EPÍLOGO

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Zoe

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Zoe

Raptada por error, fue el inicio de una historia que hasta ahora me llevó a vivir de todo un poco, desde lo más terrorífico a lo más hermoso. De conocer el alma de alguien, a enamorarme de ella completamente, fue intentarlo y acertar, aunque siempre con obstáculos en el camino.

Hay un proverbio que dice << Los enemigos afligen al ignorarte, tanto como el ignorante se aflige a sí mismo>>.

Edgar optó por ocupar el lugar de otro mientras él por naturaleza era un hombre bueno y cariñoso, sitió según lo que su corazón marchitado le dictaba por errores del pasado y después de años y años siempre aparece, alguien o algo que nos hace superar todo.

Hay algo en nuestra historia que no le dimos importancia, pero sé que es necesario seguir recordando, claro que, la familia no se escoge, es la que te toca y hay que aceptarla, nos guste o no, y por eso después de pensarlo determinadamente, acabé por buscar a Claudia, la encontré y me confesó la verdad, me contó lo mucho que intentaba olvidar a Edgar en otros hombres y que al verme que, yo fui su elegida dejó que su ira y su locura la dominarán. A pesar de todo, le perdoné, sin rencores ni malicia, ella ahora está haciendo su vida junto a su novio Víctor y bueno yo la mía junto a mi esposo.

—En serio que tus hijos son idénticos a ti. ¿Dónde quedó el que se parezcan a mí? — dije mientras veíamos a Alex y al pequeño Camilo jugar.

Hay cosas en el pasado que es mejor no preguntar, es mejor olvidarlas cuando estás dispuesto a empezar de cero.

—Todo tiene fácil solución— lo miro al no entender—. Hagamos otro— muerde el lóbulo de mi oreja y me alzó.

—¡Oh no, querido! Con dos príncipes tengo suficiente

Se echa a reír.

La vida era más bonita de la que la conocía. Él la hacía más hermosa y mis hijos lo hacían única, digno de vivirla.

Un nuevo país, donde me sentí la mujer más afortunada del mundo, un lugar nuevo para crear sueños y momentos. Una familia que crece cada día.

—Bienvenida, cuñada— dije al ver a la hermana de Edgar.

Ana se mudó con nosotros y es la mejor abuela que pudo tocarle a mis hijos.

—Hermana, bienvenida— Edgar la abraza.

Edgar había cambiado y no por mí, sino por él mismo, yo había aceptado ser su mujer legalmente y nuestra boda fue un sueño de lo más íntimo, cuatro invitados y los testigos, una ceremonia entre nosotros y un día inolvidable.

Meses después nació Camilo, un niño más a esta familia tan única y no me arrepiento de nada, al contrario, volvería a llorar y a sufrir todo lo necesario para llegar a donde estaba ahora.

Raptada por errorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora