Desde que el Hereje Negro creó la Sombra, en el Pequeño Palacio siempre han habido dos Invocadores de sombras para liderar a los Grisha. Sin embargo, sin que nadie lo supiera, estos dos tenían una visión muy diferente.
Aleksander Morozova deseaba má...
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-Se te ve más contento -comentó Irina cuando emprendieron su camino por el Pequeño Palacio para encontrarse con Alina, que iban a presentarla al rey. Aleksander tan solo sonrió misterioso-. Oh, ¡venga! ¿Has hecho algo mientras estaba durmiendo?
-Tal vez -respondió sin dar ninguna información. Después de darles los castigos convenientes a los Drüskelle, se sintió mucho más aliviado. Se quedó un rato más despierto analizando cómo cambiaría las cosas el hecho que la Invocadora del Sol se encontraba en palacio. Sus planes comenzarían a ponerse en marcha. Tan solo tendría que aguantar un tiempo con esa cría y conseguirle un amplificador.
Irina se quejó.
-Esto me pasa por quedarme dormida. Nunca me entero cuándo te vas. Antes siempre me enteraba de cualquier cosa.
Un escalofrío pasó por la espalda de Aleksander. Tenía razón, antes los sueños de Irina estaban plagados de pesadillas y se despertaba gritando en la noche. Aleksander la abrazaba intentando tranquilizarla con palabras suaves y dulces. Siempre rompía su corazón escuchar sus sollozos y no ser capaz de detenerlos.
La sensación de peligro era otra cosa. En cualquier momento podían ser atacados. Tenían que estar alerta. Ante cualquier sonido o movimiento, tanto ella como Aleksander se despertaban. Todo ello acabó tras varias décadas en el Pequeño Palacio. Lo habían construido como un lugar en el que sentirse a salvo. Que Irina pudiera por fin dormir tranquilamente y disfrutar de ello era el mayor regalo que el Invocador de sombras pudiera obtener.
-No -negó con fervor-. No deberías arrepentirte de ello. Es un alivio verte descansar en paz.
Irina no tenía palabras para responder, así que simplemente le regaló una sonrisa. Para Aleksander fue como si le hubiera regalado el mundo.
Encontraron a Alina en las puertas del Pequeño Palacio con un traje completamente nuevo del Primer Ejército aparte de llevar un velo que le cubriera el rostro. Genya la acompañaba, pero al verlos a ambos, inclinó levemente la cabeza y se despidió.
Alina no se había dado cuenta.
-¿Ha escapado algún Grisha de aquí?
-¿Acaso estás pensando en huir? -bromeó Irina apareciendo en su campo de visión.
Casi al instante, Alina se levantó el velo mirando hacia atrás, preguntándose de dónde habían salido ambos.
-No lo decía por... -se detuvo al notar la expresión fría del Oscuro. Que gran diferencia con la expresión de Irina.
-No te preocupes -tranquilizó la otra mujer, restandole importancia.
-¡Por todos los Santos! -exclamó la Invocadora del Sol al ver el edificio frente a ellos, el lugar donde residía la corte y la familia real.
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