Desde que el Hereje Negro creó la Sombra, en el Pequeño Palacio siempre han habido dos Invocadores de sombras para liderar a los Grisha. Sin embargo, sin que nadie lo supiera, estos dos tenían una visión muy diferente.
Aleksander Morozova deseaba má...
-Tsar: gobernante (masculino), rey. Normalmente utilizado en Rusia.
-Sankta: santa.
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El tiempo pasó y llegó el día de la Fiesta de Invierno. Alina había pasado el rato hablando con Nadia y Marie. Habían estado jugando con su cabello antes de que Genya llegara para prepararla.
Fue entonces cuando llegó David, un Durast muy capaz. Traía una caja que dejó a Genya antes de salir de ahí.
Alina se burló del enamoramiento que tenía la Confeccionadora en el tímido y extraño Hacedor.
-Oh, no. No seas como Irina -se quejó esta. Tan solo divirtió a la Invocadora.
-¿Ella también intenta que acabes con él? -cuestionó alzando una ceja.
-Demasiadas veces -reveló dejando la caja en la cama. Se preguntó qué era. David había dicho que era el pedido de Alina. Al abrir la caja, su corazón se detuvo-. Alina -llamó con voz temblorosa.
-Hmm.
-¿Pediste un kefta de color negro?
Genya estaba rezando a todos los Santos para que fuera un error. Tenía que ser un error. Pero no lo era. Alina se levantó encantada, cogiendo el kefta para probarlo.
-Sí, así es.
Genya cogió su muñeca, mirándola con puro terror en su rostro.
-Solo el general Kirigan e Irina lo llevan.
Alina sonrió ante sus palabras.
-Hasta ahora.
-Alina -intentó convencerla Genya-, no puedes llevar esto.
-¿Por qué no? -cuestionó ella sin importarle mucho sus palabras.
-Esto enviará un mensaje a la gente -explicó su punto.
La medio Shu se giró para mirarla.
-Tal vez quiera enviar un mensaje -comentó con voz decidida. Decía la verdad, quería enviar un mensaje.
El general Kirigan le había hecho de menos. Con eso se aseguraría de demostrar que estaba equivocado. Se lo enseñaría a todo el mundo.
Genya suspiró profundamente. No había quien la fuera a cambiar de idea. En cambio, tan solo podía advertirla.
-Alina, me gusta verte tan confiada y animada. Pero ten mucho cuidado -pidió, no, suplicó a su amiga. Esta la miró sin saber a qué se refería-. Quiero que tengas cuidado con los poderosos. Sobretodo aquellos que están enamorados.
Hablaban entre líneas.
Cuidado con el general, no sabes hasta que punto podía llegar por Irina.
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