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Zoe

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Zoe

¿Qué es lo que tramaba Edgar? No entendía hasta donde quería llegar con todo esto, pero mis dudas se despejaron al ver a Luis con alguien más en pelotas.

Flashback

—¿No es cierto? — dije nada más verlo en medio de su cama mientras un hombre desnudo me abrió la puerta.

—Zoe— se sorprendió.

—¿Ella es tu novia? — cuestiona ese hombre.

—Como pudiste, ¿desde cuándo eres gay?

—Mi amor, no es lo que parece. Solo que...

—Explícamelo entonces— crucé los brazos y Luis se acercó a mí.

—Te quiero y eso lo sabes, pero también siento atracción por personas de mí mismo sexo. No tiene nada de malo.

—Me estás engañando— grité—. ¿Desde cuándo?

No contesta.

—¿Desde cuándo? — repetí.

— Desde el cumpleaños de Claudia.

Baja la mirada y mi mano quedó estampada en su rostro.

Y yo sentía que lo estaba engañando con Edgar cuando él lo hacía desde hace meses.

—Olvídate de mí. Considera que estoy muerta y jamás, pero jamás te atrevas a buscarme.

Salí de su casa y las lágrimas no tardaron en nublarme la vista.

Fin del flashback

—¿Qué más sabes de mí, Edgar? — pregunté mientras él conducía.

—A veces es mejor enterarse de cosas de esta manera que seguir engañándose.

—Eso no contesta a mi pregunta.

—Sé cosas que solo tú sabes— dijo serio y tajante a la vez.

—Pero ¿cómo?

No llegaba a comprender cómo sabía tantas cosas que solo yo conocía, bueno, el engaño de Luis no lo sabía, pero hay cosas que él dice que salieron de mí de manera textual.

—¿Te sientes mejor?

Negué—. Edgar, déjame donde Claudia, la necesito en este momento y...

Suspiró y después apretó los labios para acabar asintiendo.

—Gracias.

—Tienes media hora. Ni un minuto más.

—Vale— asentí y cuando salí del auto ni me despedí, algo dentro de mí me decía que era mi oportunidad de escapar y que esté jamás me pueda encontrar, pero no estaba para engañarme a mí misma, no es tan tonto de dejarme aquí sin vigilancia.

—Zoe— Claudia gritó al verme y sus brazos no tardaron en abrazarme fuertemente mientras lloraba sin consuelo.

—Lo siento, amiga. Tenía que estar aquí a tu lado y no estuve, lo siento.

Era un momento lleno de emociones que erizaban nuestra piel y es que somos como hermanas de sangre.

—Pero ¿cómo estás aquí? — ella pregunta mientras se calmaba y entrábamos dentro de su casa.

—Te necesitaba, y le pedí a ese hombre que me tiene bajo su dominio que me dejara verte.

Empiezo a explicarle todo, le conté desde el principio, pero no pude decirle que Edgar fue quien mató a su padre, era incapaz, pero Claudia sacó sus propias conclusiones.

—Espera, ¿me estás diciendo que soy yo la que tenía que estar ahí y no tú, porque mi padre tenía una deuda pendiente con ese tipo?

Asentí.

—Y da la casualidad de que el mismo día que desapareciste el cadáver de mi padre apareció sin vida.

Me empecé a golpear mentalmente y me di cuenta de que había metido la pata. Yo misma dije todo sin decir nada de lo que no quería que supiera.

Suelta una sonrisa llena de sarcasmo— es así, ese hombre que dices que te secuestró es el asesino de mi padre— esta vez gritó e intenté tranquilizarla—. ¿Lo sabías? — cuestiona, pero no digo nada y mi silencio le dice todo—. ¡Por Dios!, Zoe. ¿Qué mierda estás haciendo? Te estás acostando con ese hombre como si nada y siendo su cómplice. ¿Te estás dando cuenta que esto es una locura?

—Por favor, no grites— intenté cerrar los oídos por sus sonoros gritos, no estaba para más.

—¿Sabes qué? Haré que ese hombre pague por la muerte de mi padre, y tú serás la testigo.

—No, ¿qué dices? No puedes hacer eso. Te estás poniendo en peligro y la ley está a su favor, no vale la pena venderse sin recibir lo que buscabas.

Le intento decir que haga lo que haga él es intocable, que ni la ley ni los malos le pueden hacer nada, pero Claudia estaba histérica.

—Haré lo que tenga que hacer y tú me ayudarás, o es que olvidaste que gracias a la generosidad de tu amiga y del hombre que mató ese criminal con el que te acuestas te pagamos la carrera.

Empezó a reprocharme en la cara todo lo que hicieron tanto el señor Richard como ella por mí.

—Estás siendo injusta, Claudia. Solo intento salvarte.

—No me salves y sálvate a ti misma. No necesito de ti y menos de alguien que ahora la considero cómplice del asesino de mi pobre padre.

No podía más, salí de su casa peor de cómo había entrado, Edgar se encargó de quitarme la venda sobre mis ojos y ahora lo veía todo con claridad.

Perdí no solo mi vida, sino a la única persona a la que me aferré como familia.

Oficialmente, estoy sola en este mundo.

¿Ser la testigo de Claudia sería la solución? ¿Vender a Edgar es lo que hacía falta para vengar la muerte de Richard, mi secuestro y las vidas que él arrebató?

¿Y esa sería su salvación? Quizás.

¿Y esa sería su salvación? Quizás

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