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Zoe

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Zoe

Me sentí enferma por lo que mi corazón me decía, me hablaba y me pedía que dejara que ese hombre encendiera en mi estómago ese cosquilleo que Luis no hacía, ¿ciertamente amaba a Luis? ¿O ese es el consuelo que uso para hacer que lo nuestro funcionara en su momento? Pienso y pienso y llego a la conclusión, ¿él estará preocupado por mi repentina desaparición? ¿Me estará buscando? Quisiera creer que sí, claro que quiero pensar así.

—¿No dormirás? — esa pregunta llega a mis oídos mientras tomaba aún el aire.

—Iré en un rato, me siento bien aquí afuera— le dije a Edgar y él tomó asiento a mi lado—. ¿Por qué haces esto?

—¿Por qué hago qué? — respondió como si no entendiera mi pregunta.

—Me refiero a ser lo que eres, alguien que mata sin sentimientos, que no se arrepiente por haber quitado la vida de otra persona.

Dejó de mirarme y miró al frente, su semblante estaba lleno de seriedad y parecía perdido en sus pensamientos.

—Me trasmites algo que quiero entender, pero no soy capaz— volví a decirle y este sale del trance en el que se encontraba.

—Soy lo que soy por algo que me quita el sueño por las noches, llegar a lo que soy ahora es la meta que me propuse desde que mataron a mi padre, eso es todo, no hay más que eso.

Estaba segura de que había más, mucho más, pero no insistí, no quería molestarlo porque no tenía el cuerpo para coger ni una locura más.

—Ojalá y la muerte que le diste al señor Richard te devuelva el sueño, porque ese hombre no merecía morir por una simple deuda. Me voy a dormir— informé y después lo dejé solo sin contestarme hasta que estuve a punto de abandonar el jardín, lo escuché.

—¡Buenas noches!

Asentí — ¡buenas noches! — terminé de decir.

Se me hacía difícil creer que el padre de Claudia ya no esté vivo, es duro pensar que estoy viviendo con su asesino y que la conciencia no me deje tranquila, no paro de pensar que estoy engañando a mi única amiga y eso es lo que más me dolía. Sí, estoy aquí por ella, suerte que fui yo la que conducía su auto aquel día porque si no fuera así aún no hubiera superado su muerte. Y, aun así, tal y como estoy viviendo esta locura junto a ese hombre que me llena de tantas cosas sin saber por qué, volvería a conducir su coche para estar donde estoy ahora para salvarla.

La enorme casa en la que vivía me sentía chiquita dentro, la terraza de mi habitación es bastante alta y desde lo alto aún percibo la figura de Edgar, aún está sentado donde lo dejé y por muy que el sueño no llega a mí, soy tan tonta que me arriesgo y bajo para estar con él.

¿Por qué lo hacía? ¿Acaso me importaba por qué aún no estaba dormido?

—¿No puedes dormir? — me hice presente y él se alzó para llegar a mí que aún permanecía en la entrada del jardín.

—Ey, pensé que estabas dormida, ¿qué sucede? — parecía tan tierno al preguntarme y sostuvo mi rostro entre sus masculinas manos.

Me sentí confusa, nerviosa.

—Nada, solo que no puedo dormir y te vi desde la terraza.

Este me sigue mirando y luego siento que arropa mi cuerpo con sus brazos, dejándome helada.

—Me siento aliviado de tenerte así— comenta sin querer corresponder a su abrazo.

Entonces y sin duda alguna se separa lentamente y une su frente a la mía. Su respiración salía lenta y sus ojos me calaban en lo más profundo de mi ser, me gustaba cómo me tenía, como me arropaba con sus manos y de alguna manera me sentía bien.

—Edgar, no dejo de pensar en el señor Richard.

Se tensa y me suelta de golpe.

—Solo quiero saber ¿qué tan grande era la deuda para que acabara así?

Terminé por decir y me acerco a él para evitar que se pusiera nervioso.

—Tres millones— informa y me quedé boca abierta—. Su empresa estaba a punto de ir a la quiebra y me buscó, le di un plazo de dos malditos años y él no cumplió ¿y sabes qué?

—¿Qué? Termina, por favor.

—Me ofreció a su hija para saldar su deuda conmigo, él estaba dispuesto a entregármela, así que no te dé mucha lástima porque no era un santo como te hizo creer.

¿Él vendió a Claudia para terminar con su deuda?

—Por eso quise matarla, para devolverle su cambio. — Concluyó.

Negué y negué para luego alejarme de él y tomármelo con calma, ¿el señor Richard es peor que su asesino? ¿O solo quería hacerme creer eso para dejar de preguntarle?

Él me mira confuso y vuelve a cortar la distancia que hay entre nosotros y mi cuerpo acaba entre la pared y él.

—Volvería a prestarle dinero a ese hombre con tal de volver a conocerte— agrega y muero cuando siento sus labios, chocar con los míos, y él los domina como nadie, los besa con mucha pasión y su lengua se apodera de la mía y juro que me hizo temblar, me sacudió entera, me excité al segundo del beso y sus manos presionaban mi piel dejando descarga eléctrica a su paso.

Me entregué salvajemente a ese beso excitante y apasionado, le di permiso que se adueñara de mi ser, la humedad que me dejaba sobre mis labios me gustaba más y más, me sentía a mil, extiendo mis manos dejando libre mi excitación y él las sube para enredarlas sobre su cuello, noto como me humedezco y por cómo sabe llevarme a otro universo.

—Por favor, para—intenté soltarme de su boca y de sus manos mientras las mías lo empujan levemente para alejarlo de mí.

Suelta un gran suspiro ahogado de enfado y pude percibir su duro y gran miembro marcado en su pantalón.

—Así me tienes, Zoe, no me pidas que pare ahora. — Me señala con la palma de sus manos abierta a su parte íntima.

Aparté mis ojos y dejé de mirarlo por un instante.

—Aunque quisiera ir en busca de alguien más para que acabe lo que contigo no concluí, no quiero hacerlo, no me siento así con nadie, excepto contigo.

Sigo sin decir nada.

—Vamos, no te quedes callada, sé que tú también lo deseas, piérdete conmigo.

—No, no quiero tener sexo contigo, no quiero.

Tal como salieron mis palabras de mi boca, mi cuerpo salió huyendo de ese jardín, subí a mi habitación y me encerré mientras siento mi cuerpo temblar por la calentura que me provocó.

Tal como salieron mis palabras de mi boca, mi cuerpo salió huyendo de ese jardín, subí a mi habitación y me encerré mientras siento mi cuerpo temblar por la calentura que me provocó

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