Interludio

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Diccionario ravkano:

-Oprichniki: guardia personal de los Oscuros.

Alina había estado muriéndose en su caballo, pero no se quejó porque Irina estaba herida y necesitaba llegar al Pequeño Palacio

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Alina había estado muriéndose en su caballo, pero no se quejó porque Irina estaba herida y necesitaba llegar al Pequeño Palacio. Cuando el general dijo que pararían un momento, sus piernas se lo agradecieron.

Recuperó el aliento poniéndose a un lado. Detrás de ella, Irina se había sentando en un tronco caído mientras bajaba su camisa para que Aleksander viera su herida.

Se acercó a su caballo y cogió una cantimplora. Irina no pudo ocultar un siseo de dolor cuando el agua tibia limpió la sangre que se había acumulado.

-Lo siento -murmuró Alina desde una distancia segura. Todavía no le gustaba el aura del general negro, pero Irina no había sido más que amable con ella.

Es más, la Grisha sólo sonrió mientras el otro invocador cogía alguna tela para hacer un torniquete.

-No te preocupes. Yo me sabía defender, tú todavía no. No te culpes.

Alina asintió antes de atreverse a hacer más preguntas.

-¿Qué ha pasado antes?

-Drüskelle. Soldados de élite de Fjerda, entrenados para infiltrarse y matar o raptar a los Grisha -explicó Aleksander sin levantar la vista de su trabajo.

-Digo, como has partido a uno por la mitad a 12 pasos -culpó Alina recordando los sucesos del claro.

Aquello sí que lo hizo levantar la mirada y centrarse en la chica.

-¿Es mejor una espada? ¿Permitir que mataran a Irina? -acusó el Invocador con voz dura, haciendo que Alina bajara la mirada.

Viendo el ambiente tan tenso que se había formado, Irina se levantó del tronco. Aleksander movió su mano para evitar que hiciera movimientos bruscos.

-Hay materia en todo -comenzó a explicar-. Incluso en el aire o en la sombra. Es imperceptible. Un Invocador puede hacer el Corte, pero requiere mucha habilidad.

Alina sintió por fin las emociones del día hacían mella en ella mientras se agrietaba frente a la otra Grisha, ignorando la presencia oscura y protectora del general.

-¿Esta es mi vida ahora? ¿Perseguida allá adonde vaya?

-La vida de los Grisha nunca ha sido sencilla -explicó Irina con voz suave-. En Fjerda, nos quemas porque consideran que somos brujas. Al sur, en Shu Han, experimentan con nosotros. Ravka no era muy diferente. Solo somos importantes porque estamos en guerra. En el momento en el que el Segundo Ejército no sea importante, habrá consecuencias -terminó colocando una mano en el hombro de Starkov, apretandola con suavidad.

Las palabras la dejaron pensativa, hasta que volvió a hablar.

-¿Cómo han sabido de mí?

-Tu exhibición de luz en la Sombra se vio a kilómetros -respondió el general-. Fuera cual fuera su misión, se desviaron de su misión para encontrarte. Por eso viajo contigo.

-¿Tanto miedo te tienen? -cuestionó Alina recordando el claro. Irina no había usado sus sombras para matar al otro hombre, y vio a los otros Drüskelle retenidos en el suelo pero aún con vida. El general Kirigan había estado un momento en el campo de batalla y mató sin más a una persona.

Su siguiente respuesta la desconcertó.

-Les das más miedo tú.

-¿Por qué?

-Por tu poder. Quizá seas la primera de tu clase, pero te dimos un nombre, por lo que esperamos de ti. Entrar en la Sombra, destruirla desde dentro. Con entrenamiento y un amplificador podrías...

-¡No! -interrumpió Alina.

Aleksander se detuvo con una máscara de impasibilidad. Pero Irina lo sabía mejor. Había una mueca silenciosa. Odiaba que le interrumpieran.

-¿No? No, ¿qué?

-No quiero nada de esto -alzó la voz Alina-. ¿No podéis deshacerla vosotros? -cuestionó ella.

-¿Crees que no lo hemos intentado, Starkov? -acusó el Oscuro-. En la Sombra somos un faro para los volcra.

-Solo lo empeoramos -añadió Irina. Alina volvió a centrarse en ella. Había comprendido en poco tiempo por qué la gente prefería enfrentarse a ella que al general.

-Entonces, como Grisha, ¿no puedes pasarle esto a otro para usarlo?

Aleksander se veía insultado por sus palabras.

-¿Renunciarías a tu don?

-¿Don? Me has alejado de mis únicos amigos y ahora, según tú, seré un objetivo para siempre. ¿Sabes por qué nadie tenía este poder? Porque no quieren que los encontréis.

La tensión estaba escalando demasiado rápido e Irina se obligó a intervenir para calmar las aguas.

-Es imposible pasar el poder de un Grisha a otro. Esto -tocó el pecho de Alina-, es tuyo y de nadie más. Tú decides qué hacer con él. Nadie más puede. Está bien tener miedo, esto es nuevo para ti, pero no significa que sea el fin del mundo. Volverás a ver a tus amigos. No tienes que hacer ahora mismo nada grandioso. Nosotros lo único que queremos es ponerte a salvo antes de que puedan matarte.

Alina casi sintió que podía ponerse a llorar ante su voz, parecía tan maternal y cariñosa. Pero no lo haría, no con el general negro delante de ella.

-Te lo preguntaré de nuevo -intervinó el Oscuro, arrebatando la seguridad que había conseguido Alina-. ¿Te examinaron de niña?

Al principio era reacia a contestar, pero terminó haciéndolo.

-Nos escondimos. Ya éramos muy diferentes. No queríamos estar más solos.

El apretón en su hombro la hizo mirar hacia arriba, encontrándose con los ojos grises de Irina. No pudo evitar notar que estos eran más claros que los ojos negros del general. Más humanos.

-No estabas sola antes, ni tampoco ahora, Alina Starkov.

Y Alina la creyó.

X

Llegaron al Pequeño Palacio. Los oprichniki los saludaron y los sirvientes cogieron sus caballos para llevarlos a los establos. Algunos miraron a Alina al ver como llevaba el kefta de Irina, pero no dijeron nada. En cuanto a Irina llevando el kefta de Kirigan... aquello no parecía extraño.

-Aquí estarás a salvo -explicó Irina cuando estuvieron dentro.

-El palacio es el edifico más seguro del país. Me he asegurado de ello -dijo Aleksander colocando la mano en la espalda de Irina, queriendo guiarla hacia sus aposentos lo antes posible. Se dirigió a los oprichniki apostados en las puertas-. Llevadla a la suite vezda.

-¿Adónde vas? -La pregunta iba dirigida a Irina, siendo ella la única que se había mostrado amable.

-A curarse, señorita Starkov. Lo necesita después de haber sido disparada -señaló el Oscuro con un aura intimidatoria.

-¿Soy una prisionera? -volvió a preguntar intentando no aparentar que estaba asustada.

Aleksander se detuvo.

-Todo Ravka lo es. Hasta que acabemos con la Sombra.

Y con eso dicho, se llevó a Irina de allí, lanzando órdenes a los oprichniki. Necesitaba un Sanador de inmediato.

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Vale. Esta historia va a tomar un camino muy diferente respecto a Alina y Aleksander. Ya iréis viendo a medida que pasen los capítulos.

Total Eclipse of the Heart [Shadow and Bone]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora