29

29.6K 1.8K 136
                                    

Edgar

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Edgar

No me da para hacerla llorar, soy incapaz de hacer algún movimiento que haga que me odie más, solo quiero aprovechar el tiempo que nos queda para disfrutar a su lado y sentirme en la cima, ella es la única que puede sacar lo mejor de mí, si, Zoe es y será el tesoro que guardaré en el fondo de mi corazón y juro que la extraño con tan solo estar lejos de ella, aunque sea un instante.

—Descansa— le pedí después de besarla y abrazarla, hoy fue un día duro entre ese nerd y su supuesta amiga. Los golpes fueron duros pero necesarios.

Aunque el mayor secreto aún no lo conoce, ella es y será la que tenía que estar aquí y no su amiga.

—No te vayas, por favor— suplica y no suelta mi mano.

Tenía que ir a comisaría, pero su mirada me pedía que no me alejara.

—Está bien, no me iré, pero antes tengo que hacer una llamada.

Asiente y después afloja su agarre y cierra los ojos.

Bajo a mi despacho y busco en mi caja fuerte el diario de Zoe que llevo leyendo desde el día que la secuestré, esa es mi fuente de información, no sé cómo no se dio cuenta de que sus secretos conocidos por mí es gracias a ese cuaderno que escribió.

—Había días que el señor Richard me abrazaba como si fuera su propia hija, él decía que lo mirara de ese modo y realmente así lo sentía. Parece de locos, pero así me hace sentir, mi propio padre, el cual sé que no puede ser así, ya que el mío murió hace años y no hay dos padres que se puedan igualar. Digamos que lo quiero como alguien que me ayudó a sobrevivir.

Cierro esas hojas y suspiro.

—Dani, hoy estaréis solos, cualquier cosa, házmelo saber.

Nunca creí que el amor iba a llegar a mí de esta manera, jamás me enamoré y esta vez lo hice sin condiciones, sin filtros.

Mi mente se destruye de una forma u otra, y ahora que esa niña quiere meter la mano en la llaga más que nunca debo de estar atento.

—Regresaste— dice Zoe al verme entrar de nuevo a la habitación, mientras abrazaba a ese muñeco.

—Regresé— me recosté a su lado—. Ahora dime, ¿irías de testigo con tu amiga si ella decidiera denunciarme?

Guardó silencio por un segundo y después alzó sus ojos en busca de los míos.

—No.

—¿Por qué?

—Porque sé quién eres.

—¿Y quién soy?

Deja de mirarme y recuesta su rostro por mi pecho mientras acariciaba su pelo.

—Eres inspector.

No me sorprendí por lo que dijo, ya que Zoe es demasiado inteligente para no acabar descubriéndolo.

—Eso no significa ser inmune a los demás ni mucho menos no ir a la cárcel por un crimen.

—No eres tonto, Edgar. Si eres lo que eres es porque estudias todas las cartas antes de jugar a tu juego, pero mi duda es ¿por qué?

—¿El qué?

—Por qué detienes a los malos cuando realmente tú los gobiernas.

Suspiré y era difícil de explicar para que ella me entendiera, no hallaba palabra exacta para dejarle saber que lo que hago es porque así lo quise y recorre mi sistema el poder de gobernar ambos bandos.

—No hay explicación justa para esto.

—Yo tengo una.

Vuelve a mirarme y siento como mi corazón quiere salir de su sitio.

—Eres bueno, lo eres y lo siento, pero algo tan duro como el abandono de tu madre y la muerte de tu padre te hicieron ser lo que eres ahora.

No contesté, no dije nada porque me estaba rompiendo por dentro, ya no me acuerdo del niño que reía y era feliz, me olvidé de todo lo que era bueno a mi alrededor y me centré en lo que soy hoy en día.

Me quedé tranquilo al ver que no iba a ir en mi contra, al menos sé que lo que estoy sintiendo por ella es sincero y lo dejé salir, aunque eso signifique dejar de ser el rey para ser solo un hombre enamorado de una niña de diecinueve años.

Las horas de la noche seguían pasando lentamente ante mi vista, era incapaz de cerrar los ojos y olvidarme de mi tormento. La habitación la sentía muy pequeña y el cuerpo de Zoe lejos, muy lejos que sentí como me quedaba sin aire.

Caminé hasta la terraza y tomé esa calada de oxígeno que necesitaba, calme cada extremidad de mi cuerpo y pienso con la mente vacía. Por primera vez no sabía qué hacer, ni por donde tirar, y eso no es propio de mí.

—Todo se oscureció— suspiré en medio de la noche.

—¿Estás bien? — siento la voz de Zoe a mis espaldas y me giré para verla.

—Lo estoy, solo que todo se trata de ti y de alguna manera siento que no es correcto, no es bueno el amor que te tengo, y...

No termino de hablar cuando Zoe toma poder sobre mis labios y me besa con fuerza, pasión y juraría que sus lágrimas salieron en medio de ese beso no tan esperado para mí.

—¿Por qué lloras?

—Por qué me enamoré de ti. Te amo, Edgar, y así fue desde hace semanas y no lo quise ver, tus recuerdos me duelen, me atormentan, pero también hay recuerdos que me hacen sonreír, soñar y solo hace falta que la balanza se equilibre y acabe pesando más los recuerdos buenos que los malos. Te amo y esa es la verdad.

 Te amo y esa es la verdad

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Raptada por errorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora