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Zoe

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Zoe

Amo y me vuelve loca como él sabe llevarme al paraíso y al infierno a la vez, me excita, me apasiona y sobre todo me fascina su forma de poseerme entera, no necesito de más mientras siento nuestras pieles conectarse entre sí. Es como tener una conexión invisible que te atrapa y no puedes salir de ella.

—Estoy exhausta— dije después de hacerme cumplir cada una de escenas que me hizo ver al susurrar a mi oído.

Mi cuerpo descansaba flotando y apoyado en el borde de esa gran piscina y él lo tenía a mi lado admirándome con la mirada.

—Mañana quiero que vayas a ver a un ginecólogo.

Fruncí el ceño.

—¿Para? — me hice notar molesta.

—Para planificarte algún método anticonceptivo. No deseo llevarme la sorpresa de que en nuestros encuentros salió un bebé.

No voy a decir que quería ser madre o esa era mi gran ilusión porque no era así, mi vida no podía depender de un bebé cuando ni siquiera estoy estable en nada. Pero juro que a pesar de eso me dolieron sus palabras como un martillazo directo a mi corazón.

—Vale— añadí e intenté dejar de mirarle.

A quien quiero engañar. No quiero ser madre, solo tengo diecinueve años, sería como arruinar mi vida, ¿no?

—Tener un hijo es algo que no quiero que entre en mis planes, no es por otra cosa, Zoe.

Añade para llamar mi atención de nuevo.

Volví a mirarle y recordé todo lo que pasó Ana con el padre de Edgar, al fin y al cabo, él también estaba en el mismo bando.

—Tienes razón, ser padre, siendo lo que eres es como condenar a tu propio hijo a la muerte.

Su rostro se tensó y se volvió tan serio que el frío cubrió mi cuerpo desnudo entre el agua.

—Exacto— añade y salió del agua, lo seguí con los ojos y este se enredó la toalla por su cintura marcando su perfecta V.

—Me ayudas a salir— extendí mis manos hacia él y este sin abrir la boca me ofrece su mano y en cuestión de un segundo estaba pisando suelo seco.

Coge la otra toalla y me cubre con ella.

—Sube a la habitación, tengo que hacer una llamada.

Asentí sin decir nada más y me alejé de él, de alguna manera estaba molesto por lo que le dije y es que era la verdad. Pienso igual que él.

La historia se repetiría.

Nos estamos dejando llevar y eso es lo más bonito, pusimos las decisiones en el tiempo y las circunstancias, estamos dispuestos que estas tenían que decidir sobre nuestro destino y que todo se den al azar.

Raptada por errorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora