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Edgar

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Edgar

Conozco las historias donde todo acaba con finales tristes y esto nos lleva a darnos cuenta, ¿valió la pena comenzar a amar cuando cada sacrificio no resultó como esperábamos? Yo no creía en finales felices porque nunca, antes me lo dieron, pero Zoe me abrió los ojos y me devolvió la esperanza que un día me quitaron.

—Vamos, nena, llegamos tarde a nuestra nueva vida— grité desde el piso de abajo.

Había organizado todo lo que necesitábamos para emprender junto a nuestro hijo la vida que queríamos iniciar, todo estaba empacado y Zoe tardaba en bajar.

—Hijo...— sentí la voz de Ana a mis espaldas.

—¿Qué haces aquí?

—Quería verte por última vez.

Suspiré, miré donde estaba Alexander, estaba distraído jugando con su cochecito.

—Creo que lo dejé claro cuando saliste por esa puerta la última vez.

Flashback.

— Gracias, señor, pero siento que no quiero continuar en este mundo. Ser inspector durante muchos años fue una gran experiencia, pero volver al cuerpo ahora cuando estoy a punto de comenzar mi vida es algo que no quiero aceptar.

Me ofrecieron volver al cuerpo de policía. Pero me negué. No quería seguir en lo que solo usé como estrategia.

—¿Estás seguro?

—Lo estoy— dije y después de una despedida llena de agradecimiento colgué la llamada.

Al rato Zeus entra a mi despacho.

—¿Querías hablar conmigo?

—Sí.

Saqué un sobre blanco—. Toma es tuyo.

Él se sorprende, pero lo abre.

—¿Qué? ¿Por qué?

Parecía molesto.

—Con ese dinero vivirás mejor que el mismo rey, esa cuenta es tuya y dispones de esos millones porque te los ganaste. Gracias por estar a mis servicios.

—Pensé que, aunque te fueras a otro país a vivir, iba a seguir trabajando para ti.

Sonreí.

—Puedes iniciar tu propio negocio con el dinero que tienes, no necesitas trabajar ni para mí ni para nadie.

—Pero, Edgar...

—Tu vida no puede estar dependiendo de la mía, tienes una hija que te necesita, Eli también te necesita y tú mismo te necesitas, pero yo no.

Raptada por errorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora