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Edgar

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Edgar

Me hubiera gustado pasar más días en Italia con Zoe, porque dejé nacer a alguien nuevo en mí que jamás había experimentado lo que en ese instante, al ver como disfrutaba del lugar, mi yo diferente lo disfrutó como nunca.

—Tal como tenía planeado el plan con Antón salió a la perfección— informé al comisario y este asintió. Pero mi problema ahora no es ese, sino JD.

Zeus es el supuesto anónimo que pasa información a la policía, y cuando recibí la llamada de este no dude en bajar y no dejar que JD salga con la suya y después pueda huir al extranjero.

—Mañana en la mañana lo detendremos en puerto mientras exportan las armas, nosotros dos iremos a por JD— le señalo a mi compañero Dani y el resto irán a por su hermano.

Di la orden y la noche transcurrió entre trabajo y más trabajo.

Lo que más me preocupaba era la soledad en la que estaba dejando a Zoe, sé que no se atreverá después de todo lo que hemos pasado a desafiarme o hacer alguna locura, pero aun así no confío para estar tranquilo.

Años y años sin respirar como era debido, es algo que me agota tanto interior y exterior, no había nadie que podía entregarle mi vida y que hiciera de esta lo que quisiera, algún día, si, ese día cuando llegue y haya acabado con mi misión tal vez decida no regresar más a ser el hombre que todos temen.

—Tú— dijo JD al verme y él fue la primera persona que pudo captarme en acción, ya que esta vez no quise usar un pasamontañas.

—Yo— lo tiré al suelo y lo detengo con la rodilla contra el suelo mientras le ponía las pulseras—. Ya sabes lo que le va a pasar a Verónica si abres la boca— lo amenacé en un susurro mientras Dani revisaba el lugar para afirmar que estaba solo.

—Mierda— gritó ahogado por mi peso.

—Fin de este individuo— añadí y salí con rumbo a mi casa. Había amanecido y sé que Zoe estará no solo molesta, sino que se preguntará muchas cosas y no saldrá nada bueno de esas incógnitas que le rodean la cabeza.

—Edgar— escuché la voz del comisario—. Nuevamente, déjame felicitarte, eres un gran inspector.

Cansado de sus halagos, solté un gran suspiro—. ¡Ya!

—¿Qué te ocurre? — cuestiona.

—Que me estoy cansando de tus felicitaciones por nada, sabemos muy bien que no me siento orgulloso de lo que hago y ...— me interrumpe.

—Estoy seguro de que mi hermano estaría orgulloso de ti— y el recuerdo del hombre que me enseñó todo lo que soy ahora me viene a la cabeza. Así es, el comisario es el hermano del anterior jefe y que ahora ocupaba su lugar.

Raptada por errorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora