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Zoe

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Zoe

Quiero amarlo, sentirme amada como lo hacía antes, verme pegada a él y deseo tanto verlo desnudo, de besarlo y no quedarme con las ganas de degustar sus labios, deseo una noche como las de antes y no dejar testigos de nuestra pasión, pero siempre mi egoísmo y el orgullo no me deja avanzar, no puedo continuar lo que tanto anhelo, no puedo perdonarlo porque aún no me ha pedido perdón, no lo hizo y sigue sin hacerlo.

—¿Qué tuviste con la tal Josefina? — pregunté al asegurarme de que Alex se había quedado dormido mientras regresamos a casa.

El silencio se llena de tensión ante mi pregunta, el ambiente dentro del coche es de un calor intenso por mi parte, de ganas de discutir por lo que había visto, y sé que algo tuvo con esa mujer porque tanta confianza no era normal.

—¿Tienes derecho a preguntarme eso?

Sus palabras fueron como un puñetazo en el vientre que me tiró al suelo.

Me mira fijamente y después retiro mis ojos.

—No tienes derecho a preguntarme sobre mi vida personal.

—Tienes razón, no tengo derecho y ahora que me lo acabas de recordar continuaré como si no me importas.

—Bien— apretó el volante.

Lloré lágrimas de sangre cuando me veía hundida en la mierda, mi tiempo pasó porque así lo decidí, mi tiempo acabó con él porque así lo quise en todos los sentidos y volver a estar cerca de él no va a despertar lo que un día maté yo misma. Su belleza, su mirada y su forma de ser no va a revivir lo que yo misma acabé con mis propias manos.

—Déjame llevarlo yo— me pide al ver que saco a Alex del auto y lo cargué hasta la habitación.

Suspira al ver que no le hacía caso y este no hace nada más que cerrar la puerta de su coche al alejarme.

—Te odio— murmuré subiendo las escaleras, aunque sé que no me ha escuchado.

—¡Descansa, mi vida! — le di un beso en la mejilla a mi bebé, estaba agotado y es que no paró desde que llegó a ese lindo lugar.

—Mañana temprano vendrán a reformar la habitación— informa Edgar antes de cerrarle la puerta en sus narices.

Pero esta no duró cerrada porque la volvió abrir y entró dentro mientras sus manos sujetaron las mías y las puso contra mi espalda, choca con cuidado mi pecho contra la pared y siento como me presiona con su cuerpo mientras su cálido aliento despierta mi piel excitada.

—No me provoques, Zoe.

—Y tú no me hagas sentir que soy la mierda para ti. Soy la madre de tu hijo, y el...— me detengo.

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