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Zoe

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Zoe

Mis ojos se quebraron cuando me vi al espejo de aquel baño y sentí mi piel aún excitada por su maldito castigo, Edgar jugó con mis emociones y por muy que piense que en el fondo de él hay ese ser con sentimientos, ahora me doy cuenta de que es más que un maldito que no vale la pena incluso pensar algo bueno de él.

Cierro los ojos e intenté calmar mi llanto y me repito que solo es un proceso, que nada es duradero y que yo no lo iba a ser para él.

El blanco y rosa que coloraba mi alma me abandonó para oscurecer los colores y todo se convirtió en gris.

Tomé una gran calada de aire y me tranquilicé para salir en busca de ese hombre que me mortificó por nada, me calienta y cuando no termina lo que inició una fría y eléctrica corriente recorre cada extremidad del cuerpo dejándome enferma.

—¿Te sientes mejor? — sonreí como si no me importara lo que me hizo.

—Mejor que nunca.

—Bien, espero que hayas aprendido la lección.

Vuelvo a sonreír sin mirarlo—. Espero que también la hayas aprendido tú.

—Para ser tan inexperta tienes mucha fe en ti— susurra en mi oído.

No dije nada y continué con esa sonrisa sin sentido.

Las horas fueron pasando y yo solo deseaba marcharme al hotel, la ilusión de venir a este país se esfumó al ver como Edgar cambió mi ánimo en cuestión de segundos.

—Me daré una ducha— dije nada más entrar a la suite y este no contestó, pero sentí como me siguió mirando hasta entrar a esta y le di una última mirada antes de cerrar la puerta.

Apoyé mi espalda sobre la puerta y me descalzo mientras recuerdo lo que hizo de mí en esa fiesta.

No es delicado conmigo ni siquiera su presencia, sé que será el cáncer de mi vida y de alguna manera llegará el día en el que me encontraré destrozada porque personas como él no son para siempre.

El agua se desliza sobre mi piel ardiente y sigo excitada igual o más que antes de que recibiera mi castigo, de sentir sus dedos en mi interior y por mucho que quiera calmarme era imposible.

—¡Lo siento! — me sobresalté al sentir su cuerpo duro detrás de mí y sus labios muy cerca de mi oído—. No quiero ser así contigo. —Sigo sin girarme hacia él y siento su miembro duro detrás.

—Márchate, Edgar. Quiero darme un baño a solas.

—No me pidas eso.

Agaché la cabeza bajo el agua y sollocé en silencio, no podía más, no quería esto.

—No quiero tenerte así siempre, no quiero que tu cautiverio dure, pero necesito algo que me deje tranquilo y puedo estar seguro de que solo eres mía.

—Y es que sigues sin entender que no seré tuya si sigues conmigo de este modo. Te dije que me gustabas, y aun así no lo tomaste en serio.

Mi voz sale ahogada por las lágrimas, y entonces él me hace girar y cierra el agua para mirarme con claridad y fue todo un espectáculo ver cómo me miraba al verme en tal estado.

—Te quiero— aclaró y mi corazón se aceleró—. Te quiero, Zoe, es inevitable no sentir esto por ti por muy que luche conmigo mismo. Y... cuando te veo llorar siento que me hago pequeño, y aun así sé que esas lágrimas son causadas por mí y me siento más roto, ¡lo siento!

—Quiero entender que alguien como tú se haya enamorado de alguien como yo, pero no es bueno, Edgar. Lo que intentas conmigo no será bueno para ninguno de los dos.

—No hay nada que entender, sucedió y listo. Fuiste la predestinada que cambió mi vida repentinamente y no sé qué nos espera, pero lo quiero, sea bueno o malo.

Negué mientras sostenía mi rostro mojado y une su frente con la mía y su mirada estaba clavada en mis ojos mientras seguía negando.

—Te quiero— susurra y después se apodera de mi boca y me besa desenfrenadamente mientras lo sentía tan real, tan sincero que seguir el hilo de esto no es fácil, pero como dijo él es inevitable.

—Me querrás, haré que te olvides de todo lo que te hice desde que te conocí y te daré un nuevo comienzo.

Y esta vez sonreí entre lágrimas.

Nuestra piel mojada celebra nuestra sinceridad entre besos y caricias, entre placer y gemidos.

Sus hermosos labios besan de manera tan lenta los míos, qué me perdí en ellos sin saber diferenciar entre el norte y el sur, sus manos caminaban por mi cadera mojada, provocando gemidos entre risas por las cosquillas que él me hacía. Me estaba tocando con delicadeza, sin lastimarme y diferente a las demás veces, su alto cuerpo me retenía entre la pared de la ducha y el suyo mientras volvía a abrir el agua.

Sus movimientos me tienen indecisa hasta que carga mi anatomía y enredé mis piernas por su cintura y él me penetró suavemente, estaba viendo las estrellas y millones de escalofríos se presentan en mi sistema humano, me embiste lentamente, sin dejar tiempo entre una y otra. Se sentía tan bien como me estaba haciendo suya que minutos después llegué al clímax y sacó su miembro fuera de mí para no acabar dentro.

Esta vez no me follo, sino que me hizo el amor.

Esperé que se alejara de mí como de costumbre, pero no lo hizo, me sonrió y volvió a besar mis labios para luego acabar por ducharnos juntos y era surrealista verlo a él siendo el que me flotaba mi cuerpo con la esponja y aclarando mi cabello del exceso de champú.

Tal vez esta vez sea diferente a lo que conocí, quizás ahora que me dijo que me quería cosa que paralizó, pero también aceleró a la vez mi corazón y por fin pueda sentirme segura y querer intentar algo con él, pero de verdad y no solo conseguir mi libertad para luego desaparecer.

Tal vez esta vez sea diferente a lo que conocí, quizás ahora que me dijo que me quería cosa que paralizó, pero también aceleró a la vez mi corazón y por fin pueda sentirme segura y querer intentar algo con él, pero de verdad y no solo conseguir mi...

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