Hannah Potter | Draco Malfoy [✓]

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El platinado se abotona su camisa negra y sobre ella coloca una chaqueta del mismo color. Peina su cabello hacia un lado y mira su rostro en el espejo.

Realmente está aterrorizado y su labio inferior se mueve a causa del miedo, por lo que lo atrapa entre sus dientes mirando sus manos. Varios anillos adornan sus largos dedos, como siempre, pero el de Hannah jamás abandona su sitio. Siempre lo lleva desde que se lo regaló, ya que en su vida, gente que a él le importe, a penas le han regalado cosas y cuando Hannah quiso dárselo él se puso de lo más feliz. Tenía miedo de perderlo, ya que sabe lo que significa para Hannah al ser de Sirius, por eso jamás se lo quita.

Draco traga saliva duramente y apoya sus manos entrelazadas echas puños en su frente cerrando sus ojos. No puede dejar de pensar en qué sentirá Hannah al verlo de esa manera, luchando contra ella, teniendo que aturdirla si la ve. No va a ser capaz, él lo sabe, no va a ser capaz de hacerle eso al amor de su vida, y sabe que se puede meter en un lío por esa razón.

Una mano aprieta su hombro y rápidamente mira el reflejo de la persona a través del espejo. Narcissa aprieta sus labios mirándole con lágrimas en los ojos, dolida por como se siente su hijo, ya que cada noche lo escucha llorar en la soledad de su habitación.

—Lo que te voy a decir ahora se tiene que quedar entre nosotros —susurra su madre haciendo que Draco asienta.—No le hagas nada, si la ves, déjala escapar. Si alguien se da cuenta de eso, yo daré la cara por ti, pero no le hagas daño —dice su madre con lágrimas cayendo por sus mejillas.—No hagas que maten a la chica de tus sueños. Esto terminará de una sola manera, pero nadie sabe cuál. Pueden ser ellos o puede ser él, pero si es él te culparás toda la vida por haber entregado a la chica, matándola tú indirectamente, para nada.

—No quiero hacer esto, mamá —murmura el chico.—No quiero convertirme en esto —cada palabra que dice la dice con todo el dolor que tiene ahora mismo.—No quiero que ella me odie, no quiero que muera pensando que yo jamás la amé o que era una mala persona. Necesito hacerle ver que no es así. La necesito a ella.

Narcissa mira a su hijo dándole la vuelta para que ambos estén cara a cara y quita las lágrimas de su cara.

—Confío en que lo harás, solo tienes que ser paciente. Termina de prepararte, ya casi nos vamos —la mujer sale del baño dejando nuevamente a su hijo solo.

Draco muerde su labio superior levemente, se seca los ojos para que nadie sepa que ha llorado y sale de allí con semblante serio bajando las escaleras.

—Hijo —le dice Lucius.—Te hemos preparado mucho tiempo para esto —sonríe levemente.—Podrás hacerlo.

—Claro —asiente Draco y todas las personas de su alrededor sonríen y comienzan a salir por la puerta de la mansión.

—Deja los sentimientos a un lado, o tendremos graves problemas —le dice Lucius mirándole a los ojos borrando su sonrisa.

—¿Qué sentimientos? —pregunta.—Lo de Hannah y yo se acabó hace mucho tiempo —miente el chico saliendo tras su madre.

La familia se monta en sus escobas y comienzan a volar saliendo de la franja mágica detrás de todos los demás mortífagos. Draco aprieta fuerte la escoba con sus manos y mira al frente pensando como darle una señal a Hannah que le haga ver que sigue siendo su Draco, entonces cae en la cuenta que dejándola marchar le quedarán claras muchas cosas.

Todos se paran en un punto muerto en mitad del cielo encima y alrededor de varias nubes esperando el momento donde aparezca la Orden con los chicos.

Draco cuenta las personas que hay y se queda con la idea de dónde está cada una de ellas, por si es necesario hacer algún hechizo contra ellos.

—Aquí vienen —dice uno y como una cadena se va pasando el aviso hasta el Señor Tenebroso, quien está algo mas alejado de ellos para interceptar a uno de los dos mellizos rápidamente. Todos sacan sus varitas agarrándose de sus escobas con una sola mano esperando a ver a los hermanos.