Solo había un objetivo en esta historia, matar a la hija del hombre que se metió con uno de los mafiosos más peligrosos del país, un hombre sin escrúpulos con un corazón de piedra que solo le importa su poder y lo que consiguió hasta ahora, ser el r...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Edgar
Me puedo perder, me puedo equivocar, al igual que también me puedo caer, controlarlo todo o casi todo no significa tener el poder absoluto.
—¿Sigues sin saber quién soy? — torturo al hombre que arrebató la vida a mi padre, nuevamente el frío y la humedad del sótano se filtra en mi piel y los gritos de este ser son sonoros y llenos de dolor.
Una de las cosas por la que decidí que Zoe volviera a la universidad es para no escuchar a este tipo gritar de agonía, porque las torturas que le daba en las mañanas eran insoportables.
—Sigo sin entenderle, pensé que...
Lo hago callar metiendo su cabeza en el agua con hielo mientras sus pulmones se ahogan.
Insisto en hacerle recordar, quiero que sepa que su sufrimiento tiene un porqué.
—Por favor, señor Edgar, para— suplica al recuperar el aliento.
—Recuerdas al hombre que mataste porque te estorbaba para tus negocios, él mismo al que le diste una vida llena de todo y tú mismo decidiste acabar con ella, él te era leal, siempre lo fue.
Grité lleno de rabia.
—Lo siento— empieza a llorar el muy maldito.
Recordó.
—Pero ¿quién era para ti?
Olvidó la cara de ese niño, olvidó los ojos llenos de terror. Me olvidó y ahora volví.
Tomé una calada de aire para dejar salir al menos algo de lo que me ahogaba.
—Su padre— Zeus contestó por mí.
Y ahí fue cuando se dio cuenta de que ahora era yo quien iba a acabar con su vida.
—Solo hazlo de la manera que lo hice con tu padre, no sufrió.
Negué con una mirada y vi el fuego que había en ellos.
Sus pulmones se llenaban de agua y volvía a respirar después de estar sufriendo en busca de oxígeno, y así sucesivamente, sus manos estaban atadas y nadie podía salvarlo, excepto un milagro y yo no creo en los milagros.
—Que Ana no se acerque al sótano, no quiero que le diga nada a Zoe, ¡avísale! — di la orden a Zeus y salí de ese lugar dejando a ese hombre en busca de su propia muerte, pero no sé la iba a dar tan fácilmente.
El coraje y la ira es lo que me transformó en lo que soy, en lo que hago y en lo que me convierto cuando dejo mis sentimientos de lado.
Zoe es delicada en todos los sentidos y saber que la vida de alguien está por acabar bajo mi propia casa es algo que no aguantaría o tal vez se lo tome de la peor manera.
