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El tiempo pasaba, y Hannah se había separado completamente de Dean e intentaba escapar de Draco cada vez que estaban juntos en una misma clase, pues el chico siempre intentaba acercarse a ella y la chica no sabía cómo actuar o qué decir, en conclusión, estaba echa un lío.

Tras la última conversación con Draco no sabía qué hacer, él era como un imán que la atraía pero también la repelía. Sabe que el chico le ha explicado todo por fin, que la conversación ya ha sido hablada y todo ha quedado claro, pero también sabe que con un simple "perdón" no le bastaba, que necesitaba más de él, pero ¿cómo iba a ser eso posible, si ella no se acercaba a él, ni dejaba que él se le acercara?

Estaba como en un limbo sin saber qué hacer respecto al platinado, lo amaba con todas sus fuerzas y deseaba estar a su lado nuevamente, pero tenía miedo que todo se fuera de las manos de ambos como la última vez. No quería volver a sufrir, no quería volver a llorar por él, no quería que le volviera a romper el corazón ni que le prometiera cosas que luego no cumpliría. 

Respecto a Dean, tras la discusión que ambos tuvieron, la pelinegra decidió cortar cualquier lazo que los uniera, pues se sintió decepcionada por él en grandes medidas. 

—Creo que debemos hablar, ¿no? —preguntó el chico acercándose a ella.

Hannah dejó de lado el libro que tenía entre sus manos y lo miró con las cejas alzadas. Después guió su mirada hacia dos chicos de segundo curso que estaban sentados en el sofá de la sala común de Gryffindor y sin necesidad de ninguna palabra, ambos se fueron de ahí. 

—Tú dirás —dijo Hannah suspirando.

Dean se sienta bajo la mirada de la chica y suelta un suspiro.

—Salté así hacia él porque creía que te estaba haciendo daño. Te sujetaba ambas muñecas mientras tú estabas llorando, pensaba que... 

—Me sujetaba así porque era yo quien le estaba haciendo daño a él, lo primero —dijo ella penetrándolo con su oceánica mirada.—Lo segundo, no eres nadie para meterte en mi vida, por favor ni siquiera lo hicieron Ron, Hermione o Harry, ¡y prácticamente son mis hermanos! —exclamó ella y tomó una respiración para calmarse.—Lo tercero, ¿de qué vas al entrometerte así? Tú sabes que nunca íbamos a llegar a nada más que sexo, creo que te lo he dejado muy claro. No tienes porqué ser mi guardaespaldas, porque también he dejado claro que sé cuidarme solita. Además, sé que te acuestas con Parvati, ¿a qué vienen esos celos? 

Dean frunció su ceño abriendo y cerrando su boca como un pez sin saber que decir mientras miraba los ojos de la chica.

—Entiendo tu cabreo, Hannah, de verdad que lo entiendo. Pero lo hice porque creí que te hacía daño, sí, Harry y los otros no se metieron pero...

—Pero nada, Dean —la chica resopló.—¿Dónde están las cartas? —dice sin rodeos.

La cara de Dean perdió el color por unos segundos, y su respiración se volvió agitada. Su boca se cerró de sopetón y dirigió la mirada hacia la chimenea encendida. 

En ese mismo momento deseó que estuviera apagada, pues por los nervios que comenzaban a aflorar, pequeñas gotas de sudor caían por su frente.

—O sea que es verdad —dijo Hannah perpleja. Acto seguido soltó una risa irónica y sus ojos se llenaron de lágrimas debido a la furia.—Por ti, por tu culpa, jamás supe nada de esas cartas. ¿Cómo has podido? —frunció su ceño.—Viste como estaba, me escuchabas llorar todas las noches por él, me ayudaste a levantar cabeza, a no pensar en él. Fuiste uno de mis grandes apoyos cuando todo pasó y aprovechaste mi debilidad para meterte en mi vida y sacar de mi lo único que te importaba; sexo —las lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas.—¿También se te ocurrió la idea de irnos todo el mes de julio a la casa de la Orden porque sabías que él vendría?—Dean asintió lentamente y Hannah sonrió mientras negaba con su cabeza.—Me das asco. Te aprovechaste de mi e hiciste que odiara a Draco cuando él hacía todo lo necesario por saber de mi.

Hannah Potter | Draco Malfoy [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora