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Edgar

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Edgar

Ana María de la Luz era el nombre completo de mi madre, la mujer que me abandonó y me dejó a tan temprana edad, la mujer que lleva en mi casa muchos años y siempre dije que la consideraba mi madre porque realmente lo era, mi madre, la mujer que siempre necesité y que después de años y años volvió a aparecer en mi vida como la mujer de la limpieza, con otro aspecto, otra cara pero con el mismo corazón, y pensar que he vivido con este secreto mucho tiempo es como tragarme mi propia lengua una y otra vez, ella hizo que mi rabia la dejara a un lado y mi estupidez ante ella fue evidente, pero conmigo nadie juega. Todos los que se acercan a mí es porque lo permito yo.

En su día oculté todo conocimiento para dar la oportunidad de que ella me dijera quien era realmente, para verla como sufría en silencio, en cómo me trataba y como hace su trabajo para estar cerca de mí, quise arriesgarme y callarme, pero no le he perdonado.

—Hijo— rompió en llanto.

—Llévate al niño— le pedí a Zoe y ella así lo hizo.

Me quede sola con mi madre, ¿mi madre? Suena raro, pero cierto.

—Yo... siento todos estos años, no podía decirte por miedo a que me echaras de tu vida.

Abro las manos —. Pero ves que no lo he hecho, y aunque Zeus también sabía la verdad, sé que siempre estuviste para mí lealmente, pero eso no hace que te perdone, me dolió volver a casa y no verte ahí, en como mi padre sufría por tu ausencia.

—No me culpes solo a mí. Primero déjame contarte toda la historia.

Negué.

—No la quiero saber, ¿crees que si quisiera oír tu explicación te hubiera dejado todo este tiempo a mi lado?

—Aun así, debes oírla.

—No, Ana. No lo quiero oír, no quise ser el hombre que tal vez hubiera acabado con tu vida, porque sabes que no soy incapaz de quitarte la vida, aunque me dejara matar por ti no podía alzarte la mano, y aún a ese sentimiento no quiero ser tu hijo.

—Eres mi hijo, siempre lo has sido y si no me hubiera ido ...

—Si no te hubieras ido, también te hubieran asesinado como lo hicieron con mi padre, conozco el mundo donde nos metimos.

Sigue negando.

—Puedes seguir trabajando para mí sabiendo que ya sé la verdad.

Tal vez el control que tuve el decirle que sabía quién era es porque llevo años intentando superar todo y al final me acabé acostumbrando a ella, aunque de lejos, a distancia de ser mi madre, de verla llorar por mí y yo no hacían nada, de disfrutar como a ratos me llamaba hijo mientras sabía que lo hacía porque así lo era, pero ahora que las cartas estaban echadas, nada debería cambiar incluso su explicación no le encuentro sentido después de tanto tiempo. La voz de mi madre fue lo suficiente para reconocerla el primer día que la contraté como mi empleada.

—Disfruta de tu segundo nieto, ámalo como un día lo hiciste conmigo, pero nosotros seguimos siendo lo mismo, jefe y empleada.

Salí de ese lugar y bajé escaleras abajo donde Zoe estaba con Alex, besé la frente de mi pequeño y sin añadir más salí de la casa, estaba que me moría por dentro y no me quería desahogar donde mi hijo estaba.

No me siento traicionado por Zeus, ni por Ana tampoco. Al fin y al cabo, era un asunto muy delicado que tal vez era mejor mantenerlo en secreto.

—Lo siento, Edgar. Cuando conocí a Ana ella apenas se había recuperado de la transformación de su rostro, fue una gran amiga de mi madre y al oír la historia quise ayudarla, en aquel entonces apenas estaba empezando contigo ti.

—No te he pedido explicaciones, Zeus.

—Pero te las quiero dar, joder, somos amigos también.

—Lo somos y por eso sigues a mi lado, pero no quiero oír lo mal que lo pasó porque yo lo pasé aún más mal que ella, sabes muy bien que me robaron la infancia, que me educaron de la peor manera, que mi tía me maltrató y me humillaba después de ...
Mi mano forma un puño al recordar y muerdo este con mis dientes para controlar mi rabia.

—Odio a esa mujer— concluí y le pedí que detuviera el coche.

—Nunca me contaste lo que te hacía tu tía.

Negué y era algo que morirá conmigo.

—Y nunca lo haré.

Zeus presiona mi nuca mientras me senté en uno de los bancos que había cerca donde estacionó, con las piernas abiertas oculté mi rostro en ellas.

—Eres un gran hombre, solo que no quieres verlo— añade y después suelto el aire que contenía por dentro.

—No soy un buen hombre, nunca lo fui.

Pensar en mí después de ser quien fui, fue lo único que hice hasta que Zoe apareció en mi vida, el día que ordené que la mataran sin saber que era la otra hija de Richard y la misma que me vendió por su deuda, pero al gritar entre llanto que ella no era la hija entendí que fuese como fuese ella estaba destinada en mi vida de cualquier forma, aunque la rechacé mil veces la encontré en mi camino mil y una veces más y por eso la amé, me enamoré de lo que es y de lo que causa en mí, a mi mente y siempre será la única que sabe cómo llevarme a la muerte mientras me devuelve a la vida con una simple mirada.

Ana es y será la mujer que me trajo a este mundo, siempre marcará mis días y si no fuera porque ella se alejó, tal vez ahora mismo no sería quien soy, tal vez hubiera muerto junto a mi padre por una venganza y Ana también.

—Ve y sigue con el plan de ayudar al nuevo inspector a detener a Antón, habla con el comisario y dile que la orden la di yo, que no se interponga en el trabajo de otros y que pronto tendrá noticias mías.

Zeus asintió y antes de irse me pidió una vez más disculpas.

Zeus asintió y antes de irse me pidió una vez más disculpas

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