombras. No os lo pido como rey. Os lo pido como soldado, honrado por llamaros compañeros de armas. Irina Mikhaylova ha salvado mi vida y la vida de muchos ravkanos, ya sean Grishas o no. Ella ha asegurado que ninguno de los Grisha que están aquí iría contra nosotros. Yo creo fielmente en ella y espero que vosotros también lo hagáis.Irina inclinó la cabeza en señal de agradecimiento. Iba a dar un paso al frente y así crear puentes entre ellos, pero, por sorpresa, David se adelantó.
-David Kostyk. Durast -se presentó ante unos soldados, dándole unas balas.
-Igor Tarkovski. Francotirador -respondió el otro mirando lo que le había entregado con interés.
-Balas rastreadoras para marcar tu línea de fuego. Ahora estoy trabajando con unas granadas de luz. Espero que sean eficaces contra las sombras de Kirigan -explicó.
-Gracias -susurró el otro hombre impresionado.
Un segundo Grisha se acercó a una de los soldados que estaba herida: Fedyor.
-Fedyor Kaminsky. Mortificador, pero también puedo servir como Sanador. Por favor, permíteme -pidió, dándole el espacio suficiente para que se alejara de él si se sintiera insegura.
La mujer, confundida, le mostró el brazo roto. Con cuidado, Fedyor comenzó a curar a la soldado, hasta que terminó.
-Ya no me duele -murmuró con los ojos abiertos-. Gracias.
Fedyor inclinó la cabeza.
Irina sintió que una sonrisa aparecía en su cara.
-Muy bien -habló comenzando a poner orden entre los Grisha-. Sanadores, id a ayudar a cualquier soldado que lo necesite. Durast y Alkemi, reunios para ofrecer los avances en ataque y defensa que habéis logrado. El resto, uníos al Primer Ejército y colaborar en todo lo que podáis.
Y con eso, todos los Grisha se movilizaron. La relación de los Grisha con los otkazat'sya empezaba a sanar con pasos pequeños.
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Total Eclipse of the Heart [Shadow and Bone]
Hayran KurguDesde que el Hereje Negro creó la Sombra, en el Pequeño Palacio siempre han habido dos Invocadores de sombras para liderar a los Grisha. Sin embargo, sin que nadie lo supiera, estos dos tenían una visión muy diferente. Aleksander Morozova deseaba má...