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Edgar

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Edgar

Aun así, Zoe sigue sin entender que no se me escapa absolutamente nada, que cada uno de mis empleados los tengo controlados. No soy de fiarme a la ligera de los demás y para ver su lealtad primero deben demostrarlo.

—¿Qué vamos a hacer? Solo da la orden y este tipo desaparece del mapa.

Zeus me ve nervioso.

—¿Qué cambiaría?

Negué con la cabeza.

—Sé que ella no lo ama, lo sé, joder—grité—. Regresamos a casa.

De que me había servido alejarme estos días si han sido los más difíciles que he pasado sabiendo que la tenía lejos.

—Busca información sobre ese hombre— le pedí a Zeus montando en el avión y mientras pienso que debo hacer con Zoe.

Gana el que no se enamora, el que no se ata a nadie y pierde el que decide dar su vida por la otra persona.

Al llegar a casa, en la planta de abajo no había nadie, a excepción de Ana.

—¿Dónde está? — pregunté molesto.

—Arriba, pero hijo, por favor...

—Márchate a casa, Ana. Tienes la semana libre. — No la dejé terminar de hablar cuando ya estaba subiendo las escaleras.

Cometí el error sin saber que nadie iba a cambiar lo que mi pecho siente por ella, así que ahora me toca luchar con mis sentimientos y salir de ellos de la manera más sana posible o simplemente caer y disfrutar.

—Edgar— dice mi nombre asustada y sorprendida a la vez al verme frente a ella entrando de golpe en su habitación.

—Edgar, si el mismo— grité agitado.

Se alza de la cama y se detiene frente a mí—. Lo siento. ¿Vale? No debí desobedecerte.

Frunzo el ceño—. ¿No debiste? De qué sirve ahora tus disculpas, me retas incluso estando lejos de ti. ¿Acaso no estoy intentando ser delicado contigo?, ¿acaso no estoy dando todo de mí para no lastimarte?

—No todo— alza ella la voz—. Te fuiste por días y ni siquiera te despediste, esa mañana desperté con ganas de verte, después de esa noche en la que me besaste todo cambió y cuando no te vi en casa todo se vino abajo.

Sus ojos se llenan de lágrimas y yo me pierdo en sus palabras.

—Me sentí confusa en el momento que me besaste, encendiste unas llamas que hasta ahora nadie lo ha hecho, pero me decepcioné— se ahoga en llanto.

—Sé más clara— exigí.

—Quiero que me toques, que me beses igual que la otra noche, que me hagas sentir única para ti, eso es lo que quiero decir.

Y como no, deseaba tanto o más que ella hacerle locuras que nos hagan conectar piel con piel, así que la agarré de la cintura y la tiré hacia mí para fundir mi boca en la suya y besarla salvajemente sin importar lastimarla.

El tacto de su pelo entre mis dedos era suave, mi mano se resbalaba y mi fuerza presionó su cabeza hacia mí para dejarla sin aliento, su boca ardía con cada beso. Mis pasos la llevaron hacia la cama y la acomodé sobre el colchón sin dejar de besarla. Mis manos recorrían su muslo descubierto por el vestido, dejando paso hacia su cintura y acaricié el contorno de su cadera. Empecé a bajar por su cuello haciendo un recorrido intenso por su piel. Alcé mi mirada y me centro en sus ojos mientras mis manos descubren lo que hay debajo de sus bragas, veo como cierra los ojos y gime sensualmente, bien que me hace excitar más y más, mi sonrisa resalta por verla disfrutar al introducir mis dos dedos en su interior. Muerde su labio inferior y abre sus ojos para agarrar mi rostro y me besa perdiendo el control de la niña que pensaba que era, su boca es tan sabrosa que no me cansaría de estar así—. ¡Oh, sí! Edgar me vuelves loca.

Mi pecho se agitó por su voz, y continuó besando mi boca y desplegando esa maldita sensualidad que le sale de manera natural. Me encanta, me enloquece. Su vestido fue abandonando su cuerpo lentamente hasta que vi lo bonito que era su pequeño cuerpo, su piel blanca es suave y ahora mismo estaba erizada por tal actividad. Mientras tanto mi pene estaba tan firme que ella sonrió al notarlo clavado en ella, mi cuerpo temblaba y mi sangre jamás había estado más ardiente. Mis labios bajan hacia sus pechos y pasé mi lengua sobre sus pezones duros, dejando en ellos pequeños mordiscos que la hacen vibrar.

Nuestra piel empezó a revelar el estado que se encontraban, el calor la inundó de sudor.

—¿Te lastimo? — cuestione con la respiración agitada, uniendo mi frente a la de ella.

—No— sonríe y le doy un último beso y me levanto para desnudarme.

Mi rostro era sereno cuando empecé a desabrochar los botones de mi camisa, mis ojos no la dejaron de mirar y ella respondía con una sonrisa provocativa y sumergida en mi anatomía, continué con el pantalón y este deja al descubierto en su totalidad mi miembro cuando el bóxer cayó con la prenda, sus ojos se ensanchan al ver como mi polla palpitaba encima de su abdomen.

—¿Por dónde íbamos? — cuestioné, poniéndome encima de ella.

No contestó y continué navegando por su cuerpo bajando hasta su vagina donde juego con ella con mi lengua caliente, gime con fuerzas y placer, yo disfrutaba como me apoderaba de ella, intensifiqué su placer metiendo nuevamente los dedos dentro y la lengua bailando en su clítoris.

—Edgar— grita mi nombre y noté que estaba a punto.

—Dime que usas algún tipo de método anticonceptivo— pregunté antes de entrar en ella.

Negó.

—Mierda.

No estaba para ir a mi habitación y buscar un condón. Así que con mucha atención la penetré sin nada y la embestí duramente, sin pudor ni conciencia, la quería llenar por completo, ella gemía entre gritos al sentir mi pene dentro, haciendo espacio en su apertura. Continué entrando y saliendo con fuerzas y rápido, estaba a punto de llegar y ella lo mismo, así que la hago llegar antes que yo y yo terminé fuera de ella.

—¿Me seguirás retando? — terminé después de llenar las sábanas con mi esencia y ella me miraba con una hermosa sonrisa y con las mejillas rojas.

—¿Me seguirás retando? — terminé después de llenar las sábanas con mi esencia y ella me miraba con una hermosa sonrisa y con las mejillas rojas

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