Zoe
No sabría decir qué estaba haciendo bien o no, por muy qué le dé vueltas a todo lo acontecido, aún no encuentro algo que me empuje más y más a Edgar, no digo que no me siento atraída y me gustan las aventuras que hace en mi vida, pero ¿soy así? No lo era y ¿debo cambiar para adaptarme? No sabría yo si esa fuera la mejor solución, cambiar por alguien así sin más es como dejar lo que eras y acabar siendo otra persona que tal vez no me llegue a gustar la nueva versión de mí.
Me encantó callejear sujetada en su mano y descubrir cada rincón de este precioso lugar, Venecia, estar en el lugar más húmedo de Italia y ver los múltiples canales de distinta longitud y anchura, fue como ver una obra de arte sin hablar del puente de Rialto entre otras. La comida fue brutal, una sensación exquisita y Edgar lo hizo más especial aun llevando acorde sus besos al lugar.
— Solo me queda decir que esto es más que magia, este lugar es tan y extremadamente hermoso que me quedaría a vivir aquí sin duda alguna—digo mientras contemplaba las vistas desde una gran terraza y tomando un costoso vino.
—Es bonito, pero no para vivir—comentó el perdido en mi mirada, desde que me dijo que me quiere su forma de mirarme era diferente, tan diversa a la anterior que temo caer en lo mismo que cayó él, amor.
Suena su móvil y repentinamente se tensó.
—Regreso enseguida—suena serio.
—Vale—se aleja de mí para contestar esa llamada y por mucho sexo que hayamos tenido aún sigue siendo un desconocido.
Aunque sea difícil ver todo lo que oculta y lo que es, espero que yo misma vaya descubriendo quién es realmente y hasta dónde es capaz de llegar por amor, lo retaré cada vez que me sea posible hasta saber lo que necesito entender.
—Nos regresamos—anunció sin mirarme.
—¿Qué? Pero si lo estamos pasando bien.
—Lo sé, pero es urgente regresar a casa, hay cosas que tengo que llevar a cabo yo mismo.
No añadí más y me sentí molesta porque su escasez de detalles me llena de ira.
La diversión y la hermosura del lugar llegó a su fin con tan solo una llamada inesperada y no solo eso, incluso su estado de ánimo decayó en picado porque apenas dijo palabra alguna, solo se dedicó a acariciar mi mano mientras volábamos de regreso a su casa.
—Esta noche no estaré en casa— anuncia al llegar a esta.
Puse mi mano sobre mi pecho y fruncí el ceño—. ¿Por qué? — soné lo más calmada posible y este vuelve a mí y sujeta mi rostro entre sus manos.
—Tengo que trabajar, por favor no preguntes— besa mis labios, pero no respondo a ese beso—. No mataré a nadie, ¿o quizás sí? — parece que se lo toma a diversión, lo que acaba de añadir.
—No tiene gracia.
—Lo tendrá si se lo tiene merecido— vuelve a besar mi boca, pero sigo sin responderle a sus besos—. Quiero que te traslades a mi habitación, ¿vale? — eso fue lo último que dijo y se fue, salió de casa y yo no entendía por qué me sentía tan mal por no estar conmigo en las noches.
—¡Hola, Ana! — saludé a la señora y ella me dio la bienvenida.
Trato de ignorar todo mi mal humor e intentar hacer algo productivo y no estar encerrada en la habitación, pero me pierdo en mis ideas locas y subo a la habitación de Edgar y empiezo hacer hueco en su vestidor para meter la ropa que él mandó a que me compraran.
—Me matará, pero me da igual— hablo sola mordiendo el labio al ver que le arruine sus cosas.
La curiosidad me mata, me llena el alma y siento como melodías de tensión en el ambiente y rebusco en su uniforme que tanto me hizo dudar, lo sostengo entre las manos y lo dejo caer sobre la cama y lo detallo sacando todas las conclusiones del mundo.
—Joder— susurré al ver esa placa llamarme la atención por el metal que iluminó mi mente por completo y me sacó de toda duda.
"Inspector"
Leí y casi sentí que me caía al suelo de shock en el que me encontraba.
Tomé asiento e incliné mi cabeza hacia abajo y por más que pienso no entiendo nada. ¿Él es inspector de la policía? ¿Es mafioso o que mierda es?
Resoplo y vuelvo a colocar ese traje como estaba antes.
Salgo al jardín y busco alguna lógica que me deje tranquila y continuar con todo esto, pero lo único que me llega a la mente es, que todo se debe a alguna tapadera o Edgar sabe jugar muy bien y que por eso estaba en los dos bandos. De los buenos y de los malos. Y yo quería creer que es de los buenos, aunque los buenos no secuestran y matan a nadie.
Pero ¿por qué? ¿Qué tanto le pasó a este hombre para ser quien era ahora?
No sabría si era bueno decirle que me había enterado y que lo descubrí o permanecer con la boca cerrada y tal vez él sea capaz de contármelo, ¿algún día?
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Raptada por error
RomanceSolo había un objetivo en esta historia, matar a la hija del hombre que se metió con uno de los mafiosos más peligrosos del país, un hombre sin escrúpulos con un corazón de piedra que solo le importa su poder y lo que consiguió hasta ahora, ser el r...