Zoe
Es horrible vivir con la sensación de haber visto morir a personas que jamás pensé conocer, cargar con ese sentimiento es terroríficamente doloroso.
Me dolía todo, mis ojos los sentía arder y mi cuerpo me pedía algo que no llegaba a entender.
Nunca olvidaré lo que viví anoche, de cómo Edgar cumplió su venganza frente a mí y si alguna vez pudiera borrar todo lo vivido empezaría por sacarlo de mi corazón.
—Ana— dije su nombre nada más verla a mi lado y me eché hacia sus brazos.
Mi cuerpo aún temblaba y no podía sacarme de la cabeza todo lo vivido hasta ahora.
—Nunca se lo perdonaré— digo entre lágrimas.
Ella acaricia mi cabello mientras me sentía segura en su regazo.
—Edgar no debió de hacer eso.
Cada segundo, cada suspiro y cada mirada de esa milésima de segundos antes de apretar el gatillo me taladraba el cerebro.
—Fue muy cruel, no debí de enamorarme.
—Y aun así no puedes dejar de amarlo, eres su salvación, Zoe.
—No, Ana. No soy su puta salvación y nunca lo seré.
Ella sonrió levemente—. Lo eres y llegará ese día que lo verás todo más claro.No me iba a dejar convencer por las palabras de Ana, al fin y al cabo, es su hijo y por muy que esté en contra de lo que hace su hijo, no dejará de apoyarlo en todo momento.
—¿Dónde está? — pregunté alzándome de su regazo.
—Trabajando. Me pidió que no te dejara sola.
Me siento tan sola que mi corazón se quebró en cuestión de segundos, nunca había sentido la necesidad de tener a mi familia conmigo, y gracias a Edgar despertó en mí ese anhelo que me estaba matando por dentro.
—Me iré a dar un baño.
Eso fue lo último que dije antes de desaparecer por la puerta de esta, dejando mi cuerpo expuesto bajo la ducha y llorando como nunca.
Las lágrimas calientes arrasan por mi rostro como fuego a su paso, nada era como quería que sucediera y nada será como quiero que continúe.—Te preparé el desayuno— anuncia Ana, nada más verme.
Miré a la bandeja que contenía los alimentos y mi estómago se retorció y las angustias no tardaron en anunciarse para mí.
Ana me observaba con el ceño fruncido al ver mi reacción.
—¿Te sientes bien?
Asentí cerrando los ojos y dejando la toalla con la que me secaba el pelo sobre la cama.
—No desayunaré, iré a la universidad— anuncié, pero ella me miró de manera extraña y sé que algo me tenía que decir y no sabía por dónde empezar—. ¿Qué ocurre?
—Edgar ordenó que no salieras de la habitación.
Alcé las cejas y mi interior volvió a llenarse de rabia.
Busco mi celular y le marco, pero este no contesta mis llamadas.
—Si crees que volveré a ser tu prisionera de nuevo, que sepas que andas equivocado. Prefiero un tiro directo al corazón antes de seguir con este amor tan dañino.
Le di a la tecla de enviar y al cabo de unos minutos recibí un mensaje de él.
—Y aun así sigues sin darte cuenta de que no eres nada sin mí, soy y seré el que siempre decida por ti.
Maldito— grité.
—Te odio— escribí.
—Y yo te amo con locura.
Eso fue lo último que contestó y dejé de escribirle para salir a la terraza con la toalla aún enredada en mi cuerpo.
Cuando me quedé sola en medio de este mundo cruel, los pensamientos positivos siempre me abrazaron y me hacían recordar que nada sucede por qué sí, que de alguna manera siempre ocurren cosas que nos llevan a madurar y aprender de la mejor manera siempre y cuando lo tomemos como enseñanza de vida.
—Creí que tenías palabra, pero al parecer ese tipo te afectó tanto que no te dejó presentarte a nuestro encuentro— leo una y otra vez el mensaje de Claudia que llegó anoche, pero que no había visto hasta ahora—. Aun así, insisto que nos veamos, y si no aceptas, entonces tendré que decírtelo por aquí.
Sus mensajes me dejaron desconcertada, no sabía si lo hacía aposta para ir en su busca o realmente había algo más que yo no sabía.
Y repentinamente una imagen llega a mí por vía WhatsApp y al abrir vi que se trataba de una carta.
Amplíe la foto y me puse a leer el contenido de esta hasta quedarme en shock, por lo que esas letras decían.—Ahora entenderás que te estás follando al asesino de nuestro padre.
El móvil cayó de mis manos mientras di unos pasos atrás.
—No es cierto— susurré posando mi mano sobre mi pecho.
Cada vez me costaba más respirar. Me dolía el pecho y mis ojos apenas podían ver con claridad.
¿Por qué? ¿Cómo es posible que sea la hija de otro hombre?No.
Claro que no.
Edgar no puede ser el hombre del que me enamoré y a la vez el hombre que acabó con ese amor.
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Raptada por error
RomanceSolo había un objetivo en esta historia, matar a la hija del hombre que se metió con uno de los mafiosos más peligrosos del país, un hombre sin escrúpulos con un corazón de piedra que solo le importa su poder y lo que consiguió hasta ahora, ser el r...