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Edgar

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Edgar

Dicen <<quien domina su propio ser, es más valiente que aquel que conquista una ciudad>> y entonces pienso ¿acaso no merezco ser feliz ahora que puedo?, todo por lo que he luchado lo vi reflejado después de concluir lo que siempre tenía en mente, acabar con las personas que me lastimaron, y no solo eso, también llegué a lastimar y terminé por alejar a la única persona que vio algo bueno de mí.

Pero ahora es distinto, la forma que Zoe me pedía que no iniciara esa guerra con Antón es diferente a la forma que me pedía que no matara a ese hombre, ahora me dio a entender que la vida es más bonita si se deja el pasado atrás, y avanzar por un futuro mejor, con grandes expectativas y ahora no solo soy yo, sino ella y mi hijo.

—Te extrañaba— dije después de terminar en nuestra habitación haciéndole recordar porque nos amábamos.

—Yo también, fue injusto haber ido con odio cuando siempre hubo amor del bueno.

—No te atormentes por lo que ya sucedió. No me arrepiento de haber dicho ante el juez que te había secuestrado, no me arrepiento de haber pasado cuatro años encerrado por tu causa.

Zoe se estremeció— me perdonas, ¿verdad?

—¿Y tú a mí? ¿Me perdonas por haberte ocultado que Richard era tu padre y por haber querido tenerte solo para mí?

Sus ojos se llenan de lágrimas y las detengo con un beso apasionado en sus lindos labios—. No hay lágrimas sin finales felices.

Ella asiente y sonríe hundiendo su rostro en mi pecho.

—Te amo sobre cualquier cosa, eso siempre fue así.

—Lo sé. Nunca dudé de tu amor, ni mucho menos de tus intenciones, aunque fuiste injusta ayer en la noche— concluí, riéndome al recordar el desastre que líe solo.

Ella suelta una carcajada—. No te rías, menuda noche.

—Te quedarás conmigo, ¿no? — Zoe cambia de tema y el ambiente se tensa.

—¿Tengo otra opción?

—No, no la tienes.

—Entonces me quedo contigo, además se me ocurre una idea para acabar con Antón desde la distancia.

Alza sus cejas y se llena de preocupación.

—Por favor, Edgar.

—No, mi vida. Es necesario, además, creo que saldré beneficiado después de este golpe de estado que daré esta misma noche.

—¿No te pasará nada?

—Te prometo que no pasará más, volveré a ti antes de las diez, sano y salvo. Además, hoy, si no aparezco por Italia, Antón ocupará mi lugar automáticamente.

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