¿Quién eres, Alina Starkov?

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Irina había estado charlando hasta tarde con Aleksander en la Sala de Guerra

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Irina había estado charlando hasta tarde con Aleksander en la Sala de Guerra. No habían cenado, la verdad es que no querían mucho pero un dulce no vendría mal. Sobretodo sabiendo la debilidad de Aleksander por los dulces. Intentaba ocultarlo de los otros Grisha, pero siempre que podía los cogía.

La Invocadora había salido para coger algunos de las cocinas prometiendo volver pronto. Mientras paseaba por los pasillos, vio una figura sentada cerca del lago.

Aquello llamó la atención de la mujer de cabellos negros. ¿Quién podría ser? Se acercó y cuando estuvo a unos pasos, escuchó los sollozos. Con la poca luz que había, intentó descubrir de quién era la silueta.

-¿Alina?

La nombrada se giró de golpe. Al ver quién era, se levantó y secó sus lágrimas.

-Lo lamento, volveré a mi habitación -se disculpó sin mirarla a los ojos.

Iba a pasar de lado pero Irina la agarró y la abrazó con fuerza. Las lágrimas volvieron a sus ojos y cayeron. Alina se aferró con fuerza a esta. Irina no la dijo nada, tan solo se quedó allí pasando su mano por los cabellos de la otra, tarareando una canción que reconfortó el corazón de la más joven.

Una vez estuvo más tranquila, se separó y miró al suelo avergonzada.

-¿Qué sucede? -Su voz era suave, no la recriminaba nada. La dejaba elegir qué contarla. No la había pasado nunca.

-Yo... -se tomó un momento para recuperar el aliento, ordenando sus pensamientos-. Siento que esto no está funcionando. No sé por qué estoy aquí si no puedo ni invocar. La gente espera que haga algo grandioso pero no puedo hacer nada. -Un sollozo escapó de sus labios. Irina no se burló-. Y luego Mal ni me responde a las cartas que le envio. No le gustan los Grisha. Tan solo cuando quiere acostarse con ellas -soltó una risa sin gracia. Su expresión se volvió más oscura-. La gente de este país me ve como el enemigo porque mi madre era Shu. Los del Primer Ejército ni siquiera me miran, no les importo. Era cartógrafa, pero ni siquiera se me daba bien dibujar mapas. Ahora soy Grisha, la esperada Invocadora del Sol. Eso es lo que me dicen. Hay personas que ya saben la impostora que soy: Zoya, Kirigan, Iván, Baghra... ¡No soy nadie! -exclamó volviendo a romperse. Colocó sus manos en la cara, ocultando sus lágrimas. Por todos los Santos, que estúpida debe verse.

Unas manos suaves y cariñosas agarraron sus manos. Acariciaron su piel de una forma que nadie había hecho nunca. Al mirar a la cara de Irina, pudo observar que esta no se reía de ella, para nada. Es más, tan solo había comprensión ahí.

-Alina, ¿sabes lo que veo cuándo te miro?

La medio Shu no quería saberlo, pero la otra continúo.

-Veo a una chica cuyos padres se quisieron tanto que acabaron juntos. Veo a una hija cuya madre le dio un legado tan rico como lo puede ser la cultura de Shu Han. Veo a una joven luchando por controlar algo que no puede aprenderse en un solo día. Veo a alguien empática que desea pertenecer a un sitio desesperadamente: en Kerazmin, en el Primer Ejército, con los cartógrafos, en el Pequeño Palacio, Mal... Pero esos no son importantes. Lo importante es aceptar lo que uno es, lo importante es aceptarte aquí -murmuró tocando el pecho de Alina-. Una vez que aceptes quién eres, da igual dónde estés o dónde acabes, porque lo más importante ya estará contigo. Tú misma. No dejes que el resto te diga quién eres.

Por primera vez, Alina era vista por completo y eso la hacía llorar aún más.

-Ahora dime, Alina Starkov, ¿quién eres tú? -preguntó sin molestarse por sus lágrimas.

-Yo... soy hija de mi padre ravkano y mi madre de Shu Han. -Tomó otra respiración-. Soy una huérfana de Kerazmin, junto a mi mejor amigo Mal. Fui cartógrafa en el Primer Ejército, pero yo siempre preferí dibujar otras cosas además de mapas. Soy una Grisha, soy la Invocadora del Sol, aquella que destruirá la Sombra -terminó con más fuerza con la que había empezado.

Los ojos de Irina brillaron con orgullo.

-Bien -movió las manos de Alina, colocandolas frente a ella-. Me dices que te es imposible invocar la luz. Creo que lo has estado haciendo mal. Lo que has estado buscando, tu poder, siempre ha estado en tu interior. Cierra los ojos. Buscalo dentro de ti y aceptalo como te has aceptado a ti misma. Porque esa fuerza es parte ti. Es tuyo y de nadie más.

Alina hizo lo que le dijo. Buscó dentro de ella y en el fondo lo encontró. Una luz suave pero poderosa. Ese era su poder.

Lo siento. Siento haberte dejado tanto tiempo en la oscuridad, pero ahora ya estoy lista.

El calor burbujeo dentro de ella y cuando abrió los ojos, una pequeña esfera de luz brillaba entre sus dedos. No pudo evitarlo, sonrió como si fuera la luz del sol. Al instante, esa sonrisa desapareció.

-No es suficiente -murmuró volviendo a mirar a Irina, esperando que ella estuviera de acuerdo.

De nuevo pareció sorprenderla. Irina negó con la cabeza.

-Durante mucho tiempo te has negado tu poder. Quiero que disfrutes de él, que juegues con él, que pruebes los límites que quieras. Esta noche es para eso.

Y eso fue lo que hizo. Jugó con su luz, se divirtió, río, se relajó. Podía invocarlo a placer y eso la dejó llena de energía. Irina pronto convocó sus sombras, jugando con su luz. Poco después la dio pequeños retos que iban haciéndose cada vez más complicados, pero Alina los aceptaba con alegría y desafío.

-Esto es increíble -comentó ella haciendo sobrevolar una esfera sobre las aguas.

-Una vez aprendes a invocar, tan solo es jugar para aprender hasta dónde puedes llegar -comentó Irina observando cómo se desarrollaba todo.

-¡Irina! -La concentración de Alina se fue y la luz desapareció. Al girarse notó al general Kirigan. Vestía una bata negra, muy parecida al de Irina-. Estaba preocupado. -Por fin notó a Alina. Su expresión se volvió más dura-. Señorita Starkov, ¿no debería estar durmiendo?

-General Kirigan -saludó igual de dura-. No podía dormir.

-Bueno, creo que es muy tarde para los tres.

-Sí, creo que lo es -asintió Irina ignorando la forma en que se miraban-. Descansa Alina, mañana seguro que logras hacer más cosas.

Antes de que pudiera irse con el general, la Invocadora del Sol volvió a hablar.

-¿Podría tener más clases contigo? -cuestionó-. Seguro que puedo aprender más.

-Ya tiene clases con Baghra, señorita Starkov. ¿No son suficientes para usted? -quiso saber Kirigan alzando una ceja.

Alina fue a responder pero Irina se adelantó.

-No puedo, tengo demasiados deberes. -Una sonrisa casi cruel apareció en el rostro de Kirigan. Alina lo fulminó con la mirada-. Al menos durante el día. Si nos reunimos después de cenar, yo estaría disponible. No es lo mejor pero es lo único que tengo. ¿Cómo suena?

La medio Shu asintió encantada.

-Me encantaría.

-Pues dicho queda -habló Irina volviendo al Pequeño Palacio.

Alina estaba lista para seguirla cuando Kirigan la detuvo.

-¿Incordiando a altos mandos para su propio beneficio, Starkov? -cuestionó con un tono peligroso.

La mujer hizo acopio de todo su valor y contestó al Grisha más poderoso de Ravka.

-Soy la Invocadora del Sol. Un poco de respeto, general -se burló ella antes de dejarlo tras ella, queriendo volver rápidamente al Pequeño Palacio. La adrenalina corría por sus venas.

Si se hubiera dado la vuelta, podría haber visto cómo las sombras del Hereje Negro se movían furiosas en la noche.

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¡Muchísimas gracias por todo el apoyo que estáis dando a esta historia!

Realmente no me esperaba que tuviera tan buena acogida cuando empecé a publicar el fanfic, pero ver vuestros comentarios diciendo que os está encantando me hace muy feliz

Total Eclipse of the Heart [Shadow and Bone]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora