Zoe
Cada vez que me acercaba más a él, este se alejaba de una manera extraña, dolorosa para mí. Me había acostado con él porque así lo quise y no por una estrategia para que me dejara ir. De hecho, después de semanas a su lado no quiero irme, solo deseo llevar una vida normal junto a él y bajo sus condiciones.
Soy valiente en reconocer que puede llegar a ser alguien importante en mi vida, que me sentía como nunca en sus brazos y que estaba dispuesta a cambiar mi forma de ser porque en el fondo de su ser vi a alguien diferente al que todos ven y temen.
— Eres la salvación de mi señor— la frase de Ana hace eco en mi mente y cierto es que lo quiero ser, pero ¿a qué precio?
Sacudí la cabeza y pienso en las dos veces que me dejó helada después de que subiera la temperatura de mi cuerpo. Su indiferencia hacia mí nada más terminar el acto sexual es lo que más me tiene nerviosa.
Él aún no había regresado desde que azotó la puerta de la suite, no sé por qué hace eso o que quiere conseguir con todo, pero fuera lo que fuera tenía una misión y es intentar ganarme su confianza de nuevo, aunque eso conlleve olvidar a Luis para siempre.
—¡Hola, preciosa! — lo siento detrás de mí mientras me doy el último toque frente al espejo del baño y solo lo miré a través de este, deja un casto beso sobre mi hombro descubierto.
Sus manos rozan mi cintura por encima de la tela de seda que cubría este, un vestido largo con un perfecto corte decora mi anatomía.
—Es que, me muero por empotrarte aquí y ahora.
—Si no quieres llegar tarde será mejor que te prepares y sobre lo otro lo puedes dejar para más tarde.
Sonríe y rompe su mirada en mí. Se notaba que estaba muy excitado, muerde su labio inferior y deja de agarrar mi cintura para alejarse.
¿A quién quiero engañar? Estoy segura de que jamás seré su salvación porque nunca olvidaré la forma que cambió mi vida siendo inocente, tuve la fortuna de que le llamara la atención y cayó como hombre que cae cuando se siente atraído. Así que haré que confíe ciegamente y entonces mi bala saldrá sin que se dé cuenta.
—No te alejes de mí, la fiesta no es para estar divirtiéndote, Zoe.
—Supongo que lo dices porque habrá criminales iguales o peores que tú.
—Supones bien.
—¡Bien! Haré lo que me digas, no quiero problemas, Edgar.
Mientras el chofer conducía, Edgar sostiene mi mano y mira a esta mientras pasa sus manos sobre mi dorso. Sentía hermosas sensaciones sobre mi piel, pero estaba neutra, sin expresión alguna.
—Tengo una sorpresa después de la fiesta— dijo en medio de ese silencio.
Lo miro.
—Es algo que significa mucho para ti y sin él no descansas cuando duermes.
Entrecerré los ojos porque estaba intentando descifrar sus palabras, ya que tienen un gran significado para mí.
—¿Es posible?
—Lo es.
Me sentí emocionada por un momento al recordar el peluche que lleva acompañándome desde pequeña. No hay día que no dormí abrazado a él hasta que Edgar me privó de mi libertad.
En ocasiones es tan tierno, pero en otras solo quiero alejarme de él.
—¿Cómo supiste la importancia de ese peluche?
—No fue difícil. Solo lo supe y ya.
—El día que me dijiste que si querías algo de mi casa... — me detiene.
—Lo sé, me di cuenta y bueno, ahora está contigo, luego te lo doy.
Acorta la distancia y me besa lentamente dejando una ola de calor en mi cuerpo.
—No olvides lo que te dije—presiona mi mentón suavemente.
Asentí.
Al salir del coche, él sostiene mi mano con autoridad y luego caminamos juntos hasta ese lugar, que para mí es el infierno mismo.
Al entrar llamó la atención de todos, algunos lo miraban con miedo y bajaban la mirada, otros lo saludaban como si hubieran visto al mismo monarca, y Edgar se mantenía frío y serio frente a ellos.
—Rey— dijo un señor de unos cincuenta años que saluda a Edgar con su español roto y la verdad que me causó impresión al ver como se dirigían a él—. Es un placer tenerlo en esta fiesta.
Edgar asiente y tira de mí para alejarnos de ese hombre.
Incluso yo me sentí con miedo al ver como los analizaba a todos.
—Señor, lo que ordenó— se acerca un camarero y le entrega un canapé y él me lo ofrece a mí.
—Pruébalo, es mi favorito— me lo ofreció y me sentí intimidada al ser la atención de todos.
Lentamente, voy degustando ese trozo de masa rellena de una crema fría y salada con un toque dulce.
Mis papilas gustativas deleitan el sabroso sabor que explotó en mi boca.
—¡Madre mía! — coloqué la mano sobre mi boca para comentar de los multiorgasmos que estaba teniendo por ese canapé.
Edgar sonrió por primera vez desde que entró y me perdí en su gran mirada—. Me alegra que te gustará— comenta.
—Estás loco, me acabas de dar una ola de orgasmos sin tocarme.
Alza levemente su rostro y suelta una carcajada elegante mientras lo detallo en cómo se veía de esa forma.
Inclina su cabeza hacia mi rostro y besó la comisura de mis labios.
—Mientras sea yo quien te haga sentir esos orgasmos, entonces no hay problema, todos están a salvos.
Presioné los labios y oculté mi sonrisa.
ESTÁS LEYENDO
Raptada por error
RomanceSolo había un objetivo en esta historia, matar a la hija del hombre que se metió con uno de los mafiosos más peligrosos del país, un hombre sin escrúpulos con un corazón de piedra que solo le importa su poder y lo que consiguió hasta ahora, ser el r...